viernes, 22 de julio de 2016

Rivera se ha creído que es el Rey / Marcello *

El lamentable espectáculo que está ofreciendo Albert Rivera en este segundo proceso de investidura tras las elecciones del 26-J es tan errático y contradictorio como el que protagonizó en el primero que siguió a los comicios del 20-D donde anunció un pacto ‘histórico’ con el PSOE que significaba ‘el inicio de la segunda Transición’ y que quedó reducido a un fracaso espectacular en el Congreso de los Diputados.

A donde Rivera y su líder y compañero de semejante viaje Pedro Sánchez llegaron con solo 130 escaños para convertir el hemiciclo del Congreso en un programa del Club de la Comedia en el que todo se quedó en una broma de mal gusto, porque nadie debe acudir a una sesión de investidura sin tener previamente los apoyos necesarios.

Como estrambote de aquel disparate Rivera y Sánchez se reunieron con Iglesias -que ya les había tomado el pelo una vez- en una mesa negociadora tripartita que acabó como el rosario de la aurora. Y ambos dos después de este segundo fracaso con Podemos en vez de acudir al PP decidieron caminar hacia unas segundas elecciones donde C’S y PSOE recibieron un duro y merecido castigo por jugar con el fuego sagrado del Parlamento, la ciudadanía y la crisis institucional.

En aquella ocasión Rivera su puso a los órdenes de Sánchez (lo que le costó a C’S el 20 % de sus escaños en los comicios del 26-D) y le dio sus votos después de firmar, con gran boato, un programa de Gobierno que quedó en nada. Sin embargo ahora Rivera le ofrece a Rajoy una simple abstención -sin votos afirmativos, ni negociación de un programa de Gobierno- con el argumento de que su partido no quiere votar a Rajoy como presidente del Gobierno pero sí desea abstenerse para que Rajoy sea presidente del Gobierno (sic). Lo que constituye una muy flagrante contradicción porque ambas actitudes llevan al mismo sitio.

No solo eso, ahora Rivera pretende dirigir el proceso de investidura e incluso condicionar la actitud del Rey Felipe VI durante la próxima ronda de consultas que se inicia el martes. Y ha llegado a decir Rivera con la mayor de las imprudencias que pedirá al Rey que presione a Pedro Sánchez para que se abstenga y así favorezca la presidencia de Rajoy. Y ¿quién es Rivera para decir al monarca lo que debe hacer con su función constitucional?

Si tanto empeño tiene Rivera en que Rajoy sea presidente lo que tienen que hacer C’S es votar la investidura de Rajoy en lugar de abstenerse, porque si Rivera y sus diputados votan a favor de Rajoy que tiene 137 escaños -como votó a favor de Sánchez que solo tenía 90-, todo apunta que el PSOE se abstendrá como anuncian varios dirigentes socialistas.

Pero no, Rivera se ha creído que el Rey es él y que a él le toca decidir lo que tiene que hacer cada uno PSOE, C’s y PP, al que le ha prohibido pactar con los partidos nacionalistas en la investidura porque si algo así ocurriera, como ya pasó con el reparto de la Mesa del Congreso, Rivera se enfadará y entonces se sumará a Sánchez para votar no a Rajoy en la investidura. E imaginamos en ese caso Rivera pedirá al Rey que le diga a Rajoy que no pacte con el PNV ni con CDC.

Sin embargo cuando Rivera adulaba a Sánchez no le importó que el PSOE cediera senadores a los independentistas de ERC y CDC, con lo que queda demostrado el caos que impera en C’S y las distintas varas de medir que tienen para cada caso.

O sea, menuda empanada mental que tiene Rivera y menuda falta de coherencia y responsabilidad política en tan grave situación. La que, si todo sigue así, acabará en unas terceras elecciones en las que Rivera y Ciudadanos podrían acabar desapareciendo del mapa político por la misma senda que desapareció UPyD.

El colmo de la locura de Rivera está en su empeño en convencer al PSOE, con presión del monarca incluida, para que haga presidente al mismo Rajoy que Rivera no quiere votar a favor. Es decir, una vez mas, estamos en las manos inexpertas y temerarias de Sánchez -que sigue en el ‘no es no’- y de Rivera que no da pie con bola, por lo que quizás sería mejor ir a unas terceras elecciones a ver si de una vez por todas nos libramos de estos dos.


(*) Pseudónimo de un veterano y prestigioso periodista cordobés


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