sábado, 11 de junio de 2016

Segunda vuelta / Josep Borrell *

Empieza oficialmente la campaña electoral de las nuevas elecciones legislativas, que en realidad son la segunda vuelta de las de diciembre pasado.
En realidad no hemos dejado de estar en modo electoral desde que no fue posible formar gobierno y resultó inevitable que los electores votaran de  nuevo. Los votos se convertirán en escaños con la peculiar forma de asignar escaños, la regla d’Hont, que tiene nuestro sistema electoral, y que es especialmente determinante del resultado en algunas pequeñas circunscripciones.
Aunque incorporado al equipo de Pedro Sánchez, pero sin ser candidato al Congreso de los Diputados, el inicio de la campaña me coge en la ciudad de Trento participando en el Festival de l’Economía, un magnifico ejemplo de colaboración entre la universidad y las instituciones locales y regionales para abrir a los ciudadanos el debate sobre las grandes cuestiones de nuestro tiempo. Y en particular de los asuntos europeos, de cuya importancia los italianos parecen ser más conscientes que nosotros.
Con una impresionante participación de figuras de renombre, hubo un lleno total en las salas donde se celebraban las conferencias y debates sobre los candentes temas de la actualidad política y europea. Y en las plazas de la ciudad, la gente los podía seguir a través de pantallas gigantes de televisión, mientras se tomaban un capuccino en las terrazas. Lo que se estaba retrasmitiendo no eran partidos de futbol, sino debates políticos sobre cómo hacer frente al problema de la inmigración, de capital importancia para Italia, o a los tres Presidentes de las regiones de Lombardía, Véneto y Trentino-Alto Adige discutiendo de los problemas de financiación y de las tendencias separatistas que en el Véneto no son menos intensas que en Catalunya. Recientemente su Parlamento aprobó una Ley regional para convocar un referéndum de autodeterminación, que el Tribunal Constitucional declaró rápidamente inconstitucional.
La potencial desintegración interna de algunos Estados europeos es uno de los muchos problemas de la UE, porque ésta reconoce fronteras que resultaron de la pasada guerra y en base a ellas la integridad territorial de sus Estados miembros. Por eso en Italia se ha visto con gran preocupación que en Austria haya estado a punto de ganar las elecciones presidenciales un candidato de extrema derecha. Un personaje  que planteaba el rearme del país y las reivindicaciones territoriales sobre el Sud Tirol, como le llaman los austriacos, o el Alto Adige como le llaman los italianos, una tierra de fronteras que fue austriaca hasta hace poco y que tiene una gran autonomía política y financiera dentro de Italia.
En las hermosas montañas del Trentino-Alto Adige se libraron batallas terribles en la I Gran Guerra. No hay más que darse una vuelta por las cimas de las Dolomitas para ver los restos del enfrentamiento entre austriacos e italianos, que sufrieron decenas de miles de bajas en terribles circunstancias, para comprender la trascendental importancia que ha tenido la construcción europea para mantener la paz.
Pero la referencia a la paz ya no es una fuerza movilizadora. Se percibe muy claro cuando se ha estado en contacto con estudiantes universitarios en España y fuera de ella. A nuestros jóvenes la paz les parece el estado natural de las cosas, como si estuviese asegurada para siempre y el horror que amarillea en las viejas fotografías no fuera sino un mal sueño irrepetible. No es así desgraciadamente, sobre todo ahora que el ideal de una Europa en paz interior y con fronteras seguras y pacificadas, se desvanece con Putin por el Este y el fracaso de las primaveras árabes por el Sur.
Hoy la UE esta afectada por una crisis de populismo, terrorismo, inmigración de masa y debilidad económica además de los problemas de los euroescépticos británicos y su próximo referéndum sobre el Brexit que mantiene en vilo a los mercados financieros. Tiene que legitimarse por su capacidad de hacer frente  a esas crisis, además de por asegurar la paz entre europeos.
Ciertamente, una de las cuestiones claves que han surgido en Trento es el rumbo que debe tomar la UE después del Brexit o del Bremain (es decir, el remain del Reino Unido en la UE.) ¿Qué hacemos con los 28 que ya somos y los que todavía llaman a la puerta?. ¿Nos integramos más pero solo unos pocos, o seguimos obstinados en seguir todos juntos a costa de una unidad cada vez más limitada y frágil?
