miércoles, 6 de julio de 2016

Pequeño bestiario poselectoral / Ramón Cotarelo *

Estase Rajoy quieto, fumando pachorro un puro, como una panzuda araña, junto a la tela que acaba de tejer. Espera que caigan las piezas que le den sustento a base de permitirle formar gobierno, según el encargo que le hará el Rey o zángano mayor del Reino (en sentido estrictamente entomológico) en cumplimiento de los protocolos.

Las primeras en agitar la tela, anunciando su llegada, han sido las moscas canarias. La araña presidencial les hizo los honores y les prometió todo lo que pidieron porque, siendo dos míseros dípteros de liviano porte, tampoco es preciso hacerles gran caso. Su modesta pretensión es que se las considere moscas ultraperífericas y eso no suele ser asunto que se les discuta.

Detrás de las moscas canarias, se espera el moscardón vasco. Este, precedido de un zumbido característico, ya sería una presa considerable, que incrementaría notablemente las huestes del arácnido. Lo malo es esa pretensión de aproximar a los presos vascos a su tierra, euskal presoak euskal herrira, que destroza la intencionalidad punitiva de la dispersión carcelaria, algo que la araña de La Moncloa no puede vender fácilmente entre sus apoyos electorales.

Para cumplir con las formas, el presidente recibirá a las avispas catalanas, insectos sociales, que vienen siempre en enjambres y son muy agresivos. Sus planteamientos suelen ser radicales y el presidente solo puede escucharlos cada seis meses por prescripción facultativa. Si menudearan más podrían provocarle una crisis de identidad nacional.

Tiene la araña puestas muchas esperanzas en la llegada de las efímeras de C's pero sabe que es muy difícil que caigan en su red por su carácter atropellado e inquieto y el hecho de que durando menos de un día, a veces horas, no le sirven para nada y le dejan la tela llena de cadáveres. La efímera mayor, riverana, ha dejado dicho que, sea cual sea su breve sino, rechaza por entero la araña monclovita y se somete a la guía de la cigarra del PSOE, la única que, por su tamaño, puede romper la aciaga tela.

Por allí ha de pasar también la mantis religiosa de Podemos, pero su visita será meramente protocolaria. Tras haberse desposado con IU y haberla devorado, en consecuencia, mira ahora con ojos libidofágicos al PSOE, aunque en la duda de si, para devorarlo a su vez, tiene que casarse con él en un gobierno "de progreso" o enfrentarse a él en la lucha por la hegemonía.

Solo la cigarra del PSOE, con el poderoso canto de sus élitros, puede encabezar una turba de insectos que rompa la tela de araña y establezca un reinado nuevo. 

En el fondo, irónicamente, esta pequeña fábula expresa una situación muy parecida a la del pasado 20 de diciembre. Es verdad que el PP ha reforzado ligeramente su posición. pero sigue siendo la opción que nadie quiere y menos encabezada por el presidente de los sobresueldos. El eje central de la situación sigue siendo el PSOE y, en último término, será el responsable de que haya o no gobierno y de qué orientación. Esta centralidad socialista aparece matizada por la presencia de Podemos que no alcanza a imponer su criterio pero sí a frustrar el del vecino.

Esa fue la situación que Podemos no fue capaz de resolver el 20 de diciembre. Y no se ve cómo lo hará ahora cuando las circunstancias han cambiado muy poco y a peor. La palinodia coral que los de Podemos llevan entonando hace diez días (Iglesias, Echenique, Errejón, Garzón, Llamazares, Montero: no paran de hablar y contradecirse) permite augurar lo peor: una decisión no bien medida que haga inevitables nuevas elecciones en las cuales el partido puede desaparecer sin más.

Catalanofobia estructural.

Dice Carles Puigdemont que cuanto antes nos vayamos de España, mejor. Presidente: eres un radical. ¿Cómo propones marchar de un país caracterizado por una catalanofobia estructural? ¿No estás a gusto? Recuerda que esa atinadísima definición viene de la izquierda en donde, desde los tiempos de Lévy-Strauss, se mueren por tratar con buenas estructuras, que son como los cimientos de la casa de sus volanderos pensamientos.

