Los socialistas andan deprimidos y cabizbajos, sienten que buena
parte de sus votantes no les quieren; lo perciben en los mítines, en los
debates y, sobre todo en las audiencias, que no suelen engañar. La
aparición en pantalla de dirigentes socialistas produce resultados
mediocres en el rating, mientras que los pretendientes podemistas captan
más atención. Votar socialista es como más de lo mismo; mientras que
votar Podemos implica apostar por el cambio, aunque es ambiguo hacia
dónde, ahora el hecho de cambiar merece la pena. Los populares tienen
más resistencia, su base electoral es más sólida y leal; Rajoy no
convence, pero es el que toca y no es hora para aventuras o
experimentos, el cambio asusta.
Los dirigentes socialistas tienen abierto el debate sobre: ¿Qué
hacer? o ¿cómo sigue? A renglón seguido de conocer los resultados
electorales del día 26, que apuntan a debacle, los peores de la historia
socialista. No solo pueden perder la posibilidad de gobernar, también
la de encabezar la oposición, algo inédito desde que empezó la nueva
etapa democrática española.
Probablemente lamentan ahora no haberse embarcado en la refundación
desde el mismo minuto en que conocieron los resultados de las pasadas
elecciones de diciembre, pero esa es pasta que salió del tubo y que ya
no es recuperable. El intento imposible de formar gobierno, incluido el
pacto con Ciudadanos, no ha producido rédito electoral; sostenían que
ese era el camino de la responsabilidad, pero una parte decisiva de sus
electores no lo ven así.
Además las desavenencias internas han sido constantes, subterráneas e
inoportunas; barrenar a la dirección en un momento crítico no es la
mejor manera de salir del laberinto, sobre todo cuando la alternativa
interna solo amaga, sin asumir riesgos ni apostar por una estrategia
clara.
Si la actual dirección no mejora, aunque sean décimas, los resultados
de diciembre, o si deja al partido relegado a la tercera fuerza
parlamentaria no tendrán otra opción que abrir la sucesión. En ese caso
se abre la incógnita de quién será el que firme el apoyo decisivo para
formar gobierno y a favor de qué adversario.
Como formar gobierno va a ser urgente a los socialistas les va a
quedar poco margen para tomar la decisión clave de este año que
condiciona la estrategia del partido a medio y largo plazo, su camino de
Canosa hacia el abismo o la supervivencia. ¿Serán capaces los
socialistas de organizar y manejar su propio debate? Desde el año 2010,
desde la rendición de Zapatero sin explicaciones ni condiciones,
chapotean en la crisis, como sus hermanos franceses, británicos…
(*) Periodista
http://www.republica.com/la-bolsa-o-la-vida/2016/06/05/deconstruccion-socialista/
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