En esta semana echan a andar el juicio
de la Gürtel y la gestora del PSOE. Dos asuntos de grueso calibre que
afectan a los dos partidos dinásticos, pilares de un bipartidismo que
estará en las últimas, como se dice, pero ocupa todo el escenario. Se
añade el permanente crescendo del proceso catalán y la conciencia
de vacío político español. El horizonte no luce brillante. Estamos
disfrutando de las consecuencias de la decisión más equivocada de los
últimos tiempos: el "no" de Podemos a Sánchez en marzo pasado. Según
opciones y circunstancias, el presente pinta más o menos así:
I.-
El PP ha mantenido silencio durante la agitada crisis del PSOE. Hasta
habrá contenido el aliento. Derrotado Sánchez, se abren perspectivas a
un gobierno de Rajoy. Algunos auguran que, dado el descalabro del PSOE,
no solo puede aquel formar gobierno sino hacerlo en condiciones cómodas,
exigiendo garantías al otro. Puede jugar con la amenaza de unas
terceras elecciones que, ahora sí, al no tener líder, serían malas para
el PSOE. También es cierto que ese gobierno habrá de actuar en un
contexto social marcado por los escándalos judiciales del PP y bajo la
continua amenaza de que una vuelta procesal impensada en uno de ellos
ponga en un brete al gobierno o a su presidente. A este no parece
importarle gran cosa, pero la situación sería verdaderamente chunga.
II.-
El PSOE cuenta con veinte días para adoptar una decisión endemoniada,
la de cómo abstenerse con un partido en el que el NO es NO sigue siendo
dominante. Como el plante de los 17 se hizo con esta finalidad, al
final, la abstención saldrá y el PSOE tendrá que afrontar tiempos muy
difíciles de los que no está nada claro que vaya a salir. 137 años
pueden irse al garete en una legislatura que probablemente será caótica.
Las condiciones no son las más adecuadas para la recomposición que
pretende la comisión gestora. La fractura del partido ha quedado clara.
Predomina el Sur. El PSOE es un partido andaluz. El peso catalán se ha
esfumado. El PSOE ya no "vertebra" España. Ni nadie, en realidad. De
haber primarias, quizá se presente de nuevo Sánchez por aquello del
apoyo de las bases. Pero si lo hace sin revisar su intransigente actitud
hacia Cataluña, su posible triunfo no ayudaría a resolver el problema
que provocó su destitución.
III.-
Podemos está en la corriente de la historia, pero no tiene mucho que
decir. Aunque se pasa el día de plató en plató contando esa melopea de
la mano tendida y la necesidad de que el PSOE se decida. Podemos solo
podía ir en alianza con el PSOE, justo la posibilidad que rechazó. Ahora
que el PSOE ha implosionado, ni con él puede contar. Será preciso pasar
cuatro años en la oposición. Para muchos de sus miembros, es una buena
oportunidad: demostrarán ser "verdadera" oposición (cosa que les saldrá
gratis pues es poco probable que prospere alguna de sus propuestas) y,
llegadas las elecciones cuando corresponda, se consumará el sorpasso, destino último de esta "verdadera" izquierda al que lleva casi medio siglo aspirando.
IV.-
C's ha alcanzado el máximo grado de invisibilidad. Los cero diputados
del País Vasco y Galicia han dejado a Rivera mudo. Lo que es peor, nadie
parece tomar en cuenta sus propuestas. Casi como si no las oyeran. Y es
que no se oyen.
V.-
Los indepes catalanes asisten al desarrollo de los acontecimientos en
el Estado como el que lo hace a los de un país vecino. Ellos, subrayan, a
lo suyo. Aprovechando el vacío de poder. Eso no lo dicen, pero es
obvio. Y lo es porque, en efecto, tienen algo suyo, propio, al margen de
España, al margen de si se constituye gobierno o no y de quién y cómo
lo constituya. Por eso pueden escucharse razonamientos muy distintos.
Por ejemplo: nos interesa que gobierne Rajoy porque es un fabricante de
independentistas; o nos interesa que gobierne Sánchez (o el PSOE, en
general) porque siempre será más fácil entenderse con la izquierda. Lo
primero es cierto, pero incómodo. Lo segundo es falso pero inofensivo.
Para el PDC y ERC así como la CUP en Cataluña, es indiferente quién
gobierne en España. Lo preocupante, sin embargo, es que la deriva del
PSOE hacia alguna forma de "salvación nacional" venga ya propiciada por
esta crisis del antiguo partido de Pablo Iglesias.
