Ayer noche se consumó la segunda votación de rechazo a la investidura
de Mariano Rajoy como presidente de Gobierno. No va más. Y ahora andan a
la greña PP y PSOE no para evitar el desastre, sino para tratar de
eludir el día de Navidad como fecha para celebrar los comicios malditos
de los que vaya usted a saber qué sale. Comenzó el PSOE a primeros de
agosto anunciando que va a tratar de sacar adelante una ley para acortar
la campaña electoral una semana de modo que nos convoquen a votar el
18. Hoy ha sido el PP el que ha anunciado que hará lo imposible porque
sea así. Literalmente ha dicho que “tomará medidas”.
Si no conociéramos ya el paño de nuestros políticos daría para creer
que están de coña. Pero no, van en serio. Muy en serio. Y se ponen
campanudos delante del micrófono para solemnizar la chorrada. Y tratan
de vender como una heroicidad lo de que van a acortar la campaña en una
semana. Es de broma. Si vivimos en campaña permanente desde hace ya no
se sabe cuánto. Si nuestra vida es una insoportable campaña electoral,
porque además han pillado la crisis del oficio periodístico, y hacen
ellos las portadas y las aperturas de los informativos, a golpe de
declaración, de rueda de prensa, incluso sin preguntas, o de canutazo en
el pasillo con la frase efectiva precocinada, a veces hasta con las
matrices contadas para que entre a tres o cuatro columnas, que se las
saben todas.
Si Dios no lo remedia se vienen las terceras elecciones, y en este
plan, vaya usted a saber si después no llegarán las cuartas. Parece que
unos y otros le están cogiendo gusto a vivir en funciones y a la espera.
Pero el asunto es serio y puede terminar por explotarle en las manos a
todos. El PP se mantiene en lo suyo, con Rajoy cansado, pero en forma. Y
en el PSOE hoy ha salido a la palestra Felipe Gonzalez, Colombia
mediante, que el negocio es el negocio, y propone que ya puestos, el PP
renuncie a Rajoy y presente otro candidato para desbloquear el panorama.
Y en la sede popular se parten, porque conocen al jefe, y saben que a
día de hoy no está por la labor.
Una vez que se consumó el no en la votación de ayer noche habrá que
seguir con atención los movimientos del Rey. Aunque el PSOE se empeñe en
decir que corresponde a Rajoy seguir intentando formar Gobierno, no es
así. A partir de anoche, según la Constitución, es el Rey quien ha
de tomar una decisión. Por más que la responsabilidad de sacar adelante
una investidura sea de los dirigentes políticos. Anoche terminó el
mandato del Rey a Rajoy y Su Majestad deberá
optar por abrir otra ronda de consultas para comunicar al Congreso el
nombre del siguiente candidato. La Constitución sólo limita el tiempo,
dos meses desde que se celebra la primera votación, o sea, desde el
pasado miércoles. A partir de hoy puede repetir Rajoy, mandatar a
Sánchez o a cualquier otro ciudadano español. La otra posibilidad es que
Felipe VI, si no hay ningún candidato con posibilidades reales, deje
pasar el plazo hasta el 31 de octubre para que se proceda a la
disolución de las Cámaras y la convocatoria de las nuevas elecciones.
En la casa Real se insiste en que el Rey “es neutral, no toma
partido, reina pero no gobierna”. No hay declaraciones oficiales, pero a
día de hoy no parece que hasta después de las autonómicas gallegas y
vascas del 25 de septiembre vaya a haber novedades. En función de lo que
pase, sobre todo en el País Vasco, veremos. Mis fuentes me aseguran que
Rajoy volverá a intentarlo. En el entorno de Sánchez se insiste mucho
en que no habrá terceras elecciones, jugando con el silencio al ser
preguntados por si el líder socialista podría intentar presidir un
Gobierno de izquierdas con apoyo de nacionalistas e independentistas.
Ellos sabrán. Lo que yo intuyo es que como el prestigio de la clase
política no es fácil que caiga más abajo, lo que la mala cabeza de ellos
puede provocar es que la cosa afecte ya directamente a todas las
instituciones del Estado, antes de que se hayan recuperado de tantos
embates del pasado reciente. La cosa está que arde. Por su mala cabeza.
(*) Periodista
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