domingo, 26 de junio de 2016

Fallece a los 67 años Andrés Hernández Ros, expresidente socialista de la Comunidad Autónoma de Murcia


MURCIA.-El ex presidente socialista de la Región de Murcia, Andrés Hernández Ros, ha muerto hoy a las siete de la tarde como consecuencia de una cruel y larga enfermedad  a punto de cumplir los 68 años. Había nacido el 30 de julio de 1948 en el paraje de La Galapacha, en la pedanía murciana de Guadalupe.

Tras las primeras elecciones locales de 1979, presidió el Consejo Regional, un ente preautonómico, hasta la celebración de las elecciones autonómicas de 1983, en las que el PSOE consiguió mayoría absoluta. Tuvo que dejar el cargo un año más tarde, en 1984, siendo sustituido por Carlos Collado.
Fue secretario general del PSOE en la Región entre 1978 y 1984, siendo el artífice de la reestructuración de este partido en Murcia tras la dictadura franquista.
Durante sus estudios de Maestría Química, realizados en el centro educativo que la Compañía de Jesús tenía en el monasterio de Los Jerónimos, existente en su misma localidad natal, comienza su actuación sindical y política, en aquellos momentos en la clandestinidad, que ejercita tras iniciar su actividad laboral en la industria Cauchos de Levante S.A. de Guadalupe, donde sus conflictos sociales fueron pioneros durante el franquismo en la lucha obrera registrada en la provincia de Murcia.
A finales de los años 60 ingresa en la Acción Sindical de Trabajadores (AST), organización de inspiración marxista precursora de la ORT (Organización Revolucionaria de los Trabajadores).
El 7 de noviembre de 1970, durante el Servicio Militar, fue detenido acusado de asociación ilícita. En prisión contrae matrimonio, ceremonia que realizó el párroco de su pueblo natal Fernando Vargas Barba, tras negarse en hacerla el cura capellán de la Prisión Provincial de Murcia.
En 1974 emprende varios negocios, entre ellos la apertura de una librería que sería utilizada como tapadera por la oposición moderada de izquierdas en los últimos años del franquismo.
En 1975 ingresa en el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
Concejal por Alcantarilla, el PSOE le nominó candidato a la Presidencia del Consejo Regional, siendo elegido presidente del órgano preautonómico el 5 de mayo de 1979.
En 1978 es elegido Secretario General del PSRM-PSOE, pasando a desempeñar más tarde la presidencia del Consejo Regional de Murcia, ente autonómico precursor de la Comunidad Autónoma, tras la unificación del PSOE con el Partido Socialista Popular de Enrique Tierno Galván.
Una vez constituida la Comunidad Autónoma de Murcia como tal, en las elecciones autonómicas de 1983 fue cabeza de cartel por el PSRM-PSOE, siendo la opción más votada con un 52,5% de votos y 26 escaños que le daban la mayoría absoluta, por lo que fue elegido en el mes de junio de 1983 como primer Presidente electo de la Región de Murcia.
La gestión de su primer Gobierno estuvo marcada por diversas medidas encaminadas a implantar la nueva estructura autonómica, sin base histórica como tal. Igualmente algunas iniciativas empresariales públicas, como la elaboración de un nuevo tipo de pimentón o la cría de langostinos.
Hernández Ros sería uno de los primeros políticos socialistas españoles salpicado por un presunto escándalo de corrupción que nunca pudo demostrarse, lo que provoca su dimisión al frente del Gobierno de la Región de Murcia en 1984.
Desde entonces permanecía apartado de la vida política e institucional de la Región de Murcia.
En 1988 fijó su residencia en Chile, donde montó una aserradero en Temuco, tras lo que abrió un restaurante de comida española en la capital del país. Posteriormente vivió en Senegal, en el África Occidental, por sus negocios de pesca.
Desde que dejó la política y España solo realizó una aparición pública en enero de 1994 en la asamblea de la agrupación socialista de Cartagena, donde se elegían los delegados para el congreso federal, y en esa ocasión anunció su apoyo a Felipe González.
Estuvo casado con Josefa Cebrián, con la que tuvo cuatro hijos. Años después contrajo matrimonio con la chilena María Elena Sarmiento, de la que también separó a mediados de 1994.
En 2012, el Gobierno regional murciano aprobó la concesión de la Medalla de Oro de la Región al expresidente socialista, el primero autonómico que rubricó el Estatuto de Autonomía de la Región de Murcia.
"Los gobiernos presididos por Andrés Hernández Ros abordaron la construcción autonómica desde el espíritu de consenso y desde los valores de la democracia y la solidaridad social", según la orden publicada en el BORM con motivo de la concesión de la medalla de oro.
El Gobierno regional decretará mañana tres días de luto oficial con banderas a media asta en todos los edificios públicos de la Región de Murcia. Asimismo, la capilla ardiente quedará instalada en la Iglesia de San Juan de Dios, de Murcia.  


Siempre en positivo / Pity Alarcón *


No es fácil llegar a su casa. Una casa construida junto al viejo hogar de sus padres. Donde nació. Donde creció amando la naturaleza.

