Salen a la luz unas grabaciones
telefónicas del ministro del Interior, el de la ley mordaza (para los
demás; no para él) con un alto funcionario de la Oficina Antifraude en
Cataluña tratando de encontrar (quién sabe si de fabricar) escándalos y
delitos de qué acusar a sus adversarios políticos, los independentistas.
Probablemente, esto de que el zapatones superior de la policía intrigue
para cargar delitos inventados o falsos sobre gente a la que quiere
hundir, lo hacen todos. Hasta hay un nombre, framing. Cuando la
policía quiere cargarte un delito, hace un registro en tu casa y
casualmente "encuentra" medio kilo de cocaína debajo de tu cama o de
trilita en el el frigorífico. La diferencia con España es que en España,
como son tan malos, los cogen enseguida.
El principal responsable de la Ley Mordaza
estaba cumpliendo con su deber de caballero de la Orden de no sé qué
del Santo Seupulcro y los grandes expresos europeos a base de "cerrar
España" contra extranjeros, advenedizos, descreídos, infieles e
independentistas. Cerrar España con estos últimos dentro y sin
posibilidad de moverse, ni hablar ni actuar; a ser posible, presos ¡Qué
no hubieran dado los interlocutores que encontrar algún desfalco, algún
latrocinio en el que enredar a los independentistas! Incluso fabricando
las pruebas. Pero no hay nada, al menos nada parecido a lo que los del
PP tienen montado.
Oriol
Junqueras y otros dirigentes independentistas pidieron de inmediato la
dimisión de los dos Avinaretas, como es lógico y como ya hubiera pasado
en los demás paíse europeos. Pues que esperen sentados. Estos pájaros
no dimiten ni aunque les pillen con la mano en el cepillo de la iglesia
a la que son tan aficionados. Todo lo más puede pasar que intenten
aplicar la Ley Mordaza, esa inmundicia represiva, a los adversarios. Por
lo demás, dimitir, piensan, de qué y por qué?
Nadie en este gobierno de
mangantes ha dimitido por nada como no hayan sido Ana Mato y José
Manuel Soria y esos dos estaban prácticamente ya en busca y captura
judicial. ¿El resto? ¿Los demás, ministros, los presidentes de
Comunidades Autónomas, presidentes de organismos autónomos, los
diputados, consejeros, alcaldes, concejales, a salvo y de rositas e
impartiendo doctrina sobre la transparencia democrática, cosa en la que
están tan versados como en la escritura lineal B.
¿Cómo
va a dimitir nadie de esta cuadrilla de indeseables, pertenecientes a
un partido imputado penalmente si su presidente, quien debiera haberlo
hecho hace años, cuando se descubrió que, además de su salario a cuenta
del Estado, cobraba jugosos sobresueldos de origen turbio, lleva cuatro y
medio sentado en un sillón al que no tiene ningún derecho moralmente
hablando? Y no solamente es un tipo bajo sospecha sino alguien muy
activo en las medidas de su gobierno en favor de la transparencia
democrática, ninguna de las cuales ha servido nunca para nada ni se ha
aplicado jamás.
Y
así, poco más o menos, son todos: la vicepresidenta del gobierno es una
ratita hacendosa que, además de haber cobrado los correspondientes
sobresueldos, aprovecha el cargo para mentir pro domo sua y amenazar a la oposición.
El
ministro de Hacienda, Nosferatu redivivo, emplea su tiempo en diseñar
amnistías fiscales para sus amigos, colegas, deudos y mecenas del
partido/asociación de malhechores.
El
ministro de Exteriores, una especie de chusquero sentencioso de cuarto
de banderas, está especializado en enviar analfabetos democráticos y
necios a explicar en las cancillerías extranjeras la grandeza de una
Constitución a la que se opusieron con uñas y dientes.
El
ministro de Defensa, un pavo estirado, perteneciente al más rancio
franquismo militar, que es como el franquismo del franquismo, tiene muy
satisfechas a las empresas de armamento en que trabajó antes de dedicarse a endeudar su país hasta el agobio comprando armas que no necesita para nada.
La
ministra de Empleo ys Seguridad social, principal responsable del
gigantesco expolio de 40.000 millones de euros del fondo de las
pensiones, tiene a toda la corte celestial apuntada a paro a ver si, por
lo menos, se lo bendicen.
El
ministro de Justicia, un catalán de apellido y bobo de talante, tiene a
todas las profesiones jurídicas en pie de guerra por su fabulosa serie
de fracasos de gestion.
