Rajoy se ha marchado de España como alma que lleva el diablo y les ha
dicho a los de su partido, que fueron a despedirle como si cantaran
‘con flores a María’, lo mismo que le dijo el general MacArthur a los
filipinos: ‘volveré’.
Afirmación que no sabemos si es una amenaza o un consuelo porque tras
la aparente unidad del politburó del PP se empiezan a detectar
movimientos orquestales en la oscuridad ante la noticia de la ruptura
del efímero noviazgo de Rajoy con Rivera tras las fallida investidura.
En cuyo acto final casi llegan a las manos Albert y Rafael, el portavoz
del PP en el Congreso (‘no me provoque’) que fue puesto ahí por Rajoy
precisamente para eso, para provocar.
Con la misma y alevosa intención con la que colocó a Rato en Bankia,
metió a Rita en la diputación permanente del Senado o acaba de poner a
Soria en el Banco Mundial ante el espanto general de los ciudadanos de a
pie, ‘la gente’ como dice Iglesias, e incluso de su propio partido.
Los que se preguntan presos de estupor si Sánchez logrará articular
un ‘menage a trois’ con Iglesias y Rivera sobre un pacto de mínimos para
echar a Rajoy y al PP de la Moncloa, el Gobierno TVE, el CNI, la
Fiscalía del Estado y esos miles numerosos cargos públicos que aún
continúan ocupando ‘en funciones’ los dirigentes del PP.
De lo que le pase al PP solo tiene culpa don Mariano que ahora huye
de su muerte política como el protagonista aquel de ‘Las tribulaciones
de un chino en China’ del genial e imaginativo Julio Verne. El que
incluso tiene escrito un cuento sobre los monos de Gibraltar aunque su
mente prodigiosa no consiguió adivinar las consecuencias del Brexit para
los macacos de la Roca.
Rajoy nunca debió presentarse de candidato a las elecciones del 26-J.
Un renovado dirigente de su partido, ajeno al tiempo de Rajoy, habría
ganado los comicios con mejores resultados y logrado la investidura con
la abstención del PSOE. Y eso lo sabía Mariano pero el mandarín del PP
ejerce el poder con mano de hierro, teme a los jueces como si fueran un
nublado y no dio el paso atrás como no lo dará en terceras elecciones,
sobre todo si Sánchez vuelve a ser su competidor.
Desde China Rajoy ha declarado que seguirá en la brecha y desea otra
investidura. Pero sabe que es imposible por su ruptura con C’S desde
donde Albert Rivera le ha pedido otro ‘candidato viable’ al PP, a lo que
Rajoy contesta diciendo que nadie le ha dicho eso a la cara por más que
él se lo ha oído en directo a Rivera en el Congreso de los Diputados.
El tiempo de Rajoy se agota y apenas le quedan dos salidas: ofrecer
él un nuevo candidato del PP a la investidura o avanzar impávido hacia
las terceras elecciones como su última oportunidad. La que, si llegan
esos comicios, debería declinar a favor de otro u otra dirigente del PP
si no quiere que siga el bloqueo nacional del que tanto despotrica y
que, finalmente, sus adversarios se conjuren para ponerle punto final.
(*) Pseudónimo de un veterano y prestigioso periodista cordobés
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