miércoles, 29 de junio de 2016

Defectos humanos / Guillermo Herrera *

Cuando veo la cantidad de atrocidades e injusticias que cometen en el mundo, cuando observo el comportamiento irracional, miedoso y agresivo de tantas personas, no me queda más remedio que pensar que la humana es una especie con graves defectos genéticos, que se ha convertido en una amenaza para la supervivencia de sí misma y de su planeta.

No sé si serán defectos de diseño o de fabricación, si serán defectos del disco duro, o si tendrá infectado de virus el software, o si serán genes defectuosos del ADN, pero la nuestra es la especie más absurda que conozco. Sólo la salvan los grandes ejemplos de virtud y heroísmo como el de la Madre Teresa de Calcuta, pero las masas de los estadios, por poner un ejemplo, son peligrosas y fanáticas.

Unos dicen que la causa fue el pecado original de Adán y Eva, y los pecados actuales que se siguen cometiendo. Otros dicen que nos manipularon negativamente en un pasado remoto y nos siguen manipulando en la actualidad la mafia que nos controla.

Otros argumentan que la causa del comportamiento absurdo son los traumas que tenemos en el inconsciente. Otros más achacan los defectos a la mala alimentación o a la contaminación del ambiente.

Todos ellos pueden tener parte de razón, pero el hecho es que hemos convertido a este planeta en una prisión carcelaria, en una pesadilla para millones de personas que carecen de lo básico, con la única excepción de algunos oasis o refugios en donde sobrevivimos más o menos razonablemente, pero también con problemas.

Estoy seguro de que hay una salida para esta Humanidad, pero será otra Humanidad diferente, menos tarada, más ecológica, solidaria y espiritual, con nuevos paradigmas culturales, nuevos modos de convivencia, de economía, de sociedad, etc.

También estoy seguro de tener el privilegio de asistir al nacimiento del germen o levadura de esta nueva Humanidad, porque hay muchos comportamientos ejemplares, pero no sé cuanto tiempo más tendremos que aguantar la vieja pesadilla, ni cuantas veces más seguiremos tropezando con las mismas piedras.


(*) Periodista

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