El ministro de Educación, un petimetre que no entiende nada del negociado que le han encomendado, solo está interesado en mantener altas las tasas educativas para que la gente sin recursos no tenga que sufrir aprendiendo cosas.
El ministro de Educación, un petimetre que no entiende nada del negociado que le han encomendado, solo está interesado en mantener altas las tasas educativas para que la gente sin recursos no tenga que sufrir aprendiendo cosas.
Si
ninguno de estos mendas dimite, ¿por qué había de hacerlo el ministro
de Interior porque le hayan pillado complotando para fabricar marrones a
los independentistas? Que se ande con ojo ese Oriol Junqueras, no
vayan a aplicarle la Ley Mordaza por falta de respeto a la autoridad.
El referéndum catalán es la piedra de
toque de la política española. No quieren reconocerlo, pero así es.
Pedro Sánchez ya dijo en su momento que no hubo gobierno de coalición de
progreso después de las elecciones del 20 de diciembre por culpa de los
independentistas catalanes. La afirmación es algo exagerada pero
demuestra la afirmación de que la cuestión catalana es, en realidad, la
cuestión española. Por si hubiera alguna duda, el socialista lo ha
repetido: el PSOE no apoyará gobierno alguno de Podemos si este no
renuncia a su propuesta de un referéndum catalán.
¿Por
qué hay esta inquina al referéndum, hasta el punto de que no parece
importar al PSOE el quedar ante la opinión como quien hizo imposible un
gobierno de la izquierda en España? Pues simplemente y al margen de
otras consideraciones, porque los nacionalistas españoles, sean del PP o
del PSOE temen que pueda salir el “sí” a la independencia y eso abriría
un camino imparable a través de una República Catalana.
Efectivamente,
el susto es mayúsculo. Hasta el punto de que la vetusta Vanguardia
manipulaba una noticia sobre un sondeo de intención de voto en relación
con la independencia para hacer ver que esta, siendo la opción
mayoritaria, no llegaría a la mayoría absoluta. Sin embargo, con los
datos de la misma encuesta, sí llegan y sobrepasan holgadamente dicha
mayoría absoluta.
Carece de
sentido indagar en el pasado para buscar responsables de la situación
actual. Hace unos años, la opción independentista era considerable, pero
minoritaria. Hoy es mayoritaria y uno de los motivos por los que se ha
llegado a esta situación es la particular incompetencia del gobierno
español y su leal oposición que, en lo tocante a Cataluña, no se opone
en absoluto. En lugar de comprender la situación y cambiar el proceder,
quizá arbitrando políticas más flexibles que permitan la negociación, la
reacción es típicamente española y consiste en sostenerla y no
enmendarla, como siempre. Según Podemos, unos años más de PP y se hace
independentista hasta Valladolid. Según lo que muestra la experiencia,
unos años más de nacionalismo español, incluido el de Podemos, y la
independencia no será la opción mayoritaria en Cataluña, sino la
unánime.
En
este contexto, suscita especial preocupación la actitud de la CUP de
rechazar lo presupuestos de la Generalitat. Sus dos consecuencias –la
dimisión de los cupaires de Poble Lliure por un lado y la reafirmación
del sector negacionista por otro- no hacen más que intensificar la
preocupación. Antonio Baños lo sintetiza muy bien al afirmar que el
rechazo a los presupuestos abre la disyuntiva de Puigdemont o elecciones
anticipadas Rufian extrae las consecuencias de esa disyuntiva de un
modo contundente: si Puigdemont pierde la cuestión de confianza, la
reacción del nacionalismo español será “brutal”. O sea, la CUP ha
demostrado una falta de capacidad de política parlamentaria muy grave
porque con su rechazo a los presupuestos, se ha atado las manos. Llegado
el momento, la CUP no podrá votar “no” a la cuestión de confianza a
Puigdemont porque, de hacerse, habría elecciones anticipadas, cuyos
resultados para la CUP no se prevén óptimos.
El
referéndum catalán es el punto central de la política española, el que
la condiciona de modo absoluto. Administrar esta condición es vital para
la continuidad del proceso y una Cataluña al albur de unas elecciones
anticipadas, no podrá hacerlo. El sondeo citado augura un gobierno de la
Generalitat con una mayoría reforzada. Pero se trata de un sondeo y el
resultado final de la votación puede ser otro. Uno que frustre una
ocasión única. Está por verse el resultado de las elecciones del 26J. Si
surge una mayoría de izquierda, pero no absoluta, la cuestión del
referéndum catalán se planteará con todas sus consecuencias. En ese
debate no será lo mismo que el nacionalismo español tenga enfrente una
gobierno independentista a que tenga otro de otra naturaleza.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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