sábado, 2 de julio de 2016

Iglesias no da miedo, a veces risa / Pablo Sebastián *

Ha dicho Pablo Iglesias para explicar, o más bien justificar, el mal resultado electoral de la coalición Unidos Podemos, que no logró sumar a los votantes que Podemos e IU cosecharon por separado en los comicios del 20-D, porque dio miedo la posibilidad de que llegaran al gobierno. Y que por eso se les fugaron de entre las manos más de un millón de votos en la noche del 26-J.

No es verdad. Eso sería como decir que los votantes del flanco zurdo de la política tienen miedo a un gobierno de izquierdas. Los que podrían tener miedo al gobierno de Podemos serían los votantes del PP o de C’s y de una parte del PSOE.

Los motivos del fracaso -a medias, porque los 71 escaños no son nada desdeñables sino un buen resultado- del sorpasso que Podemos quería dar al PSOE y que nunca reconocieron tienen que ver con otras cosas distintas a la excusa del miedo que ahora pregona Iglesias.

Sobre todo porque el cúmulo de disparates de Iglesias y sus volteretas ideológicas -se disfrazaron de socialdemócratas- y programáticas (se declaró patriota para ocultar su apoyo a Otegi y a la independencia de Cataluña), lo que producía en sectores informados de la izquierda era más risa que miedo, y sobre todo decepción.

Los votantes del PCE nunca votarán a los socialdemócratas, para eso además está el PSOE. En cuanto al exótico y confuso programa electoral de Unidos Podemos está claro que nadie se lo ha tomado en serio. Y si a todo ello le añadimos el gran desastre de la gestión política de los llamados ayuntamientos del cambio, pues entenderemos que más de un millón de los votantes de la izquierda radical del 20-D se hayan quedado en su casa, o los más socialdemócratas hayan elegido al PSOE.

Partido que a su vez sufrió su propia sangría -de medio millón de votos- por el centro de la política, ante el pésimo liderazgo y los muchos errores de Pedro Sánchez.

Además Iglesias sabe, o debería saber, que él mismo produce cierto rechazo por su tono autoritario y que sus cuentos sobre promesas y conquistas sociales carecen de credibilidad. Él no puede prometer la Luna porque no está a su alcance y nadie se creyó que iba a ganar las elecciones porque lo único que pretendida era ganar al PSOE y convertirse en el líder de la izquierda y de la oposición.

Y eso no lo logró y devaluó sus 71 escaños en la noche de las elecciones. Y además todo ello ha provocado luchas internas en el seno de Podemos y el anuncio por Echenique de purga de las ‘malas hierbas’ que habitan en Podemos.

O sea que ‘menos lobos, Caperucita’, porque de miedo nada de nada y cada vez menos porque el 26-J dio la impresión que el globo de Podemos que Iglesias quiso agrandar con la ayuda de su amigo Garzón se ha empezado a desinflar. Y mejor sería para ellos que no se celebren nuevas elecciones porque su techo está en 71 escaños y de ahí solo pueden bajar.


(*) Periodista


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