sábado, 1 de octubre de 2016

Pierde Sánchez y Ferraz se convierte en un suicidio Davidiano… / José Oneto *

El PSOE ha vivido este sábado una de las jornadas más negras de su historia desde los años treinta, años previos al estallido de la guerra civil. La convocatoria del Comité Federal del partido, reunido para intentar encontrar una solución y una salida a la grave crisis entre los “sanchistas” y los críticos que se oponían al secretario general del PSOE tras la dimisión de la mitad más uno de la Comisión Ejecutiva Federal, se ha convertido en una batalla campal, dentro y fuera de Ferraz 70, sede central del partido, provocando una división y unas heridas difíciles de olvidar y de cicatrizar.

Mientras fuera de la sede decenas de manifestantes, supuestamente socialistas, contenidos por los antidisturbios que habían cortado toda la calle, insultaban a los reunidos, alabando y aplaudiendo a unos y descalificando y abucheando a otros además de exigir que bajo ningún concepto se levantara el “No a Rajoy”, dentro la batalla por la formación de la Mesa, por el orden del día, por el censo y, sobre todo, por la formación de una Gestora que tres de los cinco miembros de la Comisión de Ética del partido creían que debía formarse al dimitir la mitad más uno de la Ejecutiva de Pedro Sánchez, al que consideraban destituido.

Ni los más antiguos del lugar podían creerse que un partido que tiene 137 años de historia, que ha gobernado este país nada más y nada menos que 22 años, primero con Felipe González y después con Zapatero, que ha contribuido a la estabilidad del sistema democrático, que durante muchos años ha sufrido persecución y cárcel de muchos de sus militantes, y que ha influido decisivamente en la modernización de este país, pudiera dar ese espectáculo de división, de inquina entre compañeros, de descalificaciones entre unos y otros y, hay que decirlo también, de odio e insultos contenidos.

Como si todos hubiesen sido abducidos por el líder de la rama escindida de la Iglesia Adventista del Séptimo día y por un extraño fenómeno hubieran entrado a formar parte de los Davidianos que, recordemos, hace tres años prefirieron el suicidio colectivo de la secta, incluidos mujeres y niños, antes de encontrar una salida razonable -en el caso del rancho de Waco, su sede en Texas, era la entrada del FBI para registrar la casa central y su traslado a otro lugar- los davidianos socialistas, encerrados en la calle Ferraz, de Madrid, protagonizaban uno de los capítulos más negros del socialismo español.

Los ‘sanchistas’ que ocuparon la mesa presidencial, a pesar de que los críticos esgrimieron que ya habían perdido el poder según el dictamen de un sector del Comité de Ética y garantías del partido (‘susanistas’), insistían en que había que votar un Congreso extraordinario, tras las primarias previas a las que volvería a presentarse Sánchez. Los críticos repetían que solo se podía votar la formación de una gestora. Un debate interminable, interrumpido por recesos, negociaciones de pasillos, intentos de acuerdo, conversaciones interminables, gritos en la calle acusando a los ‘susanistas’ de ‘golpistas’ e insistiendo en que había que seguir con el No a Rajoy y olvidarse de cualquier posición abstencionista.

Aquello ya se había convertido en un acto antiPP y anti Rajoy cuando, dentro, lo que se discutía era un Reglamento que, dicen, en su día redactó en gallego Pepiño Blanco, el secretario de organización de Rodríguez Zapatero, y que sirve para dar la razón a los militantes de la Iglesia Adventista del Séptimo Día o a los nuevos separados y bautizados como Davidianos. Al final, después de once horas, agotados de no hacer nada, decidían votar si había o no Congreso extraordinario como pedía Sánchez. Con 132 votos en contra y 107 a favor, el secretario general del PSOE perdía la partida. El viernes, en una comparecencia inesperada, anunciaba que presentaría su dimisión si no salía adelante su propuesta…


(*) Periodista y economista


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