No hay forma de que Mariano Rajoy y el PP tengan una campaña
tranquila. Es lo que tiene tener los armarios llenos de porquería. Que
de pronto sale al aire. Lo que me sorprende es que alguien se sienta
sorprendido por el contenido de las conversaciones que le han pillado al
ministro de Interior mientras trasteaba con el director de la Oficina
Antifraude de Cataluña. Esta es la política española desde hace muchos
años. Por eso estamos como estamos. Y lo que no sabe el personal.
Las conversaciones entre Fernández Díaz y Daniel de Alfonso tuvieron
lugar entre el 2 y el 16 de octubre de 2014, un mes antes del referéndum
secesionista del 9-N. En ellas, ambos hablan de buscar pruebas para
incriminar a dirigentes de ERC y CDC en casos de corrupción.
El ministro no dimite y Rajoy no le cesa. Es una vergüenza, pero no
una sorpresa. Debiera hacerlo Rajoy aunque solo fuera por la incapacidad
de Fernández de evitar siquiera que se pueda grabar en su despacho. Es
de coña. Y escuchadas las conversaciones, debiera irse Fernández con
urgencia, y también Rajoy, que es el jefe.
El Gobierno y sus cuates hablan de una conspiración. Me descojono.
Conspiración la suya. CDC y Esquerra piden dimisiones. No se van a
producir, pero todo el jaleo va a tener probablemente consecuencias de
cara a las elecciones del domingo. Y es lógico. Y favorecerá a Podemos.
En esto estarán contentos Rajoy y el PP. Han dedicado mucho esfuerzo en
cuatro años a fomentar el auge de Pablo Iglesias y compañía, han
maniobrado todo lo necesario para que tenga su propio canal de
televisión y para poner a su servicio otro nacional adjudicado a unos
amiguetes asociados con un grupo catalán con intereses contrapuestos.
Todo para liquidar al PSOE. Ahora que no se quejen.
Las vergonzosas conversaciones que le han pillado al ministro
Fernández son una más. Lo escribí cuando reventó el caso Pujol. PSOE y
PP, desde González, han sido partidos corruptos y cómplices de la
corrupción de otros. No ha interesado perseguir a los golfos
apandadores, y a quienes osaban hacerlo les cortaban la cabeza. Unos y
otros han empleado en beneficio propio los aparatos del estado que
controlaban para masacrar al adversario cuando a ellos les convenía. No
les preocupa la corrupción. No la combaten. Ponen toda la artillería
contra otros corruptos cuando les conviene a ellos.
Estas conversaciones incluso me parecen poca cosa comparadas con
otras de más fuste en asuntos aún más graves. Otras que conocemos aunque
no podemos probar, y las que desconocemos pero imaginamos porque
conocemos el percal, y hay mucho off the record.
Aquí se ha espiado a braga quitada, que diría Umbral, y se ha robado a
guante suelto. PP y PSOE han mantenido un régimen en el que les ha ido
bien. Ahora poco a poco se desmorona. Y a nosotros que nos den. Porque
ellos tienen lo suyo resuelto. Ojala salgan más conversaciones. Pero de
las buenas. De todos.
(*) Periodista
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