¡Catalanofobia estructural! ¿Qué se le va a hacer? España y yo somos así, Señora. España es estructuralmente catalanófoba como Chile propenso a los seísmos y Bangla Desh al monzón. Condición natural hombre, que no conviene torcer ni manipular porque no somos dioses, aunque hablemos en su nombre. Pretender que la gente se comporte civilizadamente cuando la estructura impone otra cosa es pura demagogia de derechas.

Sí, presidente, de derechas. Es como pretender que el ministro del Interior garantice la seguridad y la libertad de todos los ciudadanos, administrados y contribuyentes, ignorando el hecho natural y hasta ciclópeo, de que hay una catalanofobia estructural. No, señor, el ministro tiene que distinguir entre ciudadanos normales, estructuralmente catalanófobos, y catalanes a la hora de saber contra quién organiza la guerra sucia para defender a los ciudadanos de bien que son esos que estacionan los coches con ayuda de un querubín.

¿Marcharnos cuanto antes de España, un país moderno en el que el ministro del Interior fabrica los delitos de acuerdo con sus esbirros y un puñado de fiscales y gacetilleros a sueldo? Independizarnos de unos gobernantes que fabrican pruebas delictivas falsas contra un alcalde democráticamente elegido? ¿Dejar de pertenecer a un país en el que antaño se fusilaba al presidente de la Generalitat y hoy, en prueba de su modernidad, solo quiere procesarlo penalmente por haber consultado a la población?

No has calculado bien las ventajas que de la pertenencia a España se siguen para Cataluña. Por ejemplo, ahora parece que el ministerio del Interior va a abrir una nueva vía de investigación para descubrir a la opinión pública las sórdidas maquinaciones de la gente de tu entorno y el cúmulo de delitos que cometías en tus anteriores responsabilidades, como alcalde de Girona. Si fueras trigo limpio, como le gusta a monseñor Cañizares y no mala hierba, como la que extirpa monseñor Echenique, pondrías todos tus archivos a disposición del ministerio del Interior para que pudiera inventarse un par de delitos con que acusarte y dar carnaza a la prensa amiga.

Una vez que la izquierda ya ha decidido que la catalanofobia en España es estructural, estaremos más cerca de encontrar una solución de mutuo respeto, admiración y cariño para que los catalanes entiendan cómo, a pesar de todo, los españoles los aman. Tómese por ejemplo otro grupo de españoles capaces de dejarse la piel por tender puentes entre Cataluña y España, esto es, el de los socialistas. El señor Iceta, en un alarde de audacia, decidió volver diez casillas atrás en el juego de la oca por el que el PSC camina hacia la irrelevancia, proponiendo ahora un referéndum a la canadiense que previamente había rechazado y previamente a lo previamente había solicitado. Típica inconstancia socialdemócrata. 
 
Por fortuna tomaron la palabra los órganos catalanes de dirección de PSOE para rechazar esa peligrosa aventura referendaria que ignora los límites estructurales de España. Así no fue necesario esperar el inevitable ukase que llegaría desde Ferraz en Madrid con un “no” rotundo a las veleidades secesionistas y quizá también con un cordón de seda para que se resuelva la molesta presencia de Iceta al modo que se hacía antes con quienes disgustaban por sus actos a los sultanes de la Sublime Puerta.

Debes tener en cuenta, Presidente, que España, como nación de naciones, también es estructura de estructuras y la catalanofóbica no es más que una pequeña fracción de un mosaico mucho más amplio y variado en el que todos los pueblos del Estado encontramos nuestro lugar ideal, un terreno en el que, además de catalanofobia, hay taurofilia, fascismolatría, monarcofagia, clérigomanía y cleptodemia.

Solo un ingenuo iluso estaría dispuesto a vagar por los espacios siderales en lugar de sentirse cómodamente encadenado en las mazmorras de un Estado que vive de la luz de Trento.
 
 
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
 

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