No es un consuelo, pero la crisis de valores, de liderazgo político,
de presencia entre los dirigentes de mujeres y hombres de nivel
intelectual, cultural e ideológico, de envergadura, con sentido de
Estado, capaces de pensar en las próximas generaciones antes que en las
próximas elecciones, no es un mal solo español. Afecta a toda Europa, y a
todo el mundo. Las elecciones que se celebran hoy en Estados Unidos,
que, como todas, afectan a todos los ciudadanos del planeta, presentan
por vez primera a dos malos candidatos.
Los votantes norteamericanos han de elegir entre dos aspirantes sin
cualificación para ocupar un puesto de tal responsabilidad. Hillary
Clinton se presenta como una herramienta del establishment, una
suerte de heredera que ha construido junto a su marido, expresidente,
una fortuna destacada, tiene múltiples intereses económicos y su
trayectoria está salpicada de sombras. Es probable que sea más instruida
que su marido, pero no se ha notado en exceso. Hay un largo trecho de
incongruencia entre lo que predica y lo que practica, se ha visto
afectada por el escándalo de los correos electrónicos sospechosos que
envió cuando era secretaria de Estado y la guinda han sido otros
mensajes comprometedores revelados por Wikileaks. ¿Es un currículo como
para presidir los Estados Unidos de Norteamérica?
El otro candidato, Donald Trump, aporta un discurso racista,
xenófobo, cutre, construido desde la demagogia barata al calor del
cabreo de muchos estadounidenses que han visto como la crisis y una
gestión de Obama más que mejorable han golpeado duramente la economía de
muchas familias, y se sienten decepcionados y cabreados con la clase
política. En Trump han encontrado el discurso del populismo barato, que
ha calado. Un fenómeno que conocemos bien en España, donde se ha
encauzado hacia la izquierda en vez de hacia la derecha. ¿Es Trump un
político capacitado para gobernar los Estados Unidos de Norteamérica?
Si gana Trump es probable que su indisimulado desprecio a las
minorías y su discurso basado en levantar muros y excluir desfavorecidos
por doquier amainara. Pero es más que probable que la fractura social
se ampliara y los inmigrantes y las minorías raciales podrían tensionar
la vida del país. Ha dejado claro que tiene como objetivo darle duro a 5
millones de personas, “extranjeros criminales”, y eso va a ser duro.
Su
gran promesa es acabar con la reforma sanitaria de Obama y propone que
los americanos abran cuentas bancarias de ahorro para gastos de salud.
Su política económica proteccionista y agresiva hacia los socios
naturales de Europa y Asia generaría enormes problemas y es probable que
la industria americana sufriera, y por ende el desempleo crecería. Y su
plan de reducción de impuestos para las rentas más elevadas ahondaría
la brecha de desigualdad social que es uno de los grandes problemas del
país.
En el plano de la Defensa nacional, quizá atemperaría también sus
impulsos, e incluso algunos sostienen que sería más templado que una
Hillary Clinton que podría poner en marcha una política militar más
agresiva. Su propuesta para combatir al Daesh pasa por buscar aliados en
el mundo árabe, presionar a la OTAN para que su implicación sea mayor y
diseñar operaciones conjuntas y trabajar con Putin en una estrategia
común.
La señora Clinton, si gana, rompería una tradición que se suele
producir, con excepciones, como es que ningún partido suele gobernar
tres legislaturas seguidas. Los expertos dicen que la clave de su
victoria está en que los latinos acudan a votar en aluvión en los
estados de Florida, Arizona y Nevada. Ha prometido una reforma
migratoria más sensata y protectora de los ilegales. Muchos sostienen
que de llegar a presidir EEUU, la señora Clinton sería un títere,
desarrollaría un plan armamentístico y una política de defensa
enormemente agresiva y peligrosa para todos. Respecto a la lucha contra
el Daesh proyecta intensificar los bombardeos, apoyar a los kurdos y
cooperar con la comunidad musulmana estadounidense en labores de
prevención. Pretende plantar cara a Rusia y advierte de la simpatía de
Trump hacia Putin.
Respecto a lo económico, se la critica por estar en
manos de lobbies en los que prima el interés particular sobre
el interés general y se teme que la salida de la crisis se ralentice.
Sus promesas respecto al gasto social generan dudas y se la percibe como
una candidata en apuros con un currículo sospechoso. Se ha comprometido
a llevar a cabo la mayor inversión en infraestructuras conocida nunca
en los EEUU. Su principal valor es que muchos la van a votar para evitar
la llegada del otro candidato, no por convicción en su capacidad. Sí,
vale, a mí también me gustaría que una mujer llegara a presidente de los
EEUU, pero, ¿no había otra candidata?
No recuerdo un precedente de dos aspirantes a presidir los Estados
Unidos de tan poco nivel. La conclusión no pude ser positiva. Que Dios
nos coja confesados.
(*) Periodista
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