jueves, 6 de octubre de 2016

La Ciudadanía de la Unión Europea ¿es una auténtica ciudadanía? / Félix de la Fuente Pascual *

Son muchos los interrogantes que se encierran en este título, entre otros: ¿somos realmente ciudadanos europeos? ¿Nos sentimos ciudadanos europeos, tan europeos como españoles? ¿Cuándo se adquiere y cuándo se pierde la ciudadanía europea o de la Unión? ¿Van a perder los ciudadanos británicos la ciudadanía europea tras el Brexit?

El artículo 9 del Tratado de funcionamiento de la Unión Europea (este desdichado título me suena a manual de instrucciones de una máquina) nos dice: “ Será ciudadano de la Unión toda persona que tenga la nacionalidad de un Estado miembro. La ciudadanía de la Unión se añade a la ciudadanía nacional sin sustituirla”.

De aquí podemos deducir al menos dos cosas: primero, que la ciudadanía de la Unión es algo superpuesto a la ciudadanía nacional; la ciudadanía nacional es la base y, por eso, si se pierde la ciudanía nacional se pierde la ciudadanía de la Unión, es decir la ciudadanía de la Unión se adquiere y se pierde al mismo tiempo que la ciudadanía nacional; segundo, sin embargo no se dice que se pueda perder sin que se pierda la ciudadanía nacional. 
 
En el caso concreto de los ciudadanos británicos tras el Brexit ¿pierden la ciudadanía europea? Evidentemente, los ciudadanos que han votado por el Brexit, la pierden sin más, porque voluntariamente lo han decidido y han renunciado a ella, ya que se trata de un derecho personal. ¿Pero los británicos que han votado por la permanencia en la UE ¿pierden la ciudadanía europea con la salida del Reino Unido?

Soy de los pocos que habla sobre este tema y de los muy pocos que defienden que los británicos que votaron por la permanencia no pierden automáticamente la ciudadanía de la Unión con la salida de Gran Bretaña, porque se trata de un derecho personal del que nadie te puede privar sin una causa grave, como tampoco te pueden privar sin más de la ciudadanía española. A la Unión Europea no solamente se han adherido los Estados sino también los ciudadanos, y las relaciones entre los ciudadanos y la UE son en muchos casos directas, como sucede con la legislación de los Reglamentos, sin necesidad de que los Estados hagan de intermediarios. Pensar en la ciudadanía europea en clave nacional y con argumentos de tipo nacional, es no haber entendido lo más mínimo que la UE es una unión de ciudadanos, no de Estados.

¿Nos sentimos ciudadanos europeos al mismo nivel que ciudadanos españoles? No dispongo en este momento de las últimas estadísticas, pero si hace tres años nos sentíamos mucho más españoles que europeos, actualmente, tras las muchas crisis que estamos padeciendo y la pérdida de estima de todo lo que está relacionado con la UE, supongo que lamentablemente la diferencia es abismal.

El concepto de ciudadano europeo ¿es equiparable al concepto de ciudadano nacional? Lo primero que llama la atención es que la ciudadanía de la unión es algo adicional a la ciudadanía nacional. Se trata de una ciudadanía de segundo orden, derivada de la ciudadanía nacional y dependiente de ella. No se trata de una doble ciudadanía en el sentido de una doble nacionalidad. Si se pierde la ciudadanía nacional, se pierde la ciudadanía europea, cosa que no ocurre cuando se tiene una doble nacionalidad o doble ciudadanía. Mientras la ciudadanía europea no esté al mismo nivel que la ciudadanía nacional, ningún ciudadano de la Unión se podrá considerar tan ciudadano europeo, como ciudadano nacional.

¿Se nos ha educado para una ciudadanía europea? Más bien todo lo contrario. Se nos ha educado en unas ideas que son contrarias a los valores que caracterizan el alma de la Unión Europea: la igualdad de todos los ciudadanos y la no discriminación por razón de la nacionalidad, la solidaridad, la ciudadanía universal, los derechos humanos, el estado social universal y la paz.

