sábado, 2 de julio de 2016

España en el mundo (II) / Ramón Tamames *

El artículo que iniciamos el pasado jueves 2 de junio, empezando con un panorama de la economía internacional, continuó el día 9 con una referencia más amplia a las dos grandes naciones de mayor incidencia en los intercambios mundiales. Y luego, el jueves 16 repasamos cómo iban las cosas en la UE antes del Brexit, para entrar, el jueves 23, en la situación económica de España en plenas vísperas electorales. Seguimos hoy, después de los comicios del 26-J. 
  1. SOBRE UN POSIBLE CAMBIO DE MODELO DE DESARROLLO EN ESPAÑA
  1. Internacionalización en vez de ladrillo
Tras las referencias ya hechas sobre el PIB, el empleo, y las consecuencias de la crisis, hay que reflexionar y apreciar que España puede estar cambiando su modelo de crecimiento: la que podría llamarse economía del ladrillo fue imperante entre 2000 y 2008. En tanto que en los últimos tiempos destaca la fortaleza creciente del sector exterior, hacia un modelo de internacionalización.

Demostración de esa tendencia es el hecho de que desde 2013 la balanza por cuenta corriente (mercancías más servicios) de España se ha saldado con superávit: aumentaron nuestras exportaciones hasta lograr un excedente. Lo cual contrasta con los últimos años antes de la crisis, cuando llegamos a tener un déficit por cuenta corriente de nada menos que el 10 por 100 respecto al PIB.

Claro es que para hablar de efectivo cambio de modelo, habrá que esperar un tiempo y apreciar si las tendencias constatadas se mantienen; o si solo estamos ante un caso más en nuestra historia económica de que, las empresas, al desfallecer el mercado interior, se buscan las habichuelas fuera de España.

En mi opinión, estamos más en la primera posición que en la segunda, porque la exportación de bienes ha pasado de poco más del 20 por 100 del PIB antes de la crisis, al 25. Al tiempo que las empresas exportadoras que según el ICEX eran 70.000 en 2007, hoy son más de 150.000. En tanto que el Ibex-35 ha llegado a un 64,5 por 100 de su negocio fuera de España, con muchas entidades que obtienen más del 90 por 100 de sus ingresos del mercado exterior en 2015. Con la particularidad de que en ese último año, ha habido una merma de los ingresos, como consecuencia de la depreciación de la moneda nacional en países como Venezuela, Brasil, México, etc.; en el contexto de desaceleración de los emergentes que ya comentamos anteriormente.

De hecho, las mutaciones comerciales comentadas equivalen a una gran mejora de nuestra ecuación de competitividad, en cuyo segundo término ha habido una fuerte caída, ya señalada, del valor internacional del euro, que ha permitido forzar exportaciones. Al tiempo que la productividad ha subido, en correspondencia a menores costes laborales unitarios, sobre todo en lo que concierne a los nuevos empleos.

Por lo demás, están creciendo más nuestras exportaciones a países distintos de la Unión Europea, como son los del Golfo Pérsico, México, India, Australia y Filipinas. Y el crecimiento de la exportación de servicios sigue manteniendo un buen ritmo en actividades de ingeniería, construcción, gestión de servicios públicos, banca, seguros, etc.

Importancia grande en todo el proceso de internacionalización es la asignable al turismo, que en 2015 alcanzó el record de 68 millones de turistas extranjeros, con una entrada de casi 70.000 millones de euros. En una tendencia que incluso se está reforzando en 2016, con un crecimiento tendencial del 5 por 100 a la altura de abril.
  1. El sector agrario
Sería lamentable omitir en un informe como este la situación del sector agrario español, que si bien ha bajado en términos de PIB por debajo del 4 por 100, y no más del 5 de población ocupada, un descenso lógico en cualquier sociedad de servicios como ya lo es la española—, continúa teniendo altos valores estratégicos indudables para nuestro desarrollo. Situación que se ignora por muchos, no figurando para casi nada el agro en los programas electorales. Con un desconocimiento total, por la mayoría de los urbanitas, de lo que es la PAC (política Agrícola Común de la UE), y de lo que han significado sus sucesivas transformaciones, desde la protección de producto, a la transferencia de renta a los agricultores.

En primer lugar, el campo español da de comer a unos cincuenta millones de personas, 46,5 de población propia; y los demás foráneos, hasta la anterior cifra redondeada. Además, segundo valor estratégico, tenemos una balanza agraria positiva como consecuencia de ser el nuestro un campo exportador, parangonándose la agroalimentaria con los bienes de equipo (maquinaria, etc.) y el sector del automóvil, muy altos en el ranking exportador. En definitiva, el campo es un sector dinámico, que contribuye de forma capital a nuestras exportaciones, en proporción, mucho mayor que la industria; sobre todo en los subsectores hortofrutícolas, de vinos y aceites, cárnicas, conservas, etc.

