martes, 14 de junio de 2016

Un debate que no ha aclarado, ni cambiado nada / José Oneto *

Los representantes del cuatripartito que ha venido a substituir al bipartidismo, se han comprometido a que habrá acuerdo para un futuro gobierno en España, después de los resultados del próximo 26 de Junio, pero no han dado ninguna señal de que eso sea posible, según las conclusiones que pueden deducirse del “Debate a cuatro”, celebrado en el Palacio de Congresos madrileño, organizado por la Academia de Televisión con la colaboración de las principales cadenas televisivas del país y de tres moderadores de lujo: Pedro Piqueras de Telecinco, Vicente Vallés, de Antena 3 y Ana Blanco de Televisión Española.

Si en vez de las promesas de Rajoy, Rivera, Iglesias y Sánchez, de que harán todo lo posible para que no hayan unas nuevas elecciones, los dirigentes políticos hubieran aclarado que posibilidades de pactos hay y cómo se pueden superar las diferencias que, después de seis meses, les siguen separando, a unos y otros, habrían transmitido más seguridad y tranquilidad al país. Porque la realidad es que Rivera sigue jugando con la posibilidad de que el candidato del PP no sea Rajoy, si efectivamente se pone en marcha esa regeneración tan necesaria para la democracia española, Sánchez, sigue empeñado en no llegar a ningún tipo de acuerdo con Rajoy, y no hay ninguna pista, a pesar de todos los empeños de Pablo Iglesias, de que Sánchez esté dispuesto a apoyar un Gobierno de coalición de Unidos Podemos.

El debate ha supuesto un alivio para Rajoy que ha sabido esquivar la posibilidad de que el resto de los debatientes se centrarán exclusivamente en él, se ha defendido bien en el tema económico y de creación de empleo, ha salvado como ha podido el espinoso temas de la corrupción que tanto daño le ha hecho, ha intentado con Sánchez el “Tú más”, pero ha sabido defender sus posiciones en un debate que esta vez, y no como en el cara a cara con Sánchez, si se lo había preparado.

Sánchez que era el que lo tenía más difícil, no ha encontrado su hueco, no ha sabido aprovechar esta única oportunidad que tenia para frenar el temido “sorpasso” y movilizar a su electorado, pero ha cumplido su papel al prometer un Gobierno de cambio del que no ha querido dar ningún tipo de pista, especialmente sobre un acuerdo con Unidos Podemos. Las sorpresas han sido Pablo Iglesias, que ha presentando una cara totalmente desconocida, dialogante y moderada (utilizando todo un alud de cifras de todo tipo) y Albert Rivera que ha atacado a derecha e izquierda, a Rajoy y a Iglesias, y se ha hecho un claro hueco, cuando las encuestas le dan una falta de crecimiento.

Terminado el debate, el primero de este formato en el que, prácticamente desaparecido el bipartidismo, han participado los representantes de los cuatro partidos de los que dependen la formación de un nuevo Gobierno, que surgieron de las elecciones del pasado 20 de Diciembre, la gran incógnita está en saber qué influencia han tenido las distintas intervenciones, en ese treinta por ciento del electorado que, a estas alturas, todavía no tiene su voto decidido. Ese porcentaje aumenta hasta un 40 por ciento entre los jóvenes, votantes potenciales tanto de Unidos Podemos como de Ciudadanos. Es más, en quienes no deciden a quién votar, hasta el mismo día de las elecciones.

Son los expertos electorales y especialistas en sociología y estrategia, los que vienen manteniendo la tesis de que en estas elecciones, la campaña electoral y, sobre todo los debates, y este debate a cuatro, serán decisivos y por eso todos los partidos han reducido los tradicionales mítines, y los han substituido por actos más reducidos y más originales. En este último aspecto, ha sido Unidos Podemos, el que ha ganado en originalidad, presentando su programa electoral como un folleto de Ikea, esa marca reflejo de toda una generación, que hizo furor con el slogan de “la República independiente de mi casa” y, acudiendo a ese idea oculta de una Suecia, la patria de Ikea, en la que el socialismo (en realidad la socialdemocracia) y el papel protector del Estado, forman parte de su identidad, de su ADN.

En una primera lectura de urgencia no parece que este debate, que probablemente batirá audiencias, haya cambiado sensiblemente el voto de los dudosos entre PP y Ciudadanos, o entre socialistas y partidarios de Podemos y de Izquierda Unida o, entre, socialistas y “riveristas”. Ni es posible que ayudado mucho a aclarar las dudas de los millones de indecisos. 

Ahora, no sólo influirá en cada espectador o en cada oyente haya producido las distintas intervenciones y enfrentamientos, sino que también influirá las interpretaciones que den los medios informativos, los análisis de los expertos, los sondeos con los supuestos ganadores y perdedores, y en los sectores más dinámicos, los efectos que el debate haya tenido en las redes sociales.

 No deja de ser significativo que algunos de los intervinientes ha ido acompañado de su correspondiente equipo de redes, actividad en la que sin duda, Unidos Podemos, lleva siempre la iniciativa. Probablemente, han sido entre los podemitas, los que más votos han recibido de los indecisos, seguidos de Ciudadanos, socialistas y populares. Pero habrá que decir también que ha sido un debate que no será decisivo para la campaña.


(*) Periodista

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