En este tiempo de descanso conviene reflexionar sobre el problema
institucional que sufre España para la formación de nuevo Gobierno. Y no
está de más recordar ciertos criterios generales que existen en las
democracias europeas de nuestro entorno a la hora de valorar nuestra
incierta situación. Sobre todo ahora que se acabó el bipartidismo y que
se han descubierto lagunas legales y constitucionales que complican la
situación. He aquí algunas reflexiones sobre cuestiones que deberían
estar claras.
-La investidura: la
Constitución ni ninguna Ley obligan al partido que ganó las elecciones
generales a presentar un candidato a la investidura. Y ni el ganador de
las elecciones, ni otro dirigente político debe acudir a una investidura
en el Congreso de los Diputados si no tienen apoyos suficientes para
salir airoso y poder formar Gobierno. Ir sin apoyos a ver que pasa -como
le ocurrió a Pedro Sánchez- no solo es una pérdida de tiempo (que
conduce a nuevas elecciones sin agotar la negociación) sino que también
es una burla al pueblo y convierte el Parlamento en un circo en
detrimento del candidato frustrado.
-La función del Rey:
El monarca tiene el mandato constitucional de proponer un candidato a la
Presidencia del Gobierno para que este se someta a la decisión del
Congreso de los Diputados. Pero nada obliga al Rey, ni por ley ni por
mandato constitucional, a proponer de manera automática al ganador de
las elecciones para que vaya a la investidura. El Rey solo debe proponer
un candidato a la investidura si éste tiene los apoyos suficientes para
lograrla.
Lo que si puede hacer el Rey, y eso si es de sentido común y nadie ni
nada se lo impide, es encargar a un dirigente político e incluso a un
mediador independiente que explore un pacto de gobierno entre los
principales partidos del país. Y si esa tarea resulta fructífera en ese
caso el monarca propondrá a quien tenga los apoyos para gobernar. Así es
como ocurre en las naciones europeas de nuestro entorno con la figura
del ‘formador de Gobierno’. Y si el formador fracasa el monarca debe
proponer a otro ‘formador’ de Gobierno hasta lograr el acuerdo.
-Las nuevas elecciones:
otra cuestión que carece de marco legal o de precepto constitucional es
la de repetición de las elecciones en el caso de que ningún candidato
acuda a la investidura. Actualmente el nuevo proceso electoral solo se
pone en marcha cuando un candidato se ha sometido a una votación del
Congreso. A partir de ahí quedan 54 días para unas nuevas elecciones si
el candidato a la investidura fracasa en una segunda votación por
mayoría simple.
Entonces, si no hay candidato a la investidura ni votación ¿qué puede
hacerse? Pues, previa consulta al Consejo de Estado -y como ocurrió una
vez en la Comunidad de Madrid-, el propio Congreso podría tomar la
decisión de auto disolverse y convocar elecciones para salir así del
bloqueo institucional.
Pero ¿y si el Congreso no cuenta con una mayoría que acepte aprobar
el fin de la legislatura y la disolución de las Cortes? Pues en ese caso
solo cabe que un candidato se presente a la investidura para poner en
marcha el nuevo proceso electoral. Incluso evitando todo debate o la
presentación de un programa de Gobierno y aunque ello no dejaría de ser
una pantomima absurda sería un trámite legal.
-Los candidatos a la investidura:
Si un partido que gana las elecciones pretende gobernar con su
principal candidato electoral y éste produce rechazo -como ocurre ahora
con Rajoy y PSOE y C’S- entre los que son sus potenciales aliados en el
gobierno, dicho partido ganador podría proponer a otro candidato que
resulte mejor acogido. Pero siempre y cuando los líderes de los partidos
que fracasaron en esas elecciones queden también fuera del nuevo
gobierno con el que, además, deben de estar plenamente comprometidos.
Pero lo que no tiene sentido ni es de recibo democrático es que los
que fracasaron en las elecciones –y se niegan a dimitir ante su propio
partido de manera poco democrática- se confabulen para expulsar al
ganador de los comicios y ellos, los líderes los fracasados, pretendan
sentarse en el nuevo Gobierno o dirigirlo con artes poco presentables.
Cualquiera de estas propuestas podrían ser utilizadas actualmente en
España para romper el bloqueo institucional. Lo que no es de recibo es
eso de obligar a nadie a ir a la investidura o pedir al candidato
ganador que se vaya a su casa mientras se instalan en el poder los
perdedores de la última convocatoria electoral o permanecen cómodamente
en sus sillones de la oposición.
(*) Pseudónimo de un veterano y prestigioso periodista cordobés
No hay comentarios:
Publicar un comentario