sábado, 18 de junio de 2016

Movimientos hacia las bases de partida / José Miguel Larraya *

Salvo sorpresas de última hora, una participación muy baja o muy alta por ejemplo, todo parece dispuesto para una enrarecida negociación para la formación de Gobierno a partir del próximo día 27. La participación alta o baja suele tener efectos directos en el resultado y, por tanto, hacer fracasar estrepitosamente la imagen electoral que arrojan en estos momentos las encuestas.

Pero nada in­dica, por el mo­mento, que ello vaya a su­ceder y de­bemos es­pe­rar, por tanto, unos re­sul­tados si­mi­la­res, con al­gunas co­rrec­ciones al alza y a la baja, a los ob­te­nidos en las elec­ciones del pa­sado mes de de di­ciem­bre. Las co­rrec­cio­nes, sobre todo el pu­bli­ci­tado ade­lanto en votos y es­caños de Podemos sobre el PSOE, pueden en­redar aún más la ne­go­cia­ción pero es di­fícil que cam­bien su sen­tido bá­sico: la for­ma­ción de un Gobierno por fuerzas leales a la Constitución del 78, lo que, en mi opi­nión, deja fuera, de mo­mento, a Podemos de las ne­go­cia­ciones de Gobierno salvo, caso im­pro­ba­ble, que fuera la fuerza más vo­tada.

La ex­clu­sión de la ex­trema iz­quierda an­ti­sis­tema con sus alianzas se­ce­sio­nistas no es sin em­bargo el ele­mento esen­cial de la pró­xima for­ma­ción de Gobierno. El dato más im­por­tante es que, aunque sea po­sible y le­gal, no puede haber una ter­cera con­vo­ca­toria de elec­ciones tanto por mo­tivos po­lí­ticos como so­ciales y eco­nó­mi­cos. Esta si­tua­ción hace la ne­go­cia­ción es­pe­cial­mente com­pleja por una serie de fac­tores que han ido tras­cen­diendo du­rante la cam­paña, en el que no es un dato menor el factor hu­mano.

La vi­ru­lencia de los ata­ques per­so­nales de Albert Rivera a Mariano Rajoy, en línea con los des­ple­gados por Pedro Sánchez en la cam­paña de di­ciem­bre, per­miten su­poner que las inevi­ta­bles ne­go­cia­ciones a tres bandas -PP, como par­tido más vo­tado, con Psoe y Ciudadanos- están mar­cadas antes de co­menzar por una in­com­pa­ti­bi­lidad esen­cial que hará más agrias las pre­vi­si­bles ne­go­cia­cio­nes.

No es des­car­ta­ble, dada la no be­li­ge­rancia entre PSOE y Ciudadanos en esta cam­paña, que ambas fuerzas es­peren su­pe­rar, su­mando fuer­zas, en nú­mero de es­caños al PP y re­editen el fra­ca­sado acuerdo del pa­sado mes de di­ciem­bre. Psoe y Ciudadanos se­rían, según esta hi­pó­te­sis, la alianza con más es­caños en un frac­cio­nado par­la­mento. Si se lee con in­ten­ción el twiter de Jordi Sevilla se apre­ciará que la le­gi­ti­mi­dad, en su opi­nión, re­side en quien con­siga más apoyos par­la­men­ta­rios.

Este "sorpasso" fan­tasma tiene ob­via­mente al­gunas di­fi­cul­tades y al­guna ven­taja. La di­fi­cultad prin­cipal es pre­tender que el líder de, pro­ba­ble­mente, la ter­cera fuerza po­lí­tica, si se pro­duce la anun­ciada vic­toria de Podemos sobre el PSOE, sea el pró­ximo pre­si­dente del Gobierno en coa­li­ción con la cuarta fuerza po­lí­tica. Su ven­taja es que es­tará en con­di­ciones de dictar sus con­di­ciones a un PP que es­tará muy lejos de acer­carse a la ma­yoría par­la­men­ta­ria.
Un Gobierno PSOE/Ciudadanos, si es que suman más es­caños que el PP, ne­ce­si­ta­ría, por su­puesto, el con­sen­ti­miento de los po­pu­lares y es, ahí, dónde in­ter­viene el factor de­ci­sivo: no puede haber una ter­cera con­vo­ca­toria elec­to­ral. Hasta qué punto PSOE y Ciudadanos pueden forzar la ne­go­cia­ción y hasta qué punto el PP puede re­sistir sus con­di­ciones es por le mo­mento un mis­te­rio. Obviamente, los nú­me­ros, votos y es­caños, dic­tarán la re­la­ción de fuerzas pero todo in­dica que vamos a una ne­go­cia­ción de dos contra uno.

La ló­gica in­dica que Sánchez, si so­bre­vive a los re­sul­tados del día 26, con el apoyo de Rivera sí po­drán co­brarse la ca­beza de Rajoy como precio a su abs­ten­ción, o en caso de Ciudadanos, apoyo con­di­cio­nado a un Gobierno en mi­no­ría. No está, sin em­bargo, en los usos y cos­tum­bres de la de­mo­cracia es­pañola que unos par­tidos im­pongan a otro quién debe ser su lí­der, y menos vetar a un di­ri­gente po­lí­tico que pre­su­mi­ble­mente será el más vo­tado. Sin em­bargo, la po­lí­tica es­pañola ha ad­qui­rido un rumbo errá­tico en que todo es po­si­ble.

La úl­tima se­mana de cam­paña per­mi­tirá apre­ciar con mayor cla­ridad si el pacto la­tente entre Ciudadanos y Psoe sigue en vi­gor. El más be­ne­fi­ciado de este acuerdo es el par­tido na­ranja ya que con menos votos y es­caños ad­quiere, con la com­pli­cidad del PSOE, una fuerza que por si mismo no tiene. El PSOE, por su parte, se dis­pone a a pasar su hora más amarga. Todo in­dica que sus re­sul­tados serán peores que en di­ciem­bre. Tener el hombro de Rivera para apo­yarse será, al me­nos, un con­suelo. Aunque si la caída es mayor de la pre­vista su fuerza ne­go­cia­dora será mí­nima y la ca­pa­cidad de pre­sión sobre el PP es­casa.


 (*) Periodista

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