jueves, 11 de agosto de 2016

Ya tal veremos / Ramón Cotarelo *

 
Según avanza el sainete de la investidura, más y mejor se expresa el inimitable carácter de Rajoy. Nada está nunca claro, sino todo confuso, sin término, pendiente de nadie sabe qué. La pauta es esperar el punto de podredumbre. A base de no decir, no hacer y, probablemente, no pensar. El país se gobierna como la Diputación de Pontevedra, porque lo local es universal, según se prueba en el Quijote, lectura que, lamentablemente, no puede aventajar al Marca. La dignidad del cargo, medida según el criterio de Rajoy y no el de los demás, exige reposo y circunspección. 
 
Si quisiera ir rápido, Rajoy podría hacer esa consulta por medios telemáticos, que se lo expliquen. Pero no es el caso. Hay que seguir aguardando y ese mozo, Rivera, puede enfriar sus prisas ya que sus seis condiciones se estudiarán en su momento en el órgano correspondiente. Y, luego ya se verá. Que se asen a la parrilla de agosto estos impertinentes. Además, si se fracasa en la composición de gobierno, pues los vascos y los catalanes no dan sus brazos a torcer, siempre se puede culpar a Sánchez y lanzar al país a las terceras elecciones.

La joven promesa Rivera lleva camino de ser la novia en todos los matrimonios ratos y acabar como muerto en el funeral, apenas bautizado. Parece un becario en busca de un hueco en la empresa. Su función es la del señuelo: hay que poner al PSOE a tiro del PP con la abstención. Cómo son las cosas. Pesan más 85 abstenciones que 32 votos contantes y sonantes de unos diputados complacientes, dispuestos a decir lo que les indiquen. 170 votos reúne Rajoy y, si vascos y catalanes e tutti quanti se mantienen en el "no", la abstención del PSOE es vital para Rajoy. Rivera seguramente es muy responsable en su vida privada pero en la pública, sin el PSOE, no pinta nada.

En su ayuda llega Felipe González con una injerencia descomunal que ha sonado como un trallazo entre su propia peña. Porque, al decir que el acto de Rivera es el primero responsable tacha de irresponsables los de los demás, incluidos los de la dirección de su partido. Me atrevo a decir que González ha perdido el escaso respeto de que aún gozaba entre los militantes y votantes socialistas. Los órganos colegiados han protestado. La defensa del expresidente es clara: ¿acaso no tiene derecho a expresar su opinión personal sobre un dirigente político? Por supuesto. Como si quiere decir que Rajoy supera a Demóstenes. En efecto, es su opinión personal. Punto.

Pero NO es NO.

Los de Podemos bombardean al PSOE desde sus muchos medios con la cantinela de que mire a la izquierda, que "los números dan". Pero no hacen nada por ser más específicos, por proponer algún tipo de diálogo o intercambio. En el fondo prefieren que el PSOE facilite el gobierno del PP porque, si se forma uno de izquierdas, él tendrá que realizar una función secundaria, algo que los estrategas del sorpasso (la única razón de ser de Podemos) no pueden soportar.

En el PSOE, en este momento, están como en El Álamo, que no se rinde. NO es NO. Y si es NO, Rajoy no podrá formar gobierno y el sainete entrará en un fase agitada. El presidente de los sobresueldos no querrá ir a la investidura, pero tampoco querrá no ir a la investidura, no habrá fecha para la investidura ni para nada. Se terminarán las vacaciones, llegará un septiembre explosivo en Cataluña mientras en España no habrá gobierno ni tampoco fecha para unas elecciones inevitables. Y todo porque las cosas no han alcanzado el punto de podredumbre en el que Rajoy toma una decisión. 
 
 
 
 
I. Muchos comunistas emplean el término "anticomunismo", al que suelen añadir el refuerzo de "visceral", como una descalificación no necesitada de más precisiones. El anticomunista se condena solo. Es un irracional, movido por oscuros intereses, probablemente un frenético reaccionario, en último término un enfermo mental. Por eso, en la Unión Soviética no era raro que recluyeran a los anticomunistas en psiquiátricos. Sin embargo, el anticomunismo puede ser, y es, una actitud muy racional, equilibrada, democrática y legítima. Como el antifascismo o el antibelicismo o el anticlericalismo. Puede ser -y es- tan normal y aceptable como el comunismo, el feminismo o el animalismo. Cierto que hay anticomunistas viscerales. Como hay comunistas viscerales. Que los anticomunistas tengan vísceras no quiere decir que todos piensen con ellas. Igual que los comunistas.

II. El anticomunismo suele ser contrario al marxismo-leninismo, al que muchos comunistas (unos más claramente que otros) consideran la esencia de su doctrina y también del marxismo. Pero esa visión no tiene por qué ser cierta. Otros pueden considerar que el marxismo-leninismo es una deformación, una interpretación errónea y hasta una caricatura del marxismo. Y eso no los convierte en reaccionarios ni en agentes de la CIA. Para los dogmáticos, todo lo que no es el dogma es error o traición. Para otros, el error puede estar en el dogma. La Iglesia católica, muy parecida al comunismo en estos predicamentos, es un buen ejemplo.

III. El marxismo-leninismo, el bolchevismo, el comunismo surge en oposición al socialismo democrático de la II Internacional, acusado de traición; en oposición a la socialdemocracia. Esa fue la gran división del movimiento obrero en el siglo XX con una socialdemocracia poderosa (hoy muy alicaída) y un comunismo enclenque. En la mayoría de los países occidentales, excepto España, Portugal y algún otro, el comunismo ha desaparecido o se ha disfrazado de otra cosa. Pero en él vive el enfrentamiento originario y un notable revanchismo que suele llevarlo a romper la unidad de la izquierda y facilitar el gobierno de la derecha.

