viernes, 2 de septiembre de 2016

Sin alternativa y con fractura nacional / Pablo Sebastián *

Hoy el Congreso de los Diputados puso punto final a la investidura de Mariano Rajoy con un fracaso anunciado de 180 votos en contra y 170 a favor. Si en los próximos 54 días ningún candidato consigue la confianza de la Cámara entraremos en el tiempo de descuento oficial para la celebración de terceras elecciones generales en un año.

Está claro que quien ha bloqueado la formación de un gobierno del PP en minoría con 170 diputados (más de los reunidos en otras anteriores legislaturas) ha sido Pedro Sánchez quien, con un discurso destructivo y ajeno la nueva realidad política, económica y social del país, cerró las puertas a cualquier posibilidad de pacto con el PP y además no ofreció alternativa alguna para salir el bloqueo institucional español.

Luego Sánchez quiere unas terceras elecciones porque piensa que de esa manera él no tendrá que convocar el Congreso del PSOE y correr el riesgo de perder la secretaría general. Al tiempo que considera que en esa ocasión él logrará mejorar sus resultados en menoscabo de Pablo Iglesias aunque las elecciones las seguirá ganando Rajoy y el problema de gobernabilidad seguirá siendo el mismo.

Naturalmente esto es así porque no solo Sánchez, sino el conjunto de los dirigentes políticos nacionales y regionales del PSOE así lo quieren, de lo contrario ya se habría abierto un debate en el seno del Partido Socialista para buscar una solución al boqueo de España que no sea el consabido ‘no es no’.

Pero a pesar de la gravedad de la situación nacional y de llamamientos de políticos históricos del PSOE (González, Zapatero, Rubalcaba, Bono, Solana y Almunia), así como de gobernantes y dirigentes europeos y principales diarios internacionales como Financial Times y New York Times, en el PSOE no se mueve nada ni nadie.

Desde algunos círculos conservadores se les está pidiendo a todos esos dirigentes socialistas, que serían favorables a que se le deje gobernar a Rajoy con ayuda de la abstención de 11 diputados del PSOE, mano dura en contra de Sánchez que ha quedado señalado como el promotor unas terceras elecciones y el autor de una fractura nacional entre PSOE y PP que tendrá graves consecuencias en el presente y el futuro del país, por los riesgos que incluye aplazar la formación del Gobierno a la próxima primavera.

Estamos asistiendo a una fractura nacional política e ideológica que se basa en el reciente discurso de Sánchez de que en España solo puede existir un gobierno de izquierdas o de derechas, lo que contradice del actual espectro político de la Unión Europea donde ¡15 países! tienen coaliciones de gobierno de izquierda y derecha.

De manera que el caso Sánchez se está convirtiendo en un problema que afecta a la estabilidad política y a la convivencia nacional amén de a la unidad de España por la gravedad del desafío catalán en curso y los sorprendentes guiños que desde la actual Ejecutiva del PSOE (Iceta y Batet) han hecho al derecho de autodeterminación o a favor de Otegui.

Lo que tiene mucho que ver con el mimetismo que se está produciendo entre PSOE y Podemos. Una atracción fatal que le tiene obsesionado a Sánchez desde que Iglesias le negó su abstención para permitirle que el pasado día 4 de marzo fuera investido presidente del Gobierno.

De ahí que la cuestión de fondo del no de Sánchez y la ausencia de una alternativa al plan de gobierno del PP tenga raíces que van más allá de su animadversión de Sánchez por Rajoy o su ambición por permanecer al frente del PSOE. El concepto trasnochado y peligroso que Sánchez tiene de las ‘dos España’ y de la relación entre la izquierda y la derecha está en la base del actual desencuentro y fractura nacional.


(*) Periodista


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