Tercer valor estratégico: con 850.000 personas laborando en el sector agrario, esos hombres y mujeres son los verdaderos guardianes del medio ambiente en España; pues su trabajo abarca a las superficies de cultivo, pastizal y forestales, más del 90 por 100 del territorio nacional.

La agricultura, la ganadería, y la industria agroalimentaria podrían constituir una fuente de riqueza aún más extensa (merced a una mejor política hidráulica), con cultivos de primores en sistemas bajo plástico o invernaderos, selección de semillas, agrobiotecnología. En tanto que respecto de los bosques y cultivos forestales, hay que incorporarlos a una nueva concepción vinculada a la energía alternativa de la biomasa, teniendo en cuenta (además) la necesidad de que las áreas forestales estén en debida forma, evitando su envejecimiento, extensión de plagas, etc.
  1. Desindustrialización y reindustrialización
Un efecto indudable de la crisis ha sido la contracción del tejido industrial de España, calculándose que se ha producido el cierre de 49.584 fábricas entre 2008 y 2013, que algunos evalúan en un 20 por 100 del tejido en cuestión; con 864.000 trabajadores cuyo puesto de trabajo industrial fue destruido.

El hecho estadístico es que hemos pasado de un nivel de industrialización del 25 por 100 en 1975, al 20 de antes de la crisis, y al 16 por 100 del PIB ahora. Lo cual explica que España ha entrado ya en el propósito de ir a la reindustrialización, para recuperar por lo menos el nivel del 20 por 100 del producto nacional, e impulsa el nuevo modelo de internacionalización que preconizamos para España.

En el sentido que apuntamos, los programas planteados hasta ahora por el Ministerio de Industria, Energía y Turismo son muy endebles: apenas un informe de no gran calidad de una consultora de EE.UU. Que se limita a las habituales recomendaciones, en línea con lo que ha sido la puesta en marcha de la Ley de Emprendedores.

De cara a esa más deseada que perseguida reindustrialización, será buena una política de incentivar los clústers, es decir, las organizaciones que relacionan a las empresas de varios sectores con fuertes intercambios entre ellos, y con posibilidades de sinergias en caso de agruparse y adoptar objetivos comunes. Como sucede en el sector marítimo, en el automóvil, las máquinas herramientas y otro equipo capital, etc.; pensando en una estrategia y una logística más avanzadas de cara a la globalización.

Además, tal vez habría otro procedimiento a seguir: abordar la explotación de grandes iniciativas en funcionamiento: como el AVE, que ha movilizado tantas inversiones públicas, y que implica la necesidad de crear más empresas de todo tipo. Otro caso de gran interés es el del Grupo Inditex, dentro de un área de confección de ropa en que también están Sfera (El Corte Inglés), Mango, Cortefiel, etc. Igualmente podría haber mucho más dinamismo (ya lo hay en grado importante) en la industria alimentaria (con entidades como Campofrío, El Pozo, Covap, Coren, Mercadona, Dia, Eroski, etc.)

Otro caso interesante a efecto de reindustrialización, es la logística a desarrollar a partir de los puertos españoles, de los que hay uno más o menos importante en cada comunidad autónoma con litoral. Pero con gran dispersión, como se aprecia al ver que sólo el puerto de Rotterdam en Holanda maneja casi más toneladas de carga (400 millones), que el conjunto casi llega a la de todos los puertos del Estado en España.

Otra iniciativa interesante a efectos de reindustrialización es recuperar el ritmo de construcción de viviendas (el tope inicial podría estar en 250.000) una vez que se supere la reabsorción de las viviendas nuevas desocupadas, cifradas en 2015, entre 350.000 y 600.000 unidades.

En todo caso, la recuperación industrial es un tema decisivo, al que, insistimos, no se ha dedicado la necesaria atención desde un Ministerio de Industria, Turismo y Comercio; en el que todavía resuena la vieja frase pretendidamente emitida por un ministro del ramo hace años: “La mejor política industrial es la que no existe”.

Seguiremos la próxima semana con la economía española, que tiene muchos más recovecos de lo que generalmente se piensa, y tendremos muy en cuenta la incidencia de los comicios del 26 de junio, con sus sorprendentes resultados de relanzar a Rajoy para un nuevo mandato, apreciando que la ocasión amerita bien un nuevo diseño global de país, y no algunas medidas más o menos pasajeras a que nos acostumbras las luces cortas de no pocos políticos españoles.


(*) Doctor en Derecho y Ciencias Económicas


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