miércoles, 29 de junio de 2016

De ganadores y perdedores / Melchor Miralles *

Escribo desde la reflexión de unas horas, y tras confirmar lo que escribí varias veces durante la campaña, que era muy probable que hubiera sorpresas. Y vaya si las ha habido. Ya han hablado las urnas y, de entrada, constato que ha habido varios perdedores. Evidentemente Pablo Iglesias y Alberto Garzón y sus respectivas huestes. Y Pedro Sánchez, claro. Y Albert Rivera. Y, así en general, buena parte de los periodistas y los medios. Y las empresas que se ganan la vida haciendo encuestas y cocinando sus resultados. 

Porque ha quedado claro, en mi opinión, que han funcionado varios miedos, el último el del Brexit, y que el personal vota sin dejarse presionar y muy alejado de la sociometría, de las redes sociales, de los medios de comunicación, del agit prop y la propaganda, la antigua y la contemporánea, de la gran empresa y de los diversos centros de influencia y pensamiento. 

Y ha ganado Rajoy, que ha derrotado a todos sus adversarios y, además, a todos los derrotados mencionados unas líneas más arriba. Porque aquí el único sorpasso que se ha producido es el futbolístico, tras la derrota de España que pone final a un ciclo glorioso. Insisto, creo que en las elecciones, vencer, lo que se dice vencer desde el convencimiento profundo, no ha vencido ninguno. Pero ganar, ha ganado Rajoy. Y han perdido todos los demás.

Ha ganado Mariano Rajoy Brey haciendo lo que domina, o sea, no hacer nada, dejar que los demás se cuezan en su propia salsa, leer el Marca y descojonarse de los periodistas, los medios, los empresarios y los colegas que creen que debiera haberse ido hace tiempo. No lo ha hecho y aquí está. Presto a intentar formar Gobierno tras un paseo por la Europa desunida. Ha ganado votos pese a la corrupción y a la gestión deficiente hasta el último segundo, pese a los escándalos incesantes (el último el del ministro de Interior, aún pendiente de muchas aclaraciones). Y pese a esa sensación de quietismo insoportable, a esa estrategia mezcla de caracol y avestruz suya de siempre. Y se muestra ufano de haber derrotado al PSOE en Andalucía.

Ahora quiere formar Gobierno. Sabe perfectamente que va a ser un Ejecutivo débil, más que probablemente en una legislatura corta, pero confía en la incapacidad de sus adversarios para darle la puntilla política, y en el miedo de los muchísimos dirigentes críticos que tiene en su partido, porque sabe que ahí nadie mueve un dedo. Y se dispone a dejar pasar el verano, poner en marcha los Congresos regionales y el Nacional, el bueno, el suyo, tomárselo con calma, y decidir los pasos que opta por dar en la regeneración interna. 

Tiene dudas, pero me garantizan que no descarta repetir en la candidatura a presidente del Gobierno en las próximas elecciones. Respecto al Ejecutivo, va a intentar convencer a Ciudadanos y a PSOE, y le gustaría que ambos partidos ocuparan asiento en el Consejo de Ministros, incluso quizá alguno de ellos, o quién sabe si los dos, con vicepresidencia. Si no, hay otros caminos, y ya ha comenzado a dialogar con PNV y canarios, cuyos votos pueden terminar siendo decisivos.

Respecto al Gobierno, veremos a ver qué hace finalmente el PSOE, donde hay insistencia en muchos dirigentes, sobre todo veteranos, en que hay que dejar gobernar a Rajoy. Hay que ver si PSOE y Ciudadanos se olvidan de la política de los vetos personales y afrontan una negociación de programas, de contenidos, de reformas, para tratar de arrancar una legislatura que probablemente sea corta, pero regeneradora en la que con celeridad se afronten reformas que son ineludibles en las que PP, PSOE y Ciudadanos están de acuerdo, aunque en el PP sea más por necesidad que por convicción, porque Rajoy cambiaría por sí mismo muy pocas cosas.

El PSOE, donde Pedro Sánchez debiera dimitir, parece que se aplaza la batalla sucesoria tras la enésima debacle. Son conscientes de que les ha salvado la campana y no ha sido por méritos propios, pero evitar que les sobrepasara Unidos Podemos les hace sentirse un poco menos hundidos. El partido del Pablo Iglesias verdadero no ha de afrontar una renovación, sino una reconstrucción, y ya veremos cuando la pone en marcha. En cualquier caso, ha de compatibilizar esa cuestión esencial interna con liderar una oposición noble y dura para afrontar las siguientes elecciones con posibilidades de no seguir en la cuesta abajo.

Unidos Podemos se ha dado un batacazo, y lo saben. Podemos ha perdido el 20% de los votos allí donde está gobernando, y ese es un indicativo importante. Se ha dejado por el camino un millón de votos, que no son pocos, el pacto con IU ha sido un fracaso y ahora han de centrarse en llevar a cabo una labor de oposición que les permita afrontar las siguientes elecciones con posibilidades de ganar. ¿Podrán? Pablo Iglesias comienza a ser seriamente censurado y la imagen de la fiestuqui del domingo con la banda sonora de los años 70 a tope no les ha ayudado.

Y Ciudadanos. ¡Ay, Ciudadanos! Albert Rivera y su equipo no han sabido movilizar a los votantes que necesitaba. De nuevo la última semana de campaña ha sido mala. Y ahora mantiene cierta relevancia, tiene un papel que jugar, aunque no sea principal, y si tienen habilidad les puede dar algún rédito. Pero hay algo de contestación interna, un punto de desinfle. Algunas confusiones. Y el daño que les ha hecho la Ley D´Hondt no es suficiente para justificar un resultado malo.

Esto es lo que hay. Ahora atentos a las negociaciones. Creo que habrá Gobierno, pero termino apuntando a que en esta materia también puede haber sorpresas. Lo veremos. En no mucho.


(*) Periodista


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