Dar por sentado que la participación del ciudadano europeo debe limitarse a expresar su voto cada cinco años en las elecciones al Parlamento Europeo es tener un bajo concepto de lo que significa la ciudadanía europea y de la importancia que juega o debe jugar la política de la UE en la vida de los ciudadanos.

Nadie nace español
Teóricamente sí, los hijos de padres españoles nacemos españoles, pero en realidad, la ciudadanía la vamos adquiriendo poco a poco a lo largo de nuestra vida. Primero con el idioma, luego con el entorno familiar y el colegio y otros muchos factores que van dejando un poso en nuestra vida. Tener un pasaporte o un carné de identidad español no quiere decir que te sientas español. Me gustaría saber qué porcentaje de iberoamericanos que recientemente han adquirido la nacionalidad española, se sienten ciudadanos españoles. Lo mismo podría decir de los marroquíes o de muchos catalanes o vascos. 
 
No pretendo con esto hacer ninguna crítica. Simplemente quiero decir con esto que, si no se nos educa para sentirnos españoles, podremos lucir un pasaporte español pero nuestro corazón y nuestros sentimiento estarán ligados a otra parte. Tampoco quiero decir que sentirse marroquí o boliviano tiene que ser incompatible con sentirse español. No son dos cosas contradictorias. Una cultura o formación conciliadora y de unión, esto debería ser lo ideal, no una cultura de exclusión.

¿Podemos ser europeos, si no se nos ha educado a sentirnos europeos? ¿Podemos sentirnos conciudadanos de los nacionales de otros países miembros, si no tenemos un idioma común en el que podamos entendernos? Cuando en la escuela se nos habla de Europa, de qué se nos habla fuera de las guerras entre unos países y otros. ¿Se nos habla de la filosofía y literatura griega, del Derecho romano, del Renacimiento, del Romanticismo, de las ideas de la Revolución francesa? ¿Se nos habla de la seguridad social que tiene Europa y del Estado de bienestar de los europeos, que ahora el capitalismo desbocado e irracional nos quiere arrebatar? ¿Cómo vamos a sentirnos europeos, si los políticos nacionales suelen echar la culpa a Bruselas de todas las desgracias a que nos ha llevado su incompetencia, partidismo y corrupción?

¿No es hora de que tengamos todos los ciudadanos de la UE un idioma común, al menos en un grado en el que podamos entendernos medianamente? ¿No debería ser obligatorio para todos los estudiantes el programa Erasmus, con ayudas para que nadie quede excluido por falta de medios? ¿No debería ser también obligatorio el intercambio escolar entre los diferentes países de la UE a nivel de la escuela primaria? ¿Cómo vamos a aspirar a una Unión política de los europeos, si somos y se nos educa cada vez más para que seamos nacionalistas? ¿Cómo vamos a sentirnos europeos, si los partidos políticos nos tienen a los ciudadanos totalmente excluidos y desinformados de la actividad política a nivel de la UE? Esto a nivel práctico.

Pero hay otro aspecto teórico mucho más grave. Se trata de algo teórico, es verdad, pero que puede tener unas enormes consecuencias prácticas negativas. A nivel nacional, la soberanía reside en el pueblo español. Lo dice la Constitución. Son los ciudadanos los que atribuyen las competencias a los gobiernos. Pero a nivel de la Unión Europea, el ciudadano europeo ni siquiera teóricamente es el soberano. Los soberanos son los Estados.

... La Unión actúa dentro de los límites de las competencias que le atribuyen los Estados miembros en los Tratados para lograr los objetivos que éstos determinan. Toda competencia no atribuida a la Unión en los Tratados corresponde a los Estados miembros.”(art. 5, apartado 2 del Tratado de la UE).

En pocas palabras, una ciudadanía de segunda categoría, porque los que deciden y los soberanos no son los ciudadanos, sino los gobiernos de los Estados miembros. Si, además se nos forma en valores nacionalistas, ¿cómo vamos a sentirnos europeos? Tampoco nacemos ciudadanos europeos.


(*) Ex funcionario de la Unión Europea

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