Cualquiera que haya visto la primera
sesión de la segunda guerra de la investidura habrá llegado a la
conclusión de que el presidente de los sobresueldos ha cosechado lo que
lleva casi cinco años sembrando: oposición, desconfianza. animadversión.
Él, a su vez, ¿qué ha hecho en los últimos ocho meses? Nada o menos que
nada. Hurtó el cuerpo en la primera ronda y ha venido a la segunda a
rastras, tras dilatarla dos meses. No ha tomado ninguna medida, ni
propuesto cambio alguno en sus políticas ultrarreaccionarias ni en las
personas que las llevan a cabo. Y juega con insoportable ramplonería a
chantajear a la gente con la fecha de las terceras elecciones si no se
le elige.
Se
niega a aceptar la evidencia misma: que él es la causa principal del
bloqueo. El bloqueo es su responsabilidad, igual que la corrupción que
caracteriza su partido y su gobierno. Pero así como la corrupción no lo
ha llevado a dimitir por pura decencia personal, tampoco el bloqueo le
motiva a quitarse del medio. Es el absurdo empecinamiento del hombre en
conservar la poltrona y, con ella, el aforamiento, el que tiene
bloqueada la política y paralizado el país.
Bien,
pues miren ustedes las portadas de la prensa de papel de ayer. Parecen
los periódicos del Movimiento Nacional. Todos dicen lo mismo con mala o
con peor intención. Pero lo mismo: el culpable del bloqueo es Pedro
Sánchez. Añadan las tertulias, las radios, las televisiones. Todas
cargan contra él y piden la abstención del PSOE en la segunda vuelta.
Sumen las voces en todos los tonos de diversos prohombres y alguna
promujer, reclamando sentido del Estado a Sánchez para que se abstenga y
permita que gobierne Rajoy, aunque, en frase muy significativa de
González, no lo merezca. Un argumento cuya pretensión de altura
de mira política y moral no puede ocultar su fullería pues, si no se
gobierna por merecimiento, ¿por qué se gobierna? ¿Por la fuerza? ¿Por la
intriga? ¿Por el dinero? Para eso no hacen falta elecciones. Ni
democracia.
En
fin, un agobio para Sánchez que, afortunadamente, no se reiterará hoy
porque hasta los más cerriles "moderados" de todas las tonalidades han
asimilado ya el segundo NO. Por cierto el único ámbito en el que parece
predominar una actitud favorable a Sánchez es en las redes. Espero que
esto no impulse a los trolls de los otros partidos a inundar twitter de
ataques a su persona.
La
refriega retornará mañana. Pero a ella se incorporan un Rajoy derrotado
dos veces y un Sánchez que ha demostrado la tenacidad y la fuerza de
mantenerse frente al aluvión de presiones. Como suele suceder, sus
adversarios minusvaloraron sus cualidades de liderazgo y resistencia. Un
respeto para este hombre que se hizo con la Secretaría General casi de
carambola, llevó al partido al peor desastre electoral de la historia
reciente y acabó unificándolo tras su negativa a facilitar el gobierno
de una derecha corrupta. Negativa con derrota que le ha dado el aura
del vencedor.
Palinuro
no tiene confianza en las capacidades especulativas de Sánchez, no
comparte su actitud dinástica, olvidada la República, ni está de
acuerdo con su nacionalismo español ortodoxo. Un nacionalismo
secularmente fracasado que solo se impone por la fuerza y que lo asimila
al de la derecha con una sola diferencia cuantitativa respecto a la
dureza o flexibilidad de los tratos con ls independentistas. Este
desacuerdo no solo se refiere a cuestiones de principio, a las que es
reacio Sánchez por sus aristas teóricas y, eso, especulativas, sino que
afecta a intereses del mismo PSOE. El nacionalismo español ortodoxo
(variante federal) ha reducido notablemente el voto socialista en
Cataluña pero, justamente, la aportación de diputados catalanes era
esencial para que el PSOE aspirara a la mayoría en San Jerónimo. Tanto
por razones de principio como de conveniencia, el PSOE haría bien en
revisar su actitud frente al independentismo, empezando, desde luego,
por la cuestión del referéndum.
Esta
repentina resistencia opositora del PSOE ha dejado a Podemos aferrado a
una vana ilusión: la de ser el referente obligado de la izquierda y la
oposición a Rajoy. El NO de Sánchez sitúa a los morados en la
precariedad de entrar en una alianza con el PSOE que sería como las
horcas caudinas o ir a unas terceras elecciones que pintan muy sombrías.
No obstante, la jefatura, a la que cuesta ver la realidad, sigue
soltando bravatas. El partido cuyo grupo parlamentario tiene cuatro
portavoces, señala que "desgraciadameente" hay una guerra interna en el
PSOE, pero que ojalá salga íntegro y dispuesto a entregarse a Podemos.
Pero
estos asuntos de la izquierda son ya lo de menos. Tampoco lo es lo de
los independentistas catalanes que, como es lógico, van a su bola. Ahora
lo importante es si en este agitado mes de septiembre se produce algún
acontecimiento que obligue a unos u otros a cambiar de actitud y, quizá
forzar la formación de algún tipo de gobierno o si es mejor ir ya a las
terceras elecciones.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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