lunes, 8 de agosto de 2016

Europa es la tierra de ‘los pueblos de la guerra’, según el EI / Antonio Sánchez-Gijón *

El asesinato, el 26 de julio pasado, del padre Jacques Hamel, párroco de Saint Etienne du-Rouvray, en Normandía, es la punta de un iceberg masivo del que sólo ocasionalmente se dice algo en los medios. Los ataques yihadistas contra las iglesias y símbolos cristianos en Francia es una ocurrencia común, rutinaria, pero sólo los ataques más bárbaros como el del párroco normando son reportados “á la Une” por todos los medios.

La Fèdèration pro Europa Christiana in­forma que en 2015 hubo en Francia 810 ata­ques contra lu­gares de culto cris­tiano y ce­men­te­rios, in­clu­yendo in­cen­dios y robo de ob­jetos li­túr­gi­cos. En 2016 si­guen los ata­ques: contra una pa­rro­quia de Martigues, una iglesia de Saint-Genest, el ce­men­terio de La Chappelle-du-Bard, etc. Y ata­ques ci­ber­né­ticos contra ins­ti­tu­ciones re­li­gio­sas: cien de­bidos a una sola cé­lula, en­ca­be­zada por tu­ne­ci­nos.

La in­su­fi­ciencia de in­for­ma­ción se da tam­bién en torno a un nú­mero in­fi­ni­ta­mente mayor de crí­menes contra cris­tia­nos, co­me­tidos en Oriente Medio por los mismos grupos ideo­ló­gi­co-­re­li­giosos co­no­cidos como ‘yiahdistas’. Respecto de sus actos en aque­llas le­ja­nías, la in­for­ma­ción es po­bre, o busca no ser alar­mante, o no existe.

Sin em­bargo, la eli­mi­na­ción de las co­mu­ni­dades cris­tianas de Iraq y Siria, sea a través de ase­si­natos ma­si­vos, ex­pul­siones de sus ho­ga­res, o re­duc­ción a la es­cla­vitud de sus mu­jeres y niñas, han sido cons­tantes desde que en 2014 se ins­ti­tuyó el lla­mado Estado Islámico. Apenas en el año ac­tual em­pieza a ad­quirir grosor la in­for­ma­ción sobre sus crí­menes a gran es­cala.

Un dos­sier do­cu­mental re­cién pu­bli­cado por el Hudson Institute, de Washington (“The ISIS Genocide of Middle Eastern Christian Minorities and its Jizya Propaganda Ploy”, por Nina Shea, del Center for Religious Freedom, que el Hudson Institute hace suyo) per­mite que a través suyo se tenga ac­ceso a va­rios más, de los que re­salto los si­guien­tes: 1) “Genocide against Christians in the Middle East Report”, por los Knights of Columbus; 2) “Religious Persecution in the Midddle East and its Effect on the UK”, de la bi­blio­teca de la Cámara de los Comunes bri­tá­nica, y 3) el do­cu­mento de la Independent Commission of Inquiry on Syria, ti­tu­lado “They came to des­troy: ISIS Crimes against the Yazidis”, que se centra en esta mi­noría re­li­giosa so­me­tida a tra­ta­mientos ge­no­cidas par­ti­cu­la­res, como secta su­pues­ta­mente he­reje del Islam.

El do­cu­mento prin­cipal del Hudson Institute di­rige una acerba crí­tica contra el úl­timo de esos do­cu­men­tos. Este es el pro­ducto de una co­mi­sión for­mada en la ór­bita de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. La crí­tica se funda en que el in­forme da por su­puesto que en las áreas ocu­padas por el EI los pue­blos no mu­sul­manes pueden aco­gerse al prin­cipio legal de la ‘Jizya’, por el cual pueden vivir li­bre­mente junto a la co­mu­nidad de fieles con sólo pagar un tri­buto a la au­to­ridad is­lá­mica.

Según Nina Shea, la apli­ca­ción de la‘­Jizya’ a los no cre­yentes por parte del EI no es más que un en­gaño pro­pa­gan­dís­tico, que se lanza a la po­bla­ción ‘infiel’ antes de ocupar sus po­bla­cio­nes, para que se so­metan de buen grado para, a con­ti­nua­ción, ex­tor­sio­narlas en sus bie­nes, es­cla­vi­zar­las, des­pla­zarlas o, sim­ple­mente, eli­mi­narlas fí­si­ca­mente. Esta ar­gucia sirve tanto contra los cris­tianos ca­tó­licos o pro­tes­tan­tes, como contra los ya­zi­dis, y tam­bién contra otras mi­no­rías menos no­to­rias, como los sa­beos, man­deos y ka­kais.

La au­tora del in­forme aporta una larga lista de tes­ti­mo­nios. Éstos, bá­si­ca­mente, cons­ti­tuyen la base do­cu­mental sobre la que la Cámara de Representantes y el Senado del Congreso de los Estados Unidos de­ter­mi­naron que las ac­ciones del EI contra las mi­no­rías re­li­giosas cons­ti­tuían actos de “genocidio”. Esta es tam­bién la ac­titud ofi­cial adop­tada por el se­cre­tario de Estado, John Kerry, en re­fe­rencia a los cris­tianos de la pro­vincia de Nínive y las partes de Siria ocu­padas por el EI.

