sábado, 2 de julio de 2016

El libro más subversivo / Guillermo Herrera *

Apcalípticos e integrados en la sociedad de masas” es el libro que publicó Umberto Eco en 1.964, y que ahora está más vigente que nunca debido a la desintegración social provocada por la crisis económica.

Para los apocalípticos esta cultura de masas y sus medios de difusión destruyen las características de cada grupo étnico, el público no expresa sus preferencias, y por consiguiente se mantienen conformes y sumisos a lo que les ofrecen.

Por otro lado, los integrados tienen una visión más optimista ante esta situación y nos hablan de una cultura de masas en donde los ciudadanos participan y se les toma en cuenta.

La cultura de masas es producida por personas que cuentan con mayor poder económico para la obtención de beneficios, y lo único que desea lograr es la creación de un mercado en el que logre conseguir inversores que le generen ganancias, es por eso que sólo crea contenidos simples, entretenidos y ramplones.

Pero la mayoría de la gente no estamos en ninguno de los dos extremos. Ni en el caso del loco que predica el fin del mundo en Hide Park, ni en el caso del que está totalmente alienado por el opio de la sociedad de consumo que tanto criticó Herbert Marcuse en “El hombre unidimensional” (1.964) que es el libro más subversivo del siglo XX.

Marcuse argumenta que la sociedad industrial avanzada crea falsas necesidades, las cuales integrarían al individuo en el existente sistema de producción y consumo, focalizado a través de los medios de comunicación masiva, la publicidad y el sistema industrial.

Este sistema daría lugar, según el autor, a un universo unidimensional, con sujetos con "encefalograma plano", donde no existe la posibilidad de crítica social ni de oposición a lo establecido.

Para Marcuse, la modernidad supone que el consumismo contribuye a una mercantilización de la cultura y a una tecnificación cosificadora de la conciencia. El control funcionaría, de esta forma, como una articulación de asimilación, presión y seducción: "El individuo unidimensional se caracteriza por su delirio persecutivo y su paranoia interiorizada por medio de los sistemas de comunicación masivos. Carece de una dimensión capaz de exigir y de gozar cualquier progreso de su espíritu. Para él, la autonomía y la espontaneidad no tienen sentido en su mundo prefabricado de prejuicios y de opiniones preconcebidas".

La solución, según el autor, es "despertar y organizar la solidaridad en tanto que necesidad biológica, para mantenerse unidos contra la brutalidad y la explotación humanas". Por su parte, las mitologías clásicas dicen que existieron otras humanidades, que fueron destruidas por sus pecados, y que la nuestra, la quinta Humanidad, lleva el mismo camino, pero yo prefiero no hablar de “castigo divino” sino de un proceso de selección de las personas más evolucionadas para fundar nuevas civilizaciones.


(*) Periodista

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