viernes, 14 de octubre de 2016

¿Por qué soy cristiano y budista? / Guillermo Herrera *

Parece una contradicción, pero no lo es. Nunca me han gustado las etiquetas políticas ni religiosas, igual que a Krishnamurti, porque para lo único que han servido es para dividir y enfrentar a la familia humana a lo largo de la historia. 

Aunque los británicos consideran que hablar de política o de religión es una falta de educación, alguna vez tengo que definirme para saber dónde estoy, siendo consciente de que todo sistema de creencias no deja de ser una ilusión intelectual bien estructurada para satisfacer al ego. La única verdad es la que se siente y se expresa a través del corazón, y por eso la única religión verdadera es el camino del corazón.

¿A quién quieres más, a papá o a mamá? Ésta es la trampa saducea que les ponen a los niños ingenuos para crearles confusión, y yo no pienso caer en esta trampa con respecto a estos dos profetas. Buda es mi Maestro y Jesús es mi Libertador, o viceversa, pero ambos tuvieron el mismo objetivo: liberar al ser humano del sufrimiento de la Matrix.

Estoy seguro de que Jesús se inspiró en Buda para elaborar sus enseñanzas, y tampoco es casualidad que las primeras reglas monásticas del cristianismo estén calcadas de las reglas monásticas budistas.

Buda Sakyamuni se especializó más en la liberación individual y Jesús de Nazaret en la liberación colectiva, pero ambos maestros compartían el mismo código moral. No parecido, sino idéntico.

La historia del budismo es casi totalmente pacifista, cosa que no podemos decir de la historia del cristianismo, llena de sangre derramada en cruzadas, inquisiciones y persecuciones de herejes. Esto se hizo en nombre de Jesús, pero totalmente al margen de sus enseñanzas.

El único defecto que le encuentro a la tradición cristiana es que no ha formulado claramente la doctrina de la transmigración de las almas, a pesar de las muchas referencias a la reencarnación que existen en la Biblia.

El defecto de la tradición budista es su pasividad asiática, es decir, que no ha luchado tan fervientemente como el cristianismo por implantar los derechos humanos de igualdad, equidad y justicia distributiva, aunque comparte los mismos valores que la tradición cristiana.

Otro defecto es que no ha formulado una doctrina tan clara como la cristiana respecto a la existencia de un Creador, es decir, de la Fuente Original de la Creación Universal, de la que procede todo lo que existe.

Sin embargo el cristianismo siempre ha tenido una cierta dosis de fanatismo religioso igual que las otras dos religiones mediterráneas, el judaísmo y el islam, que le han restado ecuanimidad a la hora de meditar principios espirituales.

Siempre me he sentido más libre y relajado con un monje budista que con un sacerdote cristiano. Parece que la doctrina budista del karma, según la cual cada uno recoge lo que siembra, es más objetiva y menos intimidante que el complejo de culpa del pecado y el miedo al infierno.

En fin, que me siento incapaz de enfrentar a Buda y a Jesús, porque ambos maestros fueron y son gloria bendita, los mejores seres que han existido en la humanidad. Fueron algunos de sus seguidores los que cometieron todo tipo de excesos, especialmente cuando el cristianismo se mezcló con la política al convertirse en religión oficial del Imperio Romano.

Que Dios perdone todos los errores de la humanidad, y que cojamos lo mejor y lo más positivo de cada enseñanza para mejorar nuestra vida.


(*) Periodista

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