El primer ganador del debate fue Vicente Vallés, el más periodista de
los tres periodistas que moderaron el enfrentamiento, con una
realización y una imagen aún prehistórica ofrecida de nuevo por esa
Academia de la Televisión que necesita renovación con urgencia máxima,
tanto o más que España. Respecto a los cuatro aspirantes que medían sus
fuerzas, creo que Rivera estuvo un punto más allá que el resto, en
especial gracias a su cara a cara con Rajoy e Iglesias a cuenta de los
trapos sucios de ambos.
En general mi impresión es que el debate no va a cambiar mucho un
panorama complejo en el que atisbo que puede haber sorpresa respecto a
algunas encuestas. Comenzando con el nivel de abstención, que quizá sea
menos que el que se pronostica. Ayer me contaban que el voto por correo
está siendo ya muy superior. Anoche Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera se
fajaron ante las cámaras y no hubo demasiado fuera del guión. Rajoy a
lo suyo, salió vivo, que no es poco, y estuvo firme en el terreno
económico, Sánchez y Rivera un poco buscando su sitio en ejercicio
complicado e Iglesias de paladín del radicalismo de Ikea con el que
envuelve su populismo, y más jodido que en otras ocasiones, porque trata
de ejercer un papel ya de presