domingo, 17 de julio de 2016

Giro copernicano / Ramón Cotarelo *

Es extraño no encontrar eco en la opinión independentista de esta declaración de Homs que doy por fielmente reproducida. Y es extraño porque, a primera vista, rompe con lo que parecía ser criterio asentado en la vieja CDC, hoy PDC; y rompe con el de Esquerra; y no digamos con los cupaires; y con la ANC que, entiendo, acaba de pronunciarse a favor de un RUI por un 75%.

Lo primero de todo es comprobar que la suma es posible: PSOE+Podemos+DiL+PNV son 178. Mayoría absoluta. Rajoy, fuera.

Aritméticamente es OK. ¿Y políticamente? Ese es otro cantar. El PSOE niega toda concesión referendaria y, si se hace valer que el referéndum no es una condición inexcusable, le bastará recordar que el Comité federal prohibió, literalmente, a Sánchez todo pacto con los indepes catalanes, de cualquier tipo. Por supuesto, lo que un Comité federal prohibe otro puede autorizarlo. La cuestión es si quiere. Los socialistas deciden y no se quejarán de tener pocas opciones.

Del lado catalán, la retirada del referéndum tiene dos posibles lecturas, una dogmática y de principios y otra táctica. La dogmática quiere mantener el referéndum como condición porque ese es el espíritu actual de JxSí. De imponerse este criterio, sin embargo, la coalición propuesta (161 diputados) ya no sumaría para la mayoría absoluta. Los indepes vuelven a tener la llave del gobierno español, pero no ofrecen ninguna fórmula de transacción. Lo que es raro.

La lectura táctica señala que, si la propuesta prospera, su primera consecuencia, la salida del PP del gobierno, es de general aplauso. En un segundo tiempo, ese gobierno abriría un proceso de debate sobre la organización territorial española que quizá llevara a negociar la celebración de un referéndum que será preciso celebrar en algún momento. Obviamente, esta conclusión es casi ilusoria y los partidarios de la lectura dogmática señalarán que jamás se dará, que el gobierno español jamás autorizará referéndum catalán alguno. Cosa bastante probable.

El PSOE puede pronunciarse por la coalición "giro copernicano", para lo cual su Comité federal tendrá que cambiar de opinión. Una opción que levanta ira entre las baronías. También puede pronunciarse por una coalición PSOE+Podemos+C's. Pero en este caso debe precisarse que, al condicionar los de En Comú su voto al referéndum, Podemos ya no tiene 71 escaños, sino 59. Ello pone la coalición en 176, una cifra mucho más raspada que la de la coalición con los indepes.

Al margen de las diatribas ideológicas, el giro copernicano de Homs me parece un intento valioso de mostrar cómo Cataluña contribuye a la gobernación del Estado. El debate sobre si eso es bueno o malo adquiere ya otras dimensiones.
 
 
 
 
Ayer acompañamos a nuestro amigo Lex Rietman, un periodista holandés afincado en Barcelona, a una visita a los lugares de la memoria franquistas. Lex tiene el encargo de hacer un reportaje para un periódico y una radio de los Países Bajos respondiendo a la pregunta: ¿por qué no hay en España partidos de extrema derecha, enemigos de Europa, xenófobos, racistas?

La respuesta es obvia: porque están todos en el PP. En el partido que gobierna hoy España, como sabe todo el mundo, se acumulan los casos de autoridades locales, alcaldes, concejales, franquistas recalcitrantes que se manifiestan en las redes brazo en alto, honrando simbología fascista o amenazando a los rojos, los republicanos o los extranjeros. El PP sostiene que se trata de casos aislados, lo cual sería una excusa si de verdad fueran aislados (y no una serie que no para) y si afectaran a los demás partidos. Pero no son ciertas ninguna de las dos cosas. En el PP de hoy se acumulan todas las tendencias fascistas en alegre confusión con los monárquicos, tradicionalistas, democristianos, "liberales" y anarco-capitalistas.

En España no hay partidos de extrema derecha (fuera de la media docena de orates que todo el mundo conoce) porque el ideario y programa popular son los de estos partidos si bien con cierto disimulo para no levantar sospechas. Sus partidarios hablan siempre de centro derecha con el clásico fin de mixtificación de todos los discursos de la derecha pero basta con mirar una reunión del consejo de ministros hoy día para ver que ahí no hay ni uno que sea de centro, al estilo de la UCD.

A fin de empaparnos bien de las raíces de lo que hablamos fuimos al Valle de los Caídos, al Palacio del Pardo y al Arco de la Victoria de La Moncloa.

A la vista del adefesio de la basílica de los caídos se entiende la perplejidad de los españoles de hoy. ¿Qué hacer con él? Dinamitar tamaño atentado a la naturaleza y al arte al mismo tiempo, como le pide a uno el cuerpo, quizá no sea eficiente. En todo caso, mientras se adopta una decisión colectiva razonable, lo que es imperativo es sacar los restos de Primo de Rivera y Francisco Franco y entregárselos a sus familiares. Carece de sentido que ante y tras un altar del culto católico y financiado con el dinero de todos se encuentren el fundador del partido fascista español y el general perjuro que sumió a su país en una terrible guerra civil, con genocidio incluido, en defensa de los intereses de los ricos, los oligarcas y los curas.

En el Palacio del Pardo, un curioso edificio erigido originalmente en el siglo XVI y dedicado casi siempre a residencia de los reyes españoles para sus temporadas cinegéticas, también se alojó Francisco Franco entre 1940 y 1975. Y probablemente por los mismos motivos: mientras sus soldados, policías, guardias civiles, curas, requetés, falangistas y otros chulos y criminales cazaban a los rojos y republicanos en España, él, cazaba gamos en El Pardo. La visita al palacio -parte del Patrimonio Nacional- es obligatoriamente guiada, se hace a toda velocidad y se seleccionan los temas que se tocan de acuerdo con un criterio evidentemente censor para encubrir la personalidad de un sanguinario dictador por el que hay un verdadero culto oculto en todo el complejo y, quizá, en todo El Pardo.

La última etapa, el arco de La Moncloa que, para vergüenza de los madrileños, sigue llamándose de la Victoria. La inscripción del ático es una metáfora de la propaganda y la mentira franquistas: "Fundada por la munificencia del Rey y restaurada por el Caudillo de los españoles (la ciudad universitaria), sede de los estudios madrileños, floreció a los ojos de Dios", en 1956.

El Caudillo de los españoles, que es quien destruyó la Ciudad Universitaria al convertirla en campo de batalla, pretende pasar a la historia como quien la restauró. Lo mismo que el PP actual, que quiere aparecer como defensor de la regeneración de la democracia cuando es él quien la ha hecho degenerar.

No hay partidos de extrema derecha en España porque la extrema derecha está en el PP. Se ve invirtiendo la pregunta: ¿por qué suele haber dos grupos de derechas en los países europeos? Porque la derecha democrática combatió el fascismo con las armas en la mano en la Segunda Guerra Mundial, mientras que la derecha española es la heredera directa de ese mismo fascismo que no fue derrotado militarmente sino que alcanzó la victoria, como se atestigua hoy día con ese arco de la vergüenza.
 
 
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED

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