Se acabó el ‘fair play’ del bar de Cuco donde Iglesias y Rivera
parecían dos amigos discutiendo de política antes de las elecciones del
20-D. En el debate de ayer en La Sexta los mismos dirigentes políticos
llegaron a un nivel de descalificaciones y enfrentamientos verbales
sorprendente y poco edificante. Y no solo por el diálogo de sordos en lo
que a política y la economía se refiere sino por la agresividad y
demagogia de ambos a la hora de entrar en cuestiones de corte
ideológico.
Naturalmente, los ausentes del debate PP y PSOE aprovecharon esa
bronca para descalificar a los dirigentes de ‘la nueva política’ pero
cabe recordar el último mano a mano entre Sánchez y Rajoy donde ambos se
insultaron, una vez que Sánchez abrió la caja de los truenos al llamar
‘indecente’ a Rajoy.
Es verdad que Rivera en la primera parte del debate puso en apuros a
Iglesias por su modelo político y económico y dijo bien cuando afirmó
que el líder de Podemos en las negociaciones para formar gobierno en la
investidura fallida de Sánchez lo único que buscaba eran las nuevas
elecciones. Algo que Sánchez y Rivera tardaron mucho en entender y solo
han comprendido cuando vieron el pacto de Podemos con IU.
Pero si a Rivera le asistía la razón al hablar de Europa, Cataluña y
la economía y los modelos democráticos, luego Albert perdió el rumbo al
crisparse en demasía en cuestiones relativas a los inmigrantes, paro
Venezuela, Sanidad o Educación. Y ahí fue Iglesias quien comenzó a
dominar el debate porque estuvo más frío y dialéctico mientras que el
rostro encendido de Rivera ofrecía la imagen de un político en apuros
que no controlaba la situación.
La impresión que se obtiene del debate es que Iglesias ganó pero
sobre todo ante los electores de la izquierda. Mientras que Rivera
mostró su carácter aunque en exceso, y aunque habrá contentado a los
suyos y a quienes en la derecha no pueden ver a Podemos tampoco dio la
imagen de un ‘estadista’, palabra que él utiliza con mucha frecuencia.
Albert Rivera fue mucho más preciso y más realista en los programas
y, sorprendentemente en él, perdió en las formas. Quizás porque no le
perdona a Iglesias que los engañara en la moción de investidura donde
PSOE y C’s se tiraron a la piscina desde el más alto trampolín, creyendo
que estaba llena y sin darse cuenta que Pablo Iglesias le había quitado
el tapón. Y allí se estrellaron Sánchez y Rivera sin remisión.
En cuanto a los pactos de Gobierno dos posiciones encontradas. Por un
lado Iglesias insiste en pactar con el PSOE con ayuda de los partidos
independentistas, lo que es de todo punto imposible porque el PSOE no lo
aceptará. Y Rivera defiende negociaciones con el PP y PSOE pero sin
Rajoy y su actual equipo de Gobierno, lo que también resulta difícil de
imaginar. Es decir estamos como estábamos pero más crispados ante el
inicio inminente de la campaña electoral.
En cuanto al capítulo de la ‘cal viva’ que Iglesias mencionó durante
el debate de investidura aludiendo a los GAL de los tiempos de Felipe
González tenemos que decir que Rivera estuvo muy mal, porque la cal viva
existió. Y mintió luego Margarita Robles en La Sexta al declarar que el
gobierno del PSOE metió en la cárcel a los responsables de los GAL, lo
que no es verdad. El gobierno no se persono en el juicio y lo que es
peor, González, sus ministros y dirigentes del PSOE acompañaron a Vera y
Barrionuevo a su entrada en la cárcel de Guadalajara tocándoles las
palmas y dándoles abrazos en el umbral.
(*) Pseudónimo de un veterano y prestigioso periodista cordobés
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