sábado, 3 de septiembre de 2016

El Rey debe exigir garantías para nombrar otro candidato / Pablo Sebastián *

Después de dos investiduras fracasadas, el Rey Felipe VI deberá abrir una nueva ronda de consultas con los líderes políticos nacionales en pos de buscar una salida, hoy invisible, al bloqueo institucional del país que parece encaminarse hacia unas terceras elecciones salvo que antes del 31 de octubre un candidato alcance la confianza mayoritaria del Congreso de los Diputados lo que al día de hoy no parece posible.

Lo que está claro es que el monarca no debe, ni aunque se lo pidan, nominar a ningún nuevo candidato a la investidura que no esté en condiciones de salir airoso de esa prueba en el Parlamento, lo que al día de hoy no se ve por ninguna parte. De ahí que el Rey tiene que ser muy cauto a la hora de hacer propuestas porque las dos que envió al Congreso de los Diputados han resultado sendos fracasos y eso daña también la imagen de la Corona.

De manera que Felipe VI debe solicitar a los partidos mayoritarios, PSOE y PP, que son los únicos que podrían liderar otro proceso de investidura, que le ofrezcan un proyecto que tenga asegurada una mayoría de escaños antes que el monarca envíe al Parlamento la que será su tercera propuesta de un candidato para reclamar la confianza de la Cámara.

Naturalmente, lo ocurrido con Rajoy en la segunda y fallida intentona de investidura constituye un punto de inflexión porque en ella el PSOE que lidera Pedro Sánchez ha dinamitado todos los puentes de diálogo con el PP y no solo con Rajoy, y porque la mayoría minoritaria de los 170 escaños que presentó Rajoy ha desaparecido nada mas fracasar la segunda votación, una vez que C’s rompió su pacto con el PP y que su líder Albert Rivera le reclamó a los ‘populares’ un candidato ‘viable’ que no sea Mariano Rajoy.

Al fondo de todo ello solo se vislumbra un salida posible: que el pacto entre PP y PSOE que son los partidos que pueden evitar las terceras elecciones se negocie con la perspectiva de dos nuevos líderes que no sean ni Rajoy ni Sánchez, si ambos dan un paso atrás en beneficio del interés general del país. O si les obligan a hacerlo en sus respectivos partidos. Desde luego si eso no es así y hay terceras elecciones Rajoy y Sánchez deberían de desaparecer del cartel electoral del PP y del PSOE para de esa manera favorecer los pactos y la gobernabilidad.

Ahora bien ¿quién les pone el cascabel a Sánchez y Rajoy? El Rey desde su función moderadora puede hacer sugerencias al respecto pero con sumo cuidado y respeto a la autonomía interna y democrática de cada partido político. Pero el monarca también debe cuidar su prestigio y ello le obliga a mantenerse firme en negar la nominación a cualquier candidato que no acredite previamente que tiene asegurados los votos y escaños para gobernar.

Es verdad que son muchas las lagunas legales e institucionales que, en la ausencia del bipartidismo dominante de los pasados años, ahora nos impiden facilitar la formación del gobierno. O que el Jefe el Estado tal y como ocurre en otros países de la UE proponga formalmente la figura del negociador o un ‘explorador’ de posibles alianzas antes de ofrecer al Parlamento el nombre del candidato a presidente del Gobierno. Esa función de tanteo previo de un enviado especial del Rey es hoy posible y recomendable siempre que la acepten el PSOE y el PP y se desarrolle con la mayor discreción.

A sabiendas además de que a igual que en ciertas naciones de la UE –recuérdese el caso de Mario Monti en Italia- en España se podría pactar la presidencia de un candidato ‘independiente’ que ponga en marcha el país, con una mandato limitado en el tiempo y con medidas legislativas y reformas acordadas lo que tampoco estaría nada mal. Sobre todo a sabiendas que esas terceras y amenazantes elecciones podrían ofrecer un resultado parecido al actual convirtiendo en dramática pesadilla el vigente bloqueo institucional.


(*) Periodista



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