Y, a partir de mañana, hablamos de la Gürtel.
El aquelarre de ayer en Ferraz fue algo
más que la penúltima bronca en un partido muy acostumbrado a este tipo
de movidas. Fue asimismo el preparativo de la batalla que el
nacionalismo español se apresta a dar al catalán. Los prolegómenos de la
confrontación en serio entre Cataluña y España. Y la posición que en
ella corresponda al socialismo se dirimió ayer entre gritos y susurros
en Ferraz. Lo de menos es ahora lo que pase en el PSOE y si será o no
capaz de recomponerse. El nacionalismo español ha conseguido lo que se
proponía: ponerlo al servicio del PP para que este encabece la respuesta
española al reto catalán ya que no se fía de la organización socialista.
Claro
ya como la luz del día: lo que costó la cabeza a Pedro Sánchez, hombre
aupado por los socialistas de derechas (Rubalcaba, González, etc), fue
encastillarse en el NO es NO y, sobre todo, levantar la sospecha de que
estaba dispuesto a hablar con los indepes catalanes. ¿Quiénes se
confabularon para cortársela? La derecha en pleno (PP, bancos, empresas,
gentes de orden), los medios de comunicación, con El País como
buque tabloide principal y los caciques socialistas de la España
profunda, la que más tiene que perder si Cataluña se independiza:
Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha sobre todo. Que esta cohorte
de representantes de la España oligárquica, caciquil y parasitaria
(sector progre, claro, aunque no mucho) esté encabezada por una persona
tan de sainete como Susana Díaz es anecdótico.
El daño al PSOE es
inmenso, sí. Pero que este aparezca mangoneado por una pobre insensata
portacirios es lo de menos. Más grave es que González haya perdido ya su
última pretensión de estar por encima de banderías y aparezca ahora
embarrado en la porquería de esta bajuna reyerta. Y aun así, tampoco es
lo peor. González nunca tuvo la categoría que sus partidarios y él mismo
le otorgaban. Siempre fue un tipo de bando. Ayer quedó claro, aunque
él, astutamente, se quitó de en medio y dejó todo el protagonismo del
lamentable espectáculo a Díaz.
¿Puede
recuperarse el PSOE? ¿Por qué no? Dependerá de cómo se jueguen las
bazas en el próximo y medio futuro. De si Sánchez vuelve a presentarse,
si la militancia lo apoya y otros imponderables. El más complicado de
todos es que escasamente podrá hacer algo si no se atreve a plantear un
cambio doctrinal de importancia en el asunto que realmente está en
juego: Cataluña. Pretender una vuelta en primarias con un programa de
saneamiento interno y sin replantear la cuestión esencial fuera inútil.
El problema es que será tarde pues, cuando esa regeneración interna
quiera hacerse, el PSOE irá ya a remolque de la aventura en que el PP
quiera meter al país a cuenta de Cataluña..
Los
golpistas sacrificaron el PSOE y se sacrificaron a sí mismos para
entregar el centenario partido a la derecha y ahora andan diciendo con
la boca chica que NO seguirá siendo NO. Es mentira. Será que sí. No hay
alternativa. La han dinamitado.
Como
han dinamitado la posibilidad de unas terceras elecciones. Quieren el
gobierno de la derecha para que esta sea quien encabece la reacción
española anticatalana, que es el meollo de esta trifulca socialista. Es
una pena que la izquierda española sea radicalmente incapaz de tener una
visión del país distinta de la de la derecha franquista
nacionalcatólica. Pero es así. Pregunten ustedes a un reaccionario
convencido de ser muy progre como Rubalcaba qué fue de su "federalismo".
El mismo Rubalcaba que probablemente haya redactado el editorial de hoy
de El País, "la hora de la unidad",
un prodigio de hipocresía y mala baba hacia un secretario general que,
aunque sin muchas luces, acabó creyéndose la decencia de su papel, como
el general della Rovere.
La
situación es de una curiosa complejidad. Hay quien dice que ofrece
nuevas posibilidades a Podemos. Quizá pero estos todavía se encuentran
en un estadio ideológico más primitivo que el de los socialistas y es
dudoso que extraigan conclusiones válidas de la experiencia. Aunque
sobre ellos, igual que sobre la reacción de los indepes catalanes,
volveremos en breve chez Palinuro.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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