En España solo se habla de la Eurocopa y del escándalo de De Gea y
Muñaín por un lado, de lo que puede ocurrir en el debate electoral ‘a
cuatro’ el lunes y de lo que pasará en la noche del 26-J a la vista de
lo que anuncian las encuestas y esencialmente en lo que a Pedro Sánchez y
el PSOE se refiere.
Y sobre esto último lo que se dice en todos los círculos políticos de
Madrid es que Sánchez, una vez confirmado el ‘sorpasso’ de Podemos
sobre el PSOE, tendrá que presentar esa noche su dimisión irrevocable
como secretario general del PSOE y líder de los socialistas para que sea
Susana Díaz quien tome las riendas del Partido Socialista y encabece
las negociaciones para la formación del nuevo Gobierno.
Algo a lo que por ahora parecen resistirse Sánchez y sus adjuntos C.
Luena y A. Hernando pero que difícilmente podrán evitar porque una ola
de indignación inundará el PSOE y todos los barones regionales del
partido alzarán con fuerza su voz contra Sánchez.
Amenazando incluso con rupturas y rebeliones frente al secretario
general y también frente al vigente Comité Federal que tiene graves
responsabilidades en todo lo que ha ocurrido desde el 20-D hasta el 26-J
(especialmente por haber apoyado la investidura fracasada y el adelanto
electoral en beneficio de Podemos e IU), y que debería dimitir en pleno
para que una gestora presidida por Susana Díaz liderara la situación.
El que no podrá seguir si pierde las elecciones por segunda vez ante
Rajoy, y si además si quedar en tercer lugar detrás de Iglesias, es
Pedro Sánchez que está resultando ser un político agresivo, sin encanto
ni liderazgo y sobre todo dotado de una total incapacidad para
adivinar lo que ocurre en España y lo que se le viene encima a él y al
PSOE.
Un Sánchez que nunca debió firmar un pacto de gobierno inútil con C’s
y mucho menos acudir a la investidura. Y cuando perdió la investidura
en ningún caso Sánchez debió caminar hacia nuevas elecciones para
favorecer el sorpasso de Podemos con IU que estaba a la vista, sino que
debió dimitir asumiendo la responsabilidad de sus errores y dejando que
Susana Díaz liderara el PSOE.
Y dejara gobernar al PP impidiendo así que
el pacto electoral de Podemos con IU se pusiera en marcha el 26-J. Con
lo que la ambición de Pablo Iglesias de liderar la izquierda se habría
quedado relegada hasta las elecciones generales de 2019, para dar tiempo
al Partido Socialista a rehacer su complicada situación a la que seguía
liderando la oposición, cosa que no ocurrirá dentro de unas semanas si
se confirman los pronósticos electorales de las encuestas.
No es que Sánchez se haya equivocado y lo haya hecho mal. Es que hizo
todo lo posible para repetir las elecciones y regalarle a Iglesias la
gran oportunidad de adelantar al PSOE y liderar la izquierda nacional. Y
da la impresión que Sánchez ha tardado en enterarse de lo que ha hecho
con sus gravísimos errores y que ahora vive en plena desesperación.
(*) Pseudónimo de un veterano y prestigioso periodista cordobés
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