Después de dos investiduras fracasadas, el Rey Felipe VI deberá abrir
una nueva ronda de consultas con los líderes políticos nacionales en
pos de buscar una salida, hoy invisible, al bloqueo institucional del
país que parece encaminarse hacia unas terceras elecciones salvo que
antes del 31 de octubre un candidato alcance la confianza mayoritaria
del Congreso de los Diputados lo que al día de hoy no parece posible.
Lo que está claro es que el monarca no debe, ni aunque se lo pidan,
nominar a ningún nuevo candidato a la investidura que no esté en
condiciones de salir airoso de esa prueba en el Parlamento, lo que al
día de hoy no se ve por ninguna parte. De ahí que el Rey tiene que ser
muy cauto a la hora de hacer propuestas porque las dos que envió al
Congreso de los Diputados han resultado sendos fracasos y eso daña
también la imagen de la Corona.
De manera que Felipe VI debe solicitar a los partidos mayoritarios,
PSOE y PP, que son los únicos que podrían liderar otro proceso de
investidura, que le ofrezcan un proyecto que tenga asegurada una mayoría
de escaños antes que el monarca envíe al Parlamento la que será su
tercera propuesta de un candidato para reclamar la confianza de la
Cámara.
Naturalmente, lo ocurrido con Rajoy en la segunda y fallida intentona
de investidura constituye un punto de inflexión porque en ella el PSOE
que lidera Pedro Sánchez ha dinamitado todos los puentes de diálogo con
el PP y no solo con Rajoy, y porque la mayoría minoritaria de los 170
escaños que presentó Rajoy ha desaparecido nada mas fracasar la segunda
votación, una vez que C’s rompió su pacto con el PP y que su líder
Albert Rivera le reclamó a los ‘populares’ un candidato ‘viable’ que no
sea Mariano Rajoy.
Al fondo de todo ello solo se vislumbra un salida posible: que el
pacto entre PP y PSOE que son los partidos que pueden evitar las
terceras elecciones se negocie con la perspectiva de dos nuevos líderes
que no sean ni Rajoy ni Sánchez, si ambos dan un paso atrás en beneficio
del interés general del país. O si les obligan a hacerlo en sus
respectivos partidos. Desde luego si eso no es así y hay terceras
elecciones Rajoy y Sánchez deberían de desaparecer del cartel electoral
del PP y del PSOE para de esa manera favorecer los pactos y la
gobernabilidad.
Ahora bien ¿quién les pone el cascabel a Sánchez y Rajoy? El Rey
desde su función moderadora puede hacer sugerencias al respecto pero con
sumo cuidado y respeto a la autonomía interna y democrática de cada
partido político. Pero el monarca también debe cuidar su prestigio y
ello le obliga a mantenerse firme en negar la nominación a cualquier
candidato que no acredite previamente que tiene asegurados los votos y
escaños para gobernar.
Es verdad que son muchas las lagunas legales e institucionales que,
en la ausencia del bipartidismo dominante de los pasados años, ahora nos
impiden facilitar la formación del gobierno. O que el Jefe el Estado
tal y como ocurre en otros países de la UE proponga formalmente la
figura del negociador o un ‘explorador’ de posibles alianzas antes de
ofrecer al Parlamento el nombre del candidato a presidente del Gobierno.
Esa función de tanteo previo de un enviado especial del Rey es hoy
posible y recomendable siempre que la acepten el PSOE y el PP y se
desarrolle con la mayor discreción.
A sabiendas además de que a igual que en ciertas naciones de la UE
–recuérdese el caso de Mario Monti en Italia- en España se podría pactar
la presidencia de un candidato ‘independiente’ que ponga en marcha el
país, con una mandato limitado en el tiempo y con medidas legislativas y
reformas acordadas lo que tampoco estaría nada mal. Sobre todo a
sabiendas que esas terceras y amenazantes elecciones podrían ofrecer un
resultado parecido al actual convirtiendo en dramática pesadilla el
vigente bloqueo institucional.
(*) Periodista
No hay comentarios:
Publicar un comentario