El in­forme aporta una larga lista de tes­ti­mo­nios de ata­ques pro­du­cidos desde 2010, aunque ad­vierte de que el inicio de los ata­ques sec­ta­rios contra otras re­li­giones puede da­tarse en 2004, cuando las igle­sias de Bagdad fueron blanco de ac­ciones te­rro­ristas per­pe­tradas por Al-Qaida en Iraq, el Estado Islámico de Iraq y mi­li­cias chii­tas.

La ‘jizya’ tuvo largos pe­riodos de vi­gencia legal bajo los di­fe­rentes ca­li­fas, reyes y sul­tanes del Islam, al­ter­nando con pe­riodos de re­pre­sión y sus­pen­sión de sus pro­vi­sio­nes. El sultán turco sus­pendió la ‘jizya’ de­fi­ni­ti­va­mente, bas­tantes años antes de la caída de su im­pe­rio, pro­du­cido en el se­gundo de­cenio del siglo pa­sado. Los arre­glos co­lo­niales pos­te­riores a la pri­mera guerra mun­dial, bajo la he­ge­monía de po­ten­cias oc­ci­den­ta­les, pro­te­gieron las mi­no­rías cris­tianas de Oriente Medio frente a las ma­yo­rías mu­sul­ma­nas, ase­gu­rán­do­les, bajo ciertas con­di­ciones po­lí­ticas ofre­cidas por go­ber­nantes oc­ci­den­ta­li­zados en mayor o menor me­dida, pa­peles sig­ni­fi­ca­tivos en los ám­bitos de la cul­tura y los ne­go­cios. El hecho de que su status ju­rí­dico es­tu­viese ga­ran­ti­zado por au­tó­cratas lai­cos, como al-Assad padre e hijo y Sadam Hussein, no les ha fa­vo­re­cido en las nuevas cir­cuns­tan­cias geo­po­lí­ticas de Oriente Medio.

Este dra­má­tico giro de la his­toria viene re­pre­sen­tado en el in­forme de Nina Shea: “No hay pruebas de que ISIS haya sa­tis­fecho las obli­ga­ciones del ca­li­fato bajo un acuerdo de ‘jizya’. De he­cho, in­de­pen­dien­te­mente de cual­quier pago hecho por los cris­tia­nos, el ISIS prohíbe y cas­tiga el culto cris­tiano, ataca a los cris­tianos y a sus fa­mi­lias, y roba sus pro­pie­da­des… Lo que el ISIS llama ’jizya’ – sigue di­ciendo Shea - es sim­ple­mente ex­tor­sión y di­nero de res­cate, que en el mejor de los casos ase­gura una pro­tec­ción pa­sa­jera contra los ata­ques del ISIS”.

La fal­sedad de las su­puestas ga­ran­tías ofre­cidas por el EI queda pro­bada, según el do­cu­mento, por el hecho de que Abu Omar al-­Bag­dadí, el au­to­pro­cla­mado ‘califa’ de los mu­sul­ma­nes, de­claró en marzo de 2007 que el pacto bajo la ‘jizya’ era “nulo y sin con­te­ni­do”, y que los “pueblos del Libro son (ahora) pue­blos de la gue­rra, y por lo tanto sin de­recho a pro­tec­ción”.

Si los cris­tia­nos, aña­día, desean paz y se­gu­ri­dad, “deben ini­ciar una nueva era bajo el Estado del Islam, de acuerdo con las es­ti­pu­la­ciones de Omar (el ca­lifa Omar de la his­to­ria), que ellos han anu­la­do”.

El juicio que a la au­tora del in­forme le me­rece la pro­mesa de Omar se re­sume en el si­guiente pá­rrafo: “Tal como la en­tiende el ISIS, (la ‘jizya’) es casi siempre equi­va­lente a la ex­tor­sión, y pre­ludio o se­cuela de vio­lencia contra los cris­tia­nos. En Nínive, la exi­gencia de la ‘jizya’ fue el paso previo a las ma­tan­zas, se­cues­tros, vio­la­ciones y la ex­pro­pia­ción de la po­bla­ción cris­tiana… En Raqqa la oferta fue hecha des­pués de que el ISIS hu­biese ce­rrado las igle­sias, que­mado las bi­blias y se­cues­trado los sa­cer­do­tes”.

Los he­chos ex­puestos en los an­te­riores do­cu­mentos mues­tran que las re­li­giones po­seen una na­tu­ra­leza in­trín­seca que las dota de un enorme al­cance geo­po­lí­tico, in­sos­pe­chado en tiempos de paz pero en carne viva en tiempos de crisis re­li­giosa. Dado que en Oriente Medio se cruzan gue­rras de va­riada na­tu­ra­leza (política, geo­po­lí­tica, sec­ta­ria, so­cial, etc.), para los con­ten­dientes se trata de una guerra total dentro del ám­bito de su propia di­men­sión. Y dado que el EI tiene plan­teada esa guerra total en nombre de un ca­li­fato uni­ver­sal, su con­se­cuencia inexo­rable es la ex­ten­sión de la guerra a los te­rri­to­rios donde do­minan las re­li­giones abra­zadas por los “pueblos del li­bro”. Bajo esa vi­sión, Europa, el te­rri­torio cris­tiano por an­to­no­ma­sia, es en con­se­cuencia ‘un pueblo de la gue­rra’.


(*) Periodista


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