Siempre vivió aquí, sin tentaciones de cambios, seguramente porque en este lugar se oyen los cantos de los pájaros y el silencio que solo es posible percibir rodeados de árboles frutales, de los tomates que se cuidan con esmero, de los caquis que brillan en las ramas y que se cogen por las mañanas y que tienen los sabores de la niñez, los sabores de siempre: “Es el entorno que va conmigo, no podría vivir en una ciudad, va contra mi misma naturaleza. Me gusta pisar tierra y sentir bajo mis pies las raíces de los árboles, porque yo soy un agricultor por vocación”.

Recuerda su niñez feliz, imbuido de la responsabilidad con la que entonces crecían los niños; seguramente porque vivían oyendo el discurso del esfuerzo y de la entrega. Y nos dice que desde muy temprana edad, como otros muchos niños de su entorno, tenía que cuidar de los animales, ayudar al esfuerzo familiar.

Y muy cerca de aquí, en los Jerónimos, recibió las enseñanzas de los Jesuitas; primeros estudios y Maestría Industrial. De ellos percibió una manera de entender el mundo como algo que hay que compartir con los demás. A ellos les achaca el haberse iniciado en la política, cuando era casi un niño que soñaba con un mundo mejor: “La política, entonces, tenía alma. Yo no digo que ahora no la tenga, pero es muy distinto”.

Su hablar es quedo, como si no quisiera molestar. Su discurso reflexivo. Hay un punto de nostalgia cuando habla de aquella época quedándonos la sensación de que no quiere ser “esclavo de sus palabras…” y nos dice que para qué prodigarse en declaraciones si no se tiene nada que decir. Pero el sí tiene que decir, y seria interesante oírlo más veces, porque es un hombre interesado por todo y, sobre todo, por el ser humano. Por eso muestra su preocupación por la crisis en que la civilización está sumida: “Me preocupa mucho porque no veo que se esté acertando con la búsqueda de soluciones. Yo creo que mientras que no se de la sustitución de la cultura del petróleo, por otra fuente de energía, no tendremos solución, aparte de las practicas inadecuados o corruptas en los sistemas financieros. La descomposición del sistema ha sido tan grande que ahora es muy difícil recuperar lo perdido”.

Continua hablándonos de este tema con la fuerza del que cree en lo que dice, cuando nos cuenta que hay que crear otros coches que no necesiten del petróleo y sobre todo, nos transmite con calor la necesidad de que el primer mundo se preocupe realmente de buscar soluciones adecuadas para el tercero. Y nos habla del Congo, de las luchas entre distintos ejércitos, de los intereses económicos que subyacen en estos enfrentamientos: “Hay que luchar contra el hambre. Que no es tan difícil, si se quiere. Es al hombre al que hay que tener en cuenta y mientras que esto no se afronte, mientras que el primer mundo continué explotando al tercero, veo difícil la solución”.

Mantenemos la charla en un salón confortable, vivido. De sus paredes cuelgan algunos cuadros que llaman nuestra atención, no solo por la fuerza de los mismos, y sí porque no reconocemos al autor y queremos saciar nuestra curiosidad. Notamos una cierta emoción en su voz cuando nos dice que son obra de un compañero de cárcel, Miguel Palao, un pintor de Yecla, preso político como el, que murió y al que el le gusta recordar a través de unos cuadros de belleza extraña. Nos confiesa que los trece meses que pasó en la cárcel, en las postrimerías del franquismo, junto a su mujer María José –fueron condenados a tres años por propaganda ilegal y asociación ilícita– fue una experiencia humana extraordinaria.

Y este tema nos adentra en la política regional. A él continúan preocupándole, y mucho, las cosas que pasan en su tierra y, aunque es consciente de que forma parte de la historia de la Región—fue el primer Presidente de la Comunidad Autónoma elegido por votación popular —, le resta importancia al hecho, no así a la situación de su partido, el PSOE aquí, que dice no comprender: “Lo considero inadmisible. Me subleva. Hemos tocado fondo, porque más abajo no se puede estar. Pero no se hace el trabajo que hay que hacer. El partido no está incardinado en la sociedad, parece dar la sensación de no estar implicado en la misma. Y la única solución es trabajar mucho, trabajar con humildad, y tengo la sensación de que no se trabaja lo suficiente”.

Llegados a este punto es inevitable hablar de su alejamiento de la política y nos reconoce el dolor producido por la renuncia a la Presidencia de la Comunidad, de la que no se siente en absoluto responsable. Pero manifiesta no guardar rencor porque, como nos apunta, “el ser humano no puede estar aferrado a los recuerdos negativos, tiene que vivir en la aceptación de la realidad”. Y la realidad es que continúa creyendo en la amistad de muchos compañeros de partido porque, nos confiesa, la amistad está solamente un escalón por debajo de la familia, que define como el motor de su vida. Un motor que el siente rugir todos los días, con el corretear de sus nietos por el jardín.

Junto a su mujer, María José, nos ofrece tomar algo con la hospitalidad de la gente de la huerta y terminamos conociendo el sabor de sus naranjas y limones, esos que cuida con esmero y es que, nos dice, es un agricultor de vocación. Una vocación que comparte con el yoga, la natación, el caminar, la lectura y esos viajes al tercer mundo; Senegal fue el último, donde admirar lo mucho que se puede hacer con muy poco y contemplar la alegría de unos seres humanos que saben sonreír, faltándoles lo que a otros les sobra.


(*) Periodista

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