martes, 8 de noviembre de 2016

Elecciones USA, que Dios nos coja confesados / Melchor Miralles *

No es un consuelo, pero la crisis de valores, de liderazgo político, de presencia entre los dirigentes de mujeres y hombres de nivel intelectual, cultural e ideológico, de envergadura, con sentido de Estado, capaces de pensar en las próximas generaciones antes que en las próximas elecciones, no es un mal solo español. Afecta a toda Europa, y a todo el mundo. Las elecciones que se celebran hoy en Estados Unidos, que, como todas, afectan a todos los ciudadanos del planeta, presentan por vez primera a dos malos candidatos.

Los votantes norteamericanos han de elegir entre dos aspirantes sin cualificación para ocupar un puesto de tal responsabilidad. Hillary Clinton se presenta como una herramienta del establishment, una suerte de heredera que ha construido junto a su marido, expresidente, una fortuna destacada, tiene múltiples intereses económicos y su trayectoria está salpicada de sombras. Es probable que sea más instruida que su marido, pero no se ha notado en exceso. Hay un largo trecho de incongruencia entre lo que predica y lo que practica, se ha visto afectada por el escándalo de los correos electrónicos sospechosos que envió cuando era secretaria de Estado y la guinda han sido otros mensajes comprometedores revelados por Wikileaks. ¿Es un currículo como para presidir los Estados Unidos de Norteamérica?

El otro candidato, Donald Trump, aporta un discurso racista, xenófobo, cutre, construido desde la demagogia barata al calor del cabreo de muchos estadounidenses que han visto como la crisis y una gestión de Obama más que mejorable han golpeado duramente la economía de muchas familias, y se sienten decepcionados y cabreados con la clase política. En Trump han encontrado el discurso del populismo barato, que ha calado. Un fenómeno que conocemos bien en España, donde se ha encauzado hacia la izquierda en vez de hacia la derecha. ¿Es Trump un político capacitado para gobernar los Estados Unidos de Norteamérica?

Si gana Trump es probable que su indisimulado desprecio a las minorías y su discurso basado en levantar muros y excluir desfavorecidos por doquier amainara. Pero es más que probable que la fractura social se ampliara y los inmigrantes y las minorías raciales podrían tensionar la vida del país. Ha dejado claro que tiene como objetivo darle duro a 5 millones de personas, “extranjeros criminales”, y eso va a ser duro. 

Su gran promesa es acabar con la reforma sanitaria de Obama y propone que los americanos abran cuentas bancarias de ahorro para gastos de salud. Su política económica proteccionista y agresiva hacia los socios naturales de Europa y Asia generaría enormes problemas y es probable que la industria americana sufriera, y por ende el desempleo crecería. Y su plan de reducción de impuestos para las rentas más elevadas ahondaría la brecha de desigualdad social que es uno de los grandes problemas del país. 

En el plano de la Defensa nacional, quizá atemperaría también sus impulsos, e incluso algunos sostienen que sería más templado que una Hillary Clinton que podría poner en marcha una política militar más agresiva. Su propuesta para combatir al Daesh pasa por buscar aliados en el mundo árabe, presionar a la OTAN para que su implicación sea mayor y diseñar operaciones conjuntas y trabajar con Putin en una estrategia común.

La señora Clinton, si gana, rompería una tradición que se suele producir, con excepciones, como es que ningún partido suele gobernar tres legislaturas seguidas. Los expertos dicen que la clave de su victoria está en que los latinos acudan a votar en aluvión en los estados de Florida, Arizona y Nevada. Ha prometido una reforma migratoria más sensata y protectora de los ilegales. Muchos sostienen que de llegar a presidir EEUU, la señora Clinton sería un títere, desarrollaría un plan armamentístico y una política de defensa enormemente agresiva y peligrosa para todos. Respecto a la lucha contra el Daesh proyecta intensificar los bombardeos, apoyar a los kurdos y cooperar con la comunidad musulmana estadounidense en labores de prevención. Pretende plantar cara a Rusia y advierte de la simpatía de Trump hacia Putin. 

Respecto a lo económico, se la critica por estar en manos de lobbies en los que prima el interés particular sobre el interés general y se teme que la salida de la crisis se ralentice. Sus promesas respecto al gasto social generan dudas y se la percibe como una candidata en apuros con un currículo sospechoso. Se ha comprometido a llevar a cabo la mayor inversión en infraestructuras conocida nunca en los EEUU. Su principal valor es que muchos la van a votar para evitar la llegada del otro candidato, no por convicción en su capacidad. Sí, vale, a mí también me gustaría que una mujer llegara a presidente de los EEUU, pero, ¿no había otra candidata?

No recuerdo un precedente de dos aspirantes a presidir los Estados Unidos de tan poco nivel. La conclusión no pude ser positiva. Que Dios nos coja confesados.


(*) Periodista

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