lunes, 25 de julio de 2016

La situación bloqueada y el Rey cabreado / Melchor Miralles *

Arranca la semana decisiva, pero los actores protagonistas andan de puente de Santiago. Y sigue todo paralizado, bloqueado. Mañana comienza la ronda de reuniones con el Rey, a quien ha cabreado más que mucho que Albert Rivera, y algún otro, haya pretendido trasladarle la presión a él. Me dice una persona que habla con él, que “Felipe VI cree que Rivera ha estado torpe, y ha acreditado no conocerle a él ni a la Casa. No gusta nada, pero nada, que alguien pretenda que juegue un papel que no le corresponde constitucionalmente. El Rey no es responsable de los errores de los partidos, y lo que han podido conseguir entre todos es que su neutralidad sea extrema. No le van a cambiar el paso, pero le han cabreado”.

Una de las alternativas que barajan si cuando el jueves termine la ronda no hay acuerdo para que Rajoy salga a la segunda es que, inspirados en episodios madrileños que fueron oscuros, Rajoy decida no presentarse y forzar la disolución de las Cámaras y la convocatoria de elecciones sin pasar el trago de padecer una sesión de investidura fracasada. Rajoy no quiere ser Sánchez. Por este camino Moncloa pretendería, de paso, restarle presión al Rey, aunque la jugada tenga muchos riesgos para todos, los partidos y Su Majestad, en la medida que pudiera ser interpretado como una operación en parte fraudulenta por su dudosa constitucionalidad.

Rajoy sigue insistiendo en que él no se va a someter a la investidura si no tiene garantizado que sale. Y a día de hoy no hay forma. En el equipo del presidente en funciones me dicen que “la responsabilidad es del PSOE y Ciudadanos. Sánchez está en intentar a toda costa que Rajoy pase el mismo trance que él, presentarse a la investidura para no salir, y eso no va a suceder. Y Rivera, que no sabemos muy bien a qué juega, además de estar muy mal asesorado por un periodista en apuros, pretende ahora forzarnos a sustituir a Rajoy por otro para posibilitar un Gobierno del PP, y esto tampoco va a suceder. O sea, que, en definitiva, Sánchez y Rivera no es que no quieren en el fondo posibilitar un Gobierno presidido por Rajoy, es que lo que desean es liquidarle. Pero aquí no somos bobos”.

El mismo interlocutor me dice que en Presidencia y en Génova 13 no se entiende que “Rivera no se haya dado cuenta aún de que, si de verdad quiere sacar adelante una agenda regeneracionista, está en disposición de sacarle a Rajoy lo que quiera. Puede pedir lo que desee porque se lo va a dar, lo necesita. Y puede vetar o imponer nombres. Si de verdad quiere que haya Gobierno, que juegue sus cartas porque puede posibilitarlo, y poner en un brete al PSOE. Pero tenemos dudas de que sea de verdad lo que quiere, y la situación no avanza”.

Y la rumorología que no cesa. Hay quien dice que hay pactos secretos que saldrán a la luz cuando termine la ronda de entrevistas con el Rey. Otros aseguran que hay reuniones secretas de Rajoy y Rivera, e incluso de Rajoy con Sánchez. No habla y no se para de pactos secretos vergonzantes del PP con los nacionalistas. Lo cierto es que mañana martes el Rey comienza a recibir a los líderes de los partidos políticos en una ronda de consultas que terminará el jueves, de modo que el viernes Ana Pastor, presidenta del Congreso, podrá anunciar si convoca debate de investidura o no.

Rajoy, cuando hace unos días pensó que lo tenía hecho, filtró que la votación de investidura sería los días 3 y 5. Ahora se habla del 9 y el 11. Pero lo cierto es que a día de hoy, de lo conocido, el bloqueo es cierto. Y en el PP y en Moncloa lo que le piden a Rajoy es que no acepte un encargo del Rey sin tener absolutamente garantizado el éxito. Y tiene muy claro que no va a someterse a una investidura fallida para poner en marcha el reloj constitucional de modo que lo que suceda es que después del verano Ciudadanos y PSOE acepten apoyar un Gobierno del PP pero con otro presidente que no sea Rajoy.

Y el personal estupefacto, ir a unas terceras elecciones sería nefasto, tendrías severas consecuencias políticas, económicas, sociales e institucionales y colocaría a España en una situación crítica, sin precedentes en ninguno de los países de nuestro entorno. Allá ellos con su responsabilidad.


(*) Periodista


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