viernes, 16 de septiembre de 2016

PP y PSOE, ‘empate técnico’ en corrupción / Pablo Sebastián *

El fiscal anticorrupción que actúa en el caso de los ERE de Andalucía pide en su escrito de acusación seis años de cárcel para José Antonio Griñán y diez años de inhabilitación para Manuel Chaves, ambos expresidentes de Andalucía y expresidentes nacionales del PSOE. Y los dos están afectados por casos relativos a la malversación y fraude de una ingente cantidad de fondos públicos destinados a paliar los efectos del paro, lo que constituye un agravante político y moral que afecta al Partido Socialista.

Que la acusación del fiscal se haya hecho pública en estos días en los que la corrupción del PP campa por sus respetos puede considerarse, y así lo subrayan en el PSOE, una ‘coincidencia intencionada’. Pero tarde o temprano, y en todo caso antes del 15 de octubre, el fiscal tenía que presentar su escrito de manera que estamos ante una variante de dos o tres semanas que resta importancia a este preciso momento procesal.

Nos consta que ni Griñán, ni Chaves ni el PSOE se han enriquecido en este fraude de fondos públicos, aunque sí lo hicieron altos cargos de la Junta afiliados al PSOE y a la UGT. Pero Chaves y Griñán tienen clara y grave responsabilidad política (especialmente Griñán por no haber atendido las reiteradas advertencias de la Intervención del Estado) y una presunta responsabilidad penal que se va a dilucidar en el juicio.

Al fondo de todo ello aparece por enésima vez el grave problema de la corrupción política en España. Y dada la gravedad de todos los casos que afectan al PSOE y al PP -y no digamos a CiU y los Puyol- podemos decir que nadie está en condiciones en estos dos partidos de lanzar una piedra sobre el contrario porque estamos asistiendo a un lamentable y deleznable ‘empate técnico’ en la corrupción.

Y esto ocurre mientras España sigue sin Gobierno y cuando PP y PSOE no encuentran el camino del diálogo y de un pacto político. E incluso cuando nos encaminamos hacia unas terceras elecciones generales en las que nadie del PSOE o del PP podrá acusar a sus adversarios sin que el otro les reproche sus respectivos casos de corrupción.

Es cierto que en las últimas horas y días Mariano Rajoy estaba inmerso en el ojo del huracán por el gratuito escándalo de Soria y del Banco Mundial y más recientemente por la investigación de Barberá por el Tribunal Supremo y por su baja en el PP para esconderse en el grupo mixto del Senado -cosa que no hicieron Chaves ni Griñán- de acuerdo con lo que ella ha pactado con Rajoy a través de Cospedal, para evitar la ruptura del pacto de regeneración que el PP firmó con C’s.

Pero en este momento la entrada en la pista central del circo político español de Chaves y Griñán, aunque sea por asuntos que ocurrieron en tiempos muy anteriores al liderazgo de Pedro Sánchez, ha dirigido las miradas de la opinión pública y la publicada sobre la máxima dirección del PSOE.

De manera que Chaves, Griñán, Soria y Barberá (y Rato y compañía que están a punto de sentarse en el banquillo de Bankia) han empatado el partido de la corrupción, lo que electoralmente solo puede beneficiar a los partidos emergentes de Podemos (donde si tienen buena memoria como se vio cuando Pablo Iglesias desempolvó los GAL) y C’S. Empate que a lo mejor los conforta a los dos pero que al conjunto de españoles les provoca un profundo hastío y malestar ante el continuo espectáculo de una clase política degradada y de baja calidad que para colmo no es capaz de hablar entre si y de pactar en la defensa del interés nacional.


(*) Periodista


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