IV. Resulta sorprendente que una doctrina fracasada (ha hecho incluso algo peor que fracasar) en todas las partes en donde se ha practicado, siga teniendo tan relativa buena prensa. Rara vez se recuerdan las monstruosidades de los países del comunismo realmente existente. Apenas se reconoce el hundimiento del comunismo como un efecto de lo erróneo de su doctrina. Se rechaza por falsa (y anticomunista visceral) toda asimilación del totalitarismo comunista con el nazi, siendo así que dicha asimilación tiene muchos visos de verosimiltud, aunque no todos. Al contrario, si no se hacen muchas indagaciones, el comunismo pasa por una doctrina viable, democrática y cargada de razones históricas. Sorprendente a la vista de lo que abrumadoramente muestra la experiencia.

V. La explicación de la paradoja puede estar en el prolongado efecto que ha tenido el uso magistral de la propaganda por los comunistas. En este capítulo, estos no tienen nada que envidiar a los nazis y a la Iglesia católica, la creadora del término. Los comunistas, tanto los realmente existentes como los realmente militantes han vivido y viven en dos mundos contrapuestos: el de la realidad y el de la propaganda que, en rigor, es la fantasía. Esto es muy frecuente. "No solo de pan vive el hombre", dice Cristo, "sino también de la palabra del Señor". Y la palabra del Señor puede tener muchas formas, infinitas; si no, no sería el Señor. Por ejemplo, puede vivir de la fantasía de una sociedad comunista, sin clases, propiedad privada ni Estado. Y, con tan nobles fines, ¿quién reparará en la futesa de preguntar por los medios? Para eso está la propaganda.

VI. Y los intelectuales, que lo de la propaganda lo bordan porque lo subliman. Es asombrosa la cantidad de intelectuales y artistas que ocuparon buena parte del siglo XX en defender el comunismo como tierra de promisión y que luego se enredaron en controversias doctrinales de un marxismo escolástico. Los intelectuales han tenido siempre más peso en el continente que en el ámbito anglosajón; y se nota. En el continente, han tenido más peso en los países latinos que en los septentrionales. Aquí, los intelectuales conservan vínculos con el sacerdocio, por eso el carácter casi sacral de su propaganda con sus ritos, sus tradiciones, sus leyendas y su culto a los antepasados.

VII. Cuando la propaganda no da para más y hay que responder al reto de explicar por qué se hundió el tinglado, suele acudirse al peregrino argumento de que la Unión Soviética y sus excrecencias no eran comunistas de verdad. Es decir, el comunismo realmente existente pasaba a ser el realmente inexistente. Palinuro ha leído, incluso, que Stalin era anticomunista. Esto pueden decirlo los trostkystas, pero es solo porque consideran que ellos son los verdaderos comunistas, siendo Stalin un burócrata. Lo cual parece invitarnos a los observadores escépticos a ponernos del lado del trotskysmo, cosa imposible para quien no cree en el comunismo leninista, que es el único verdadero. Por cierto, de explicaciones racionales del hundimiento del comunismo, ni una. Lo que no está mal para una doctrina que, además de pensarse como una "guía para la acción", se considera método y método científico.

VIII. Explicaciones completas no hay, pero sí retazos, ramalazos. El más socorrido es el del desajuste entre la teoría y la práctica. El marxismo, incluso el marxismo-leninismo, es correcto pero la práctica, su aplicación a la realidad, ha fallado. Es el tema del ensayo de Kant "sobre la propuesta de 'eso está muy bien en la teoría pero luego no funciona'". Un enfoque pragmático en el más elevado sentido, induce a pensar que si una teoría no funciona en la práctica es falsa. Pero el pragmatismo no es creencia de obligada profesión. También cabe echar la culpa del fracaso a la realidad. Y tampoco es tan absurdo, dado que la realidad es muy cambiante.

IX. Agotados los argumentos de carácter general, los comunistas arremeten contra los anticomunistas por el lado de lo personal, en los ataques ad hominem prejuzgando sus motivaciones y prejuzgándolas malévolamente. Hay una prueba que confirma la licitud de estos recursos más bien inferiores: atacar al comunismo en un mundo de capitalismo bestial, inhumano, desbocado, muestra complicidad con quienes se benefician de esta fiesta. Ser anticomunista no es ser procapitalista. Este maniqueísmo es lamentable. Muchos anarquistas son anticomunistas y muchos izquierdistas, también. Es más, muchos marxistas son anticomunistas. Parece mentira que sea preciso recordar esto a unas gentes que dicen haber descubierto el pluralismo, pero todavía deben de creer que es un estilo de natación.

X. El anticomunismo opuesto a la doctrina comunista no es por eso mismo procapitalismo porque, entre otras cosas, el capitalismo no es una doctrina. Es una de las formas que, de modo espontáneo, han tomado las relaciones de intercambio en un largo sucederse unas a otras a lo largo de la historia. Por descontado que tiene sus teorías, fórmulas, claves y hasta lenguaje. Pero no es una doctrina que alguien se haya sacado de la cabeza y plasmado en un cuerpo sistemático. El capitalismo es también una forma de vida, aquella en la que nos encontramos hoy y no tenemos por qué juzgarla más aceptable que las fórmulas sustitutorias de propaganda. Conozco capitalistas que dicen ser comunistas y comunistas que se comportan como capitalistas. La sociedad es compleja. Un verdadero barullo. Las motivaciones de cada cual, vaya el diablo cojuelo a averiguarlas, levantando los tejados de las casas y las caretas de los líderes. Por eso parece prudente reconocer a los anticomunistas su derecho a postular su posición de modo razonado y argumentado y no negarles toda capacidad de raciocinio o considerarlos agentes del maligno.
 
 
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED

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