El 20 de diciembre de 2015 el 34% de los votantes españoles,
alrededor de 9 millones de ciudadanos, presentaron con su papeleta una
enmienda a los dos partidos que han gobernado España desde la aprobación
de la Constitución de 1978. No fue el fin del bipartidismo, pero el
régimen que controla España sufrió un serio varapalo. La severa crisis
institucional y política, el catastrófico funcionamiento de nuestra
democracia, las consecuencias de una crisis mal gestionada, la
corrupción generalizada y la ineptitud del PP y el PSOE tuvieron como
consecuencia el crecimiento del voto populista, que ha tenido un
magnífico caldo de cultivo en este erial en que se ha convertido nuestra
política.
La partidocracia insoportable en que han convertido España PP y PSOE,
la desaparición de la división real de poderes con prevalencia absoluta
del Ejecutivo que lo controla todo, la desaparición o ineficacia
palmaria de todos los mecanismos de control sobre las cúpulas de los
partidos, palmariamente inconstitucional, la pasividad reiterada de las
dos formaciones de Gobierno respecto a las exigencias de regeneración
democrática, los constantes incumplimientos de las promesas que se
formulan en campaña electoral y el compadreo en el ocultamiento de la
corrupción y la protección de buena parte de los corruptos ha tenido
como consecuencia la fragmentación del voto y el ascenso de Podemos.
Pero a estas alturas del partido no hay nadie que navegue en las
aguas de la política y los medios de comunicación en España que no haya
escuchado a cualificados dirigentes del PP y del entorno más próximo a
Rajoy pavonearse del éxito conseguido por haber consumado una estrategia
diseñada en el horno de Presidencia y el PP para liquidar al PSOE y
provocar el sorpasso en la izquierda.
El equipo de Presidencia del Gobierno, con Rajoy a los mandos de ese
lío (como le gusta decir al presidente), impulsaron una operación en el
inicio de la anterior legislatura para agrietar al PSOE encumbrando a
Podemos. Para ello utilizaron todos los resortes del poder Ejecutivo y
los aparatos del Estado para impulsar la presencia mediática de Podemos a
través de sus más cualificados dirigentes. Se ocuparon con esmero de
poner a disposición de Pablo Iglesias y sus cuates un canal de
Televisión donde han tenido barra libre, a la vez que el Darth Vader que
dirige las operaciones televisivas de esa casa reiteraba sus palos al
PSOE en el lugar y los momentos clave para agudizar su crisis.
La teoría en Moncloa era que el ascenso de Podemos, si conseguía
adelantar al PSOE, supondría su defunción, y a la vez generaría un miedo
a la deriva populista entre los ciudadanos que garantizaría una nueva
mayoría absoluta a Rajoy. Unos artistas. Im-pre-sio-nan-te. Y ahora todo
apunta a que Podemos, tras su pacto con Izquierda Unida, puede
instalarse como segunda fuerza política y ya veremos si no también, con
el apoyo de un PSOE muy debilitado, acceder al Gobierno.
Si eso sucede, que se amarren los machos. Ya se sabe que un Gobierno
populista empeorará las cosas. Lo explica atinadamente Guillermo
Gortázar en su último libro, “El salón de los encuentros. Una
contribución al debate político del Siglo XXI” (Unión Editorial, 2016):
“Lo malo es que lo que va a producir Podemos, como su modelo
chavista-venezolano, es más corrupción, menos democracia, libertad
mediatizada, decadencia económica generalizada y gasto público
disparatado. El ascenso del populismo es lo peor que le puede pasar a
España, porque en lugar de resolver los problemas los va a agudizar.
Además, una vez que el populismo llega al poder, consigue mantenerse
utilizando el engaño y la propaganda. El populismo tiene una
extraordinaria capacidad de permanencia y adaptación. Incluso más que el
totalitarismo. Es casi imposible erradicar el peronismo de Argentina
por su legitimación plebiscitaria. En Venezuela, el chavismo triunfó por
la frustración que generaron los partidos tradicionales. En México el
PRI se ha mantenido durante más de un siglo y está en el fondo de la
deficiente democracia, corrupción y violencia. La experiencia demuestra
que es muy difícil desalojar al populismo del poder, porque adopta
ropajes democráticos y penetra con intensidad en amplias capas
sociales”.
Pues eso, que los cerebros del PP se han lucido. Una
operación de enorme éxito. Pero claro, a los que la diseñaron y llevaron
a la práctica no les va a ir mal. Al tiempo.
(*) Periodista
http://www.republica.com/en-el-anden/2016/06/06/el-pp-y-su-apoyo-al-populismo/
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