A veces, al comienzo de algún acto
público, cuando ha sucedido alguna desgracia, se empieza guardando un
minuto de silencio en señal de duelo y tristeza. Hoy me he regalado a mi
mismo uno de jolgorio y bullicio en señal de alegría por la segunda y
definitiva derrota del señor de los sobresueldos antes de ponerme con
Palinuro. Ya era hora de que este arrogante, soberbio, engreído e inepto
personaje mordiera el polvo y de forma humillante.
Durante
cuatro inenarrables años, amparado en una mayoría absoluta conseguida a
base de mentiras y quizá también de financiación ilegal, este
politicastro resabiado de casino de pueblo, forjado en los dogmas del
franquismo, gobernó el país como si fuera su huerto trasero. Nombró a
una recua de ministros corruptos o incompetentes hasta la saciedad
(típicos amigos suyos); sometió la RTVE a sus dictados; ignoró y
despreció el Parlamento (de más de cien peticiones de comparecencia,
solo acudió media docena de veces); instrumentalizó todas las
instituciones; interfirió en todos los niveles de la justicia; amparó,
toleró y quizá se benefició de la corrupción de su partido. Su actitud
despreciativa hacia la oposición, autoritaria y fascistoide, es la
responsable de que solo consiguiera sumar a los suyos los votos de C's y
Coalición Canaria. No ser capaz de conseguir el objetivo de la mayoría
en esta situación indica una ineptitud fuera de lo normal.
La
sesión de ayer, al ser más breve, fue también más ágil y permitió que
los oradores actuaran con más naturalidad y soltura reflejando así su
verdadera disposición. El sobresueldos rizó el rizo y consiguió estar
despreciativo, como suele, a la par que pedigüeño y humillado. La
conjunción es difícil, pero nada lo es bastante para un Rajoy que ve
amenazado su sillón. En el colmo de la indignidad, llegó a ofrecer a
Sánchez un pacto "flexible", o sea en los términos que el PSOE dictara.
Todo le vale a cambio de seguir en La Moncloa. Para la derecha la
política solo es atractiva si ella gobierna; pero no le interesa hacer
oposición. Y en la oposición tiene pinta de quedarse, sin embargo.
Sánchez
obtuvo su momento de gloria. Pareciera que la derrota parlamentaria del
Sobresueldos se la hubiera infligido él personalmente. Y algo de eso
hay, pues se vio obligado a defender su NO es NO frente a una verdadera
oleada de gentes que, desde muchas posiciones, presionaba para que se
abstuviera y permitiera un gobierno de la derecha neofranquista, la más
corrupta de Europa. Sanchez aguantó el tirón y ha emergido como el líder
de la izquierda, el único que puede pactar con todos los demás y quien,
por tanto, controla la situación.
Ese
triunfo personal de Sánchez y la buena posición del PSOE han pillado a
Podemos en una posición muy incómoda. No se ha cumplido su primer
vaticinio de que habría una gran coalición. Eso era lo que lel partido
morado quería para impedir terceras elecciones, aniquilar el PSOE y
erigirse en "verdadera" izquierda. No por ello ha pedido disculpas. Como
tampoco las ha pedido por otro vaticinio según el cual el PSOE se
abstendría para facilitar gobierno del PP. Ni por aquella grosera
fórmula de "PSOE-PP la misma mierda es". Todos los más o menos
insultantes pronósticos de Podemos respecto al PSOE han sido falsos.
Y,
al final son los socialistas quienes hegemonizan la izquierda y tienen
la centralidad política. Algo así exaspera a Pablo Iglesias, quien
reaccionó ayer con un ataque de celos y, luego de unas breves
referencias a Rajoy, centró su discurso, a la antigua usanza anguitiana,
en atacar al PSOE con agresividad y con amenazas, exigiéndole que se
pronunciara por un gobierno de izquierda porque quizá no tuviera otra
oportunidad. Resulta absurdo maltratar, zaherir, amenazar a aquel a
quien necesitas para salir adelante, pero así es como están las cosas
con Podemos. Saben estos que unas terceras elecciones los arrasarán y, a
pesar de ello, siguen agrediendo al único partido con el que podrían
llegar a algún sitio.
El
discurso de Rivera es incalificable. Fue una mezcla de gimoteos con
divertidas advertencias y populismo demagógico para consumo de gentes
ociosas. A este hombre le pierde el gusto por hacer frases porque, sin
duda, alguien le ha dicho que es lo que mejor funciona en los medios
audiovisuales. Pero, haciuendo frases se olvida de hilar un dicurso
coherente y, al final, nadie sabe a ciencia cierta cuál sea el objetivo
de C's, fuera de aniquilar el independentismo catalán.
Por
último, un comentario al discurso de Gabriel Rufian. Desde su
estructura misma, el parlamento del político de ERC estaba planteado de
forma distinta, como una serie de preguntas. Es un estilo conceptista:
bueno, breve. Nadie puede responderle porque en el Parlamento español no
hay nadie capaz de darle la réplica.
La
posibilidad de las terceras elecciones no es disparatada, sobre todo si
se confirma el acuerdo entre partidos para no hacerlas en Navidad. Se
entiende que los dos emergentes traten de evitarlas como sea porque los
sondeos les son desfavorables. Lo que no se entiende, en el caso de
Podemos, es por qué ataca al partido con el que quiere aliarse. Si esta
actitud se reitera, lo que deben hacer los socialistas es zanjar todo
debate con una organización que no inspira confianza porque su dirigente
no sabe lo que es la lealtad, e ir directamente a las terceras
elecciones...
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
No hay comentarios:
Publicar un comentario