lunes, 3 de octubre de 2016

Borrascas / Ramón Cotarelo *

En esta semana echan a andar el juicio de la Gürtel y la gestora del PSOE. Dos asuntos de grueso calibre que afectan a los dos partidos dinásticos, pilares de un bipartidismo que estará en las últimas, como se dice, pero ocupa todo el escenario. Se añade el permanente crescendo del proceso catalán y la conciencia de vacío político español. El horizonte no luce brillante. Estamos disfrutando de las consecuencias de la decisión más equivocada de los últimos tiempos: el "no" de Podemos a Sánchez en marzo pasado. Según opciones y circunstancias, el presente pinta más o menos así:

I.- El PP ha mantenido silencio durante la agitada crisis del PSOE. Hasta habrá contenido el aliento. Derrotado Sánchez, se abren perspectivas a un gobierno de Rajoy. Algunos auguran que, dado el descalabro del PSOE, no solo puede aquel formar gobierno sino hacerlo en condiciones cómodas, exigiendo garantías al otro. Puede jugar con la amenaza de unas terceras elecciones que, ahora sí, al no tener líder, serían malas para el PSOE. También es cierto que ese gobierno habrá de actuar en un contexto social marcado por los escándalos judiciales del PP y bajo la continua amenaza de que una vuelta procesal impensada en uno de ellos ponga en un brete al gobierno o a su presidente. A este no parece importarle gran cosa, pero la situación sería verdaderamente chunga.

II.- El PSOE cuenta con veinte días para adoptar una decisión endemoniada, la de cómo abstenerse con un partido en el que el NO es NO sigue siendo dominante. Como el plante de los 17 se hizo con esta finalidad, al final, la abstención saldrá y el PSOE tendrá que afrontar tiempos muy difíciles de los que no está nada claro que vaya a salir. 137 años pueden irse al garete en una legislatura que probablemente será caótica. Las condiciones no son las más adecuadas para la recomposición que pretende la comisión gestora. La fractura del partido ha quedado clara. Predomina el Sur. El PSOE es un partido andaluz. El peso catalán se ha esfumado. El PSOE ya no "vertebra" España. Ni nadie, en realidad. De haber primarias, quizá se presente de nuevo Sánchez por aquello del apoyo de las bases. Pero si lo hace sin revisar su intransigente actitud hacia Cataluña, su posible triunfo no ayudaría a resolver el problema que provocó su destitución.

III.- Podemos está en la corriente de la historia, pero no tiene mucho que decir. Aunque se pasa el día de plató en plató contando esa melopea de la mano tendida y la necesidad de que el PSOE se decida. Podemos solo podía ir en alianza con el PSOE, justo la posibilidad que rechazó. Ahora que el PSOE ha implosionado, ni con él puede contar. Será preciso pasar cuatro años en la oposición. Para muchos de sus miembros, es una buena oportunidad: demostrarán ser "verdadera" oposición (cosa que les saldrá gratis pues es poco probable que prospere alguna de sus propuestas) y, llegadas las elecciones cuando corresponda, se consumará el sorpasso, destino último de esta "verdadera" izquierda al que lleva casi medio siglo aspirando.

IV.- C's ha alcanzado el máximo grado de invisibilidad. Los cero diputados del País Vasco y Galicia han dejado a Rivera mudo. Lo que es peor, nadie parece tomar en cuenta sus propuestas. Casi como si no las oyeran. Y es que no se oyen.

V.- Los indepes catalanes asisten al desarrollo de los acontecimientos en el Estado como el que lo hace a los de un país vecino. Ellos, subrayan, a lo suyo. Aprovechando el vacío de poder. Eso no lo dicen, pero es obvio. Y lo es porque, en efecto, tienen algo suyo, propio, al margen de España, al margen de si se constituye gobierno o no y de quién y cómo lo constituya. Por eso pueden escucharse razonamientos muy distintos. 
 
 Por ejemplo: nos interesa que gobierne Rajoy porque es un fabricante de independentistas; o nos interesa que gobierne Sánchez (o el PSOE, en general) porque siempre será más fácil entenderse con la izquierda. Lo primero es cierto, pero incómodo. Lo segundo es falso pero inofensivo. Para el PDC y ERC así como la CUP en Cataluña, es indiferente quién gobierne en España. Lo preocupante, sin embargo, es que la deriva del PSOE hacia alguna forma de "salvación nacional" venga ya propiciada por esta crisis del antiguo partido de Pablo Iglesias.

Y, a partir de mañana, hablamos de la Gürtel. 
 
 
 
 
El aquelarre de ayer en Ferraz fue algo más que la penúltima bronca en un partido muy acostumbrado a este tipo de movidas. Fue asimismo el preparativo de la batalla que el nacionalismo español se apresta a dar al catalán. Los prolegómenos de la confrontación en serio entre Cataluña y España. Y la posición que en ella corresponda al socialismo se dirimió ayer entre gritos y susurros en Ferraz. Lo de menos es ahora lo que pase en el PSOE y si será o no capaz de recomponerse. El nacionalismo español ha conseguido lo que se proponía: ponerlo al servicio del PP para que este encabece la respuesta española al reto catalán ya que no se fía de la organización socialista.

Claro ya como la luz del día: lo que costó la cabeza a Pedro Sánchez, hombre aupado por los socialistas de derechas (Rubalcaba, González, etc), fue encastillarse en el NO es NO y, sobre todo, levantar la sospecha de que estaba dispuesto a hablar con los indepes catalanes. ¿Quiénes se confabularon para cortársela? La derecha en pleno (PP, bancos, empresas, gentes de orden), los medios de comunicación, con El País como buque tabloide principal y los caciques socialistas de la España profunda, la que más tiene que perder si Cataluña se independiza: Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha sobre todo. Que esta cohorte de representantes de la España oligárquica, caciquil y parasitaria (sector progre, claro, aunque no mucho) esté encabezada por una persona tan de sainete como Susana Díaz es anecdótico. 
 
El daño al PSOE es inmenso, sí. Pero que este aparezca mangoneado por una pobre insensata portacirios es lo de menos. Más grave es que González haya perdido ya su última pretensión de estar por encima de banderías y aparezca ahora embarrado en la porquería de esta bajuna reyerta. Y aun así, tampoco es lo peor. González nunca tuvo la categoría que sus partidarios y él mismo le otorgaban. Siempre fue un tipo de bando. Ayer quedó claro, aunque él, astutamente, se quitó de en medio y dejó todo el protagonismo del lamentable espectáculo a Díaz.

¿Puede recuperarse el PSOE? ¿Por qué no? Dependerá de cómo se jueguen las bazas en el próximo y medio futuro. De si Sánchez vuelve a presentarse, si la militancia lo apoya y otros imponderables. El más complicado de todos es que escasamente podrá hacer algo si no se atreve a plantear un cambio doctrinal de importancia en el asunto que realmente está en juego: Cataluña. Pretender una vuelta en primarias con un programa de saneamiento interno y sin replantear la cuestión esencial fuera inútil. El problema es que será tarde pues, cuando esa regeneración interna quiera hacerse, el PSOE irá ya a remolque de la aventura en que el PP quiera meter al país a cuenta de Cataluña..

Los golpistas sacrificaron el PSOE y se sacrificaron a sí mismos para entregar el centenario partido a la derecha y ahora andan diciendo con la boca chica que NO seguirá siendo NO. Es mentira. Será que sí. No hay alternativa. La han dinamitado.

Como han dinamitado la posibilidad de unas terceras elecciones. Quieren el gobierno de la derecha para que esta sea quien encabece la reacción española anticatalana, que es el meollo de esta trifulca socialista. Es una pena que la izquierda española sea radicalmente incapaz de tener una visión del país distinta de la de la derecha franquista nacionalcatólica. Pero es así. Pregunten ustedes a un reaccionario convencido de ser muy progre como Rubalcaba qué fue de su "federalismo". El mismo Rubalcaba que probablemente haya redactado el editorial de hoy de El País, "la hora de la unidad", un prodigio de hipocresía y mala baba hacia un secretario general que, aunque sin muchas luces, acabó creyéndose la decencia de su papel, como el general della Rovere.

La situación es de una curiosa complejidad. Hay quien dice que ofrece nuevas posibilidades a Podemos. Quizá pero estos todavía se encuentran en un estadio ideológico más primitivo que el de los socialistas y es dudoso que extraigan conclusiones válidas de la experiencia. Aunque sobre ellos, igual que sobre la reacción de los indepes catalanes, volveremos en breve chez Palinuro.
 
 
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
 

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