El PSOE atraviesa un oscuro túnel y no se avista la salida. Es cierto
que la gestora trata de calmar los ánimos, pero hay muchas batallas en
la guerra, y trasladan la sensación de que hay excesivos personalismos,
que muchos miran solo por lo suyo con el rencor a flor de piel, mientras
la militancia se desangra, y el grupo parlamentario en el Congreso se
mueve para no aparentar quietud o mansedumbre, pero también con el norte
perdido.
Pedro Sánchez se ha subido a su coche en un viaje que veremos donde
termina, y anda sangrando por la herida y reclamando un Congreso urgente
y unas primarias para elegir un secretario general.
Susana Díaz se sigue presentando y es presentada por sus fieles como
la única alternativa real, viable y posible, pero ella no termina de dar
el paso aunque no deje de trajinarse a las Federaciones que le son más
esquivas y aproximarse a una militancia que empieza a estar cansada de
sus movimientos por detrás e incapacidad para terminar de dar el paso.
Y cada día crece el número de dirigentes y militantes que consideran que
es el momento de encontrar una tercera vía que no pase por Pedro
Sánchez ni Susana Díaz. Me lo explica así un joven veterano dirigente
sin aspiraciones a día de hoy: “Mira, esto se ha ido de madre. El
fulanismo acabará con nosotros, con más de 100 años de historia, si no
resolvemos los problemas con urgencia. Y el problema del PSOE no es de
nombres, sino de proyecto, de ideología, de encontrar nuestro sitio,
perdido hace años. Tenemos que mirarnos seriamente al espejo y ver qué
queremos ser de mayores.
Es el momento de ir al fondo, revisar nuestro
ideario, nuestro programa, acercarnos a la realidad social que tenemos
delante, a la evolución del mundo, superar la crisis que la
socialdemocracia padece en toda Europa, conectar con los ciudadanos,
superar los complejos, dejar de mirar a la izquierda donde solo vemos
populismos baratos oxidados de marxismo encubierto, tener una sola idea
de España, la que sea, pero una, y construir un partido solvente, serio,
con sentido de Estado, con posibilidades reales de gobernar, ofrecer al
ciudadano un proyecto ilusionante, realista, moderno, combativo y que
llegue a la gente, que seas capaz de conectar con diferentes
generaciones. O eso o desaparecemos del mapa”.
O sea, que parece que crece el número de militantes que consideran que
Susana Díaz y Pedro Sánchez deben dar un paso atrás, demasiado dañados
por una absurda guerra interna de personalismo y ambiciones personales.
Mi amigo me explica que “a día de hoy, nos hemos alejado de los más
jóvenes y de las clases medias con un discurso antiguo, y ni siquiera
hemos sido capaces de mantener como debíamos a los más veteranos. El
problema del PSOE, insisto, no son Pedro y Susana, Susana y Pedro.
El
problema es que la regeneración, la reconstrucción del PSOE pasa
ineludiblemente por un nuevo modelo, y eso comienza por resolver la
identidad propia, o sea, la E del nombre. Un Partido, Socialista, pero
contemporáneo, Obrero entendiendo que el mundo ha cambiado y el Siglo
XIX queda ya lejos, y Español, o sea, con una única idea de país. Para
ello se necesita pensar a largo plazo, en las próximas generaciones,
antes que en nosotros. Si no se hace así, cuando salgamos del túnel
caeremos por el precipicio”.
(*) Periodista
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