¿Cómo hacemos del euro un instrumento de progreso compartido y sostenible, que es de lo que trataba y cómo fue vendido a las opiniones publicas europeas, algunas muy reacias como la francesa?
¿Cómo abordamos conjuntamente el problema de la emigración a través del Mediterráneo, que es hoy la frontera más desigual del mundo?. Son cuestiones existenciales de una enorme importancia, de las que convendría debatir mucho y proponer soluciones sabiendo que ninguna es fácil aunque a algunos se lo parezcan.
Por eso tendríamos que hablar mucho de Europa en estas elecciones. En las anteriores, la supresión de las Diputaciones ocupó más atención que las restricciones y oportunidades que implica nuestra pertenencia a la UE y sobre todo al euro. No solemos hablar de Europa como tema de debate electoral, quizás porque en el pasado ha habido un amplio consenso sobre política europea entre los dos grandes partidos del bipartidismo. Y no solo en España. En realidad la construcción europea se ha hecho sobre un amplio consenso entre el centro derecha y el centro izquierda. Y este consenso se esta rompiendo ahora como consecuencia de la creciente polarización de la política en casi todos los países.
Por ejemplo, aquí en Italia las elecciones municipales del pasado domingo, que no se celebran en todos los municipios a la vez, otra particularidad italiana, dieron un resultado que no debió gustar nada a Renzi porque puede ser que Roma, después de la segunda vuelta, acabe teniendo un alcalde, en realidad alcaldesa, del Movimiento 5 Stelle. El consenso europeo se ha roto en casi todos los países, en particular con la llegada de los países del Este, la mala respuesta a la crisis del euro, los flujos migratorios incontrolados y la amenaza terrorista de raíz islámica.
Nos guste o no, las cuestiones europeas, quiero decir las exigencias y las oportunidades de la pertenencia a la UE, condicionarán las políticas del próximo gobierno. Mucho más de lo que se quiere reconocer.
¿Cómo proponer una nueva rebaja de impuestos electoralista como hace el PP cuando al mismo tiempo se ofrecen a la Comisión nuevos recortes para evitar que se nos imponga la multa  a la que nos hemos hecho acreedores por nuestros incumplimientos en materia de déficit publico que nos deja en herencia Rajoy?
¿Cómo hacer posible una política expansiva de gasto dentro del actual sistema del euro, o cómo cambiarlo?. Por razones políticas, y con gran enfado de Alemania, la Comisión no nos ha multado todavía por el excesivo déficit, pero habrá que hacer frente a esta cuestión después de las elecciones.
No hay mal que por bien no venga, y ese excesivo déficit ha contribuido a la recuperación del 2015. Y el nuevo gobierno tendría que ser capaz de aprovechar el creciente sentimiento de que el débil crecimiento en la UE necesita más estímulos que sanciones. Hasta la OCDE está interviniendo en nuestro favor pidiendo que no se nos apliquen sanciones, como tampoco a Portugal. Son bien conscientes de que hacen falta más zanahorias y menos palos, y sobre todo de que el sistema de piloto automático de gobierno económico que ha impuesto el ordoliberalismo alemán, no funciona en un mundo plagado de incertidumbres como el que no has tocado vivir.
El Brexit es una de esas incertidumbres, aunque yo creo que los británicos van a votar por el Brimain, gracias entre otras cosas a las intervenciones de lideres conservadores como John Mayor, que esta jugando en este referéndum el papel que jugo Gordon Brown en el de Escocia. En cambio, las divisiones entre los laboristas son uno de los aspectos mas preocupantes y una de las razones por las que podría ganar el Brexit.
Pero para nosotros, claro está, la principal interrogantes es cual será el gobierno que salga de la segunda vuelta de las elecciones. Todas las preguntas van dirigidas a saber quien pactará con quien, y muy pocas a cuales son las propuestas de unos y de otros, que a fin de cuentas es lo que debiera determinar la posibilidad de hacer pactos.
De momento tenemos encuestas, pero creo que su capacidad predictiva es escasa, como muestra el hecho de que más de un 30 % de los electores no sepan todavía a quien votar. Hay tanta niebla en las perspectivas electorales como en la cima de las Dolomitas. De momento la pelota esta en el tejado de las urnas. La campaña debería contribuir a disiparla y a esclarecer  las opciones que se presentan, por segunda vez, a los ciudadanos. Aprovechemos los próximos días para ello.


(*) Ex presidente del Parlamento Europeo


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