Sintiéndose triunfador Rajoy, después
del desastre socialista del fatídico fin de semana, impone condiciones a
los vencidos, los humilla, los arrastra en pos de su carro, como hizo
César con Vercingétorix en su triunfo del año 46 a.C. Los hados le han
sido favorables y, de una situación agónica y desesperada, lo han puesto
en otra de preponderancia, plena de expectativas.
Y todo gracias el
ingenio de un grupo de conspiradores socialistas que han depuesto al SG
mediante una maniobra de palacio y se han encontrado de repente a la
intemperie. Trae bajo el brazo una oferta de abstención que el PP no
necesita ya que puede imponerla a base de amenazar con una opción peor,
unas terceras elecciones que pillan al PSOE descabezado.
Es
una situación ridícula. Los conjurados han montado una comisión gestora
cuya autoridad es, por decirlo elegantemente, problemática. Está
provocando una fractura interna fabulosa y movimientos de fondo de la
militancia, un tanto arisca. No saben cómo vender a sus propias bases la
abstención por la que tanto han trabajado. Y ahora saben que tampoco
pueden vendérsela al adversario.
Sin
embargo, la respuesta a esta aparente situación desastrosa es
relativamente fácil. Si hay terceras elecciones, el PSOE debiera
presentar como candidato de consenso a Pedro Sánchez. Es evidente que
reanimaría un numeroso voto de izquierda hastiada de la inoperancia de
sus líderes. Para los conjurados antisanchecistas es apurar la hiel del
cáliz. Pero, al mismo tiempo, es hacer ver a la derecha que la
convocatoria de elecciones no opera como amenaza. Con ello, la derecha
rebajará las condiciones, por sabio consejo de su asesor aúlico, Rivera,
para hacer posible la abstención del PSOE.
Y
ese será el momento en que la gestora o el consejo supremo tendrá que
decidir si el PSOE se abstiene o no, si posibilita o no un gobierno del
PP presidido por Rajoy. Al tomar esa decisión parece razonable ponderar
las consecuencias para la gobernación del Estado de asuntos como la
Gürtel o las black. Es un panorama en el que la política tiene un feo tinte penal.
Palinuro
sigue siendo partidario del NO es NO por varias razones. En primer
lugar no hace a la izquierda cómplice con la amnistía de hecho de las
tropelías durante la Xª Legislatura. En segundo lugar, si realmente el
gobierno alternativo es imposible pues en el PSOE llegan al golpe de
mano para impedirlo, las terceras elecciones parecen la mejor opción. En
tercer lugar porque sea cual sea el resultado, beneficiará a la
izquierda, bien porque gane por mayoría o bien porque pierda frente a
una mayoría aplastante de la derecha. En este segundo caso, el gobierno
ya no dependerá del silencio comprado de la oposición.
Y terminamos como Catón el Censor, aunque en sentido inverso: por lo demás, hay que entenderse con los catalanes.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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