sábado, 18 de junio de 2016

Austeridad, corrupción y malestar social / Luis de Velasco *

Lo definió perfectamente con una breve frase en su reciente estancia en nuestro país el último Nobel de Economía, el británico Angus Deaton: “La combinación de pedir austeridad y después mostrar debilidad frente a la corrupción es una bomba social. Cuando uno pide esfuerzos a la población tiene que ser muy riguroso para no soliviantar a la gente”.

Es cierto, la gente está muy soliviantada y con razón. Lo estamos viendo aquí, en nuestra casa y en gran parte de Europa así como en Estados Unidos. Con mayor o menor intensidad, la austeridad pura y dura en la UE o las medidas aplicadas tras la crisis financiera en Estados Unidos han provocado incrementos del desempleo, de la marginación, de la pobreza y un notable aumento de las desigualdades. Todos los indicadores sociales y económicos disponibles de fuentes diferentes desde la OCDE hasta la OIT así lo prueban. El resultado de ello es el conocido: aumento del malestar social con notables efectos políticos en la composición de gobiernos y parlamentos.

Todo esto está ocurriendo desde el estallido de la crisis en 2008 primero en Estados Unidos y, después y con mayor virulencia, en Europa continente que, recordémoslo, se creía a salvo. Pero lo que empezó como crisis financiera “made in USA” fue mutando en su contenido y en su perímetro. Recordemos también que España con “el sistema financiero más sólido del mundo” (el entonces presidente Zapatero “dixit”) también se creía a salvo.

En Estados Unidos como ha señalado también el propio Deaton “la clase trabajadora, sobre todo los blancos, han visto como perdían poder adquisitivo a raíz de la crisis financiera y como algunos banqueros que cometían delitos han salido libres o prácticamente sin ninguna condena”. Búsquese ahí, en esa corrupción delictiva e impune, una de las razones de la eclosión y arrastre de Donald Trump. No es la única pero cuenta.

Cuando la economía va bien y aumenta el bienestar, el umbral ciudadano de permisividad respecto de la corrupción política y empresarial sube. La gente es más proclive a pasar por alto las fechorías de unos y otros y a no dar la importancia que merece un elemento clave en el esquema como es la impunidad. Lo hemos visto aquí claramente. Las encuestas del CIS han mostrado un crecimiento del rechazo ciudadano a la corrupción en estos años de la crisis. Una parte de los escándalos salidos a la luz venían de atrás solo que entonces ese umbral de permisividad había subido. No solamente por parte de los ciudadanos sino también, y esto es importante, por parte de poderes del estado como el ejecutivo y el judicial así como de partidos políticos y medios de comunicación. Cierto que de manera insuficiente e incidiendo no tanto en prevenir como en sancionar buscando reducir la lacra de la impunidad.

Decisivo para el descenso del umbral citado han sido y son las políticas del gobierno Rajoy con incidencia especial en recortes en sectores sociales como la enseñanza, la sanidad y la dependencia así como las laborales con la devaluación competitiva y la “flexibilización” del mercado de trabajo. Todo ello ha traído más pobreza y marginación y mayor desigualdad. Todos los indicadores lo prueban. El malestar ciudadano responde a causas reales, no es algo artificial. Sus efectos políticos los estamos viendo. Segunda parte y quién sabe si habrá tercera, el próximo 26 y días subsiguientes.


(*) Economista del Estado


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