domingo, 12 de junio de 2016

Dialéctica de la hipocresía / Ramón Cotarelo *

Consideren el titular del periódico Público, la hoja parroquial de Podemos, desde la que este derrama su interesante visión del mundo: "Errejón: "Sánchez se equivoca dirigiendo su campaña contra nosotros". ¿No les llama nada la atención? Es evidente: el verbo equivocar no está en su sitio. ¿Desde cuándo preocupa a un partido político que un adversario se equivoque y hasta se lo advierte noblemente? Desde nunca. Cuantos más errores y equivocaciones cometa el adversario mejor para uno que, así, además, aprende de las insuficiencias ajenas.

Efectivamente, la compungida advertencia de Errejón es un ejercicio de hipocresía en niveles. En primer lugar aparece la siniestra  vía del "y tú más". No me creo que Sánchez dirija su campaña contra Podemos. Sí me parece, sin embargo, que es Podemos quien ataca sistemáticamente al PSOE. En las redes sociales está muy claro, sobre todo en twitter. Hay verdaderos especialistas en pasarse el día insultando los socialistas en 140 caracteres. Supongo que son los trolls que Podemos contratan quizá incluso a destajo. Cien tuits, por ejemplo, 10 euros. Que lo hagan mindundis fanáticos a las órdenes de sus caudillos no quita un ápice del hecho de que quien de modo sistemático, permanente y retirado ataca al PSOE es Podemos. Y no solo en Twitter, también en Facebook y en los discursos y alocuciones de sus dirigentes: "el PSOE es la derecha, el IBEX 35 no le deja pactar con Podemos, es partidario de los recortes, no quiere un gobierno de izquierdas, pacto en cambio de C's, aprobó el 135, está lleno de cal viva", etc, etc.

En segundo lugar, al hablarse de "equivocación", no se hace de falta, atentado o asiento. No es necesario. El PSOE no puede agredir en serio a Podemos porque este está muy arriba en el sorpasso o tal cosa aseguran sus líderes y la corte de periodistas que les bailan el agua. No puede hacer daño al partido morado. Este lleva ya mucha delantera. ¿Acaso no aseguran que el 27 de junio Sánchez tendrá que decidir entre hacer presidente al Sobresueldos o al amado líder de Podemos? Esto, por descontado, no es dirigir la campaña contra el PSOE. Es, simplemente, intentar ningunearlo, anularlo ya que, en realidad, está condenado por el viento de la historia a ser el PASOK español.

En tercer lugar al hablar de "equivocación" el de Podemos se entristece al ver cómo, por su mala cabeza, los socialistas meten la pata y pierden el tiempo. Podemos es inatacable e invencible y más vale que los adversarios lo reconozcan, sino quieren tener un final más amargo del que les espera. Lo mejor es que no queden en evidencia con estos intentos inútiles de atacarlos.

En cuarto lugar, Podemos perdona la vida al PSOE. Es absurdo dirigir su campaña contra él, que es inatacable. Más atinaría si la dirigiera contra el PP, pero, por desgracia, no puede hacerlo ya que, en el fondo, son aliados. Este es el mensaje que, a la chita callando, por lo bajinis, pretende trasmitir la hipócrita afirmación de que duele ver cómo es cierto el conjunto de fábulas que propagan los de Podemos sobre los demás.
En quinto y último lugar, la hipocresía de la afirmación vuelve sobre sí misma, como la pescadilla que se muerde la cola. ¿O no es atacar al PSOE afirmar que ataca a Podemos? Advertir con gesto desolado que el PSOE se equivoca al atacar a Podemos, lo que se está haciendo es atacar al PSOE.

Los procesos mentales de la gente de Podemos son como el alma de los cántaros.
 
 
 
 
Resumen de mi conferencia/xerrada en La Garriga, por cierto, un lugar encantador:

El alma de la nación catalana es republicana desde que aparece en la historia en los confines del Imperio Carolingio allá por el siglo IX como Condado y luego Principado. Su integración en la Corona de Aragón, conservando sus fueros e instituciones peculiares no obsta para que podamos suponer que, de haber sido las cosas de otra manera en la historia, Cataluña hubiera evolucionado como una potencia mediterránea al estilo de Génova o Venecia: poderosos centros políticos, económicos, comerciales. De hecho, Cataluña fue desde el principio una res publica de enorme influencia en el Mediterráneo, cuyas aguas fueron policiadas por su Libro del Consulado de Mar, que fue texto obligado para regular la navegación en el Mar Mediterráneo hasta el siglo XIX.

Cataluña nunca ha abandonado esa tradición republicana. El breve episodio de la República proclamada por Pau Claris en 1641, que tanto recuerda la sublevación del Parlamento de Inglaterra contra Carlos I Estuardo y su posterior decapitación, es buena prueba de ello. Que Cataluña hubiera de aceptar la mainmisse francesa se explica por las contingencias de la guerra contra los castellanos y no por flaqueamiento de la voluntad republicana catalana.

Con posterioridad, en el siglo XIX, Cataluña colaboró con lealtad a la primera República. Dos de sus cuatro presidentes, Estanislao Figueras y Francisco Pi i Margall (quien, además, aplicó sus concepciones federales que, por supuesto no cuajaron en aquella efímera República), son la mejor prueba de que Cataluña siempre colaboró con el resto de España en encontrar una forma de organización territorial del Estado más racional y aceptable.

Luego del fracaso de la Iª República se intensificó el proceso de consolidación de la nación cultural catalana a través de los Jocs Florals, la Renaixença y las enseñanzas de Milá i Fontanals en espera de dotarla de un Estado que la protegiera.

Luego de la reacción anticatalanista de Primo de Rivera, se abrió paso la IIª República española en la que los catalanes volvieron a colaborar. El catalán Nicolas d'Olwer ayudó decisivamente a elaborar la Constitución de 1931 y Cataluña fue un puntal decisivo del esfuerzo de guerra que, en parte se había declarado en contra de soberanismo de otros. De hecho cabe decir que la última gran batalla de la República fue la del Ebro y, con la caída de Cataluña, cayó la República.

Vinieron después los 40 años de la dictadura franquista, especialmente represiva en Cataluña en donde, además del genocidio de republicanos, se intentó el genocidio de la lengua y la cultura. Y, finalmente, la transición, con su Constitución de 1978 que quiso resolver definitivamente el viejo contencioso territorial español, fue, a su vez, otro fracaso. La conversión de los dos grandes partidos, PP y PSOE, en partidos dinásticos, dispuestos a reconstruir el corrupto régimen de la Restauración alfonsina, eliminó la posibilidad de que en España se instaure una República. El silencio y la sumisión al atropello de la Iglesia Católica, Estado dentro del Estado, hace prever que en España no habrá nunca un Estado laico de verdad ni una Iglesia al margen de él.

Las elecciones de 2011 han llevado al gobierno de España con mayoría absoluta a un partido neofranquista, ultrarreaccionario y nacionalcatólico. Todo esto ha producido un aumento imparable del independentismo catalán, convencido, como lo está Palinuro, de que España no tiene arreglo, no cambiará jamás, siempre podrán volver representantes de aquel pasado de fascismo corrupto. Por lo tanto, lo mejor que pueden hacer los independentistas no es esperarse a ver si los españoles consiguen por fin su IIIª República, sino ir por su cuenta hacia su propia República.

Esta República Catalana cuenta ya con un sistema razonable de organización institucional a base de sucesivos proyectos de Constitución. Igualmente dejará un margen amplio de debate sobre la organización económica y social del país. Y por último será indudablemente reconocida por la comunidad internacional y la UE.

El mundo cambia; Cataluña lo hace con él; España, no. 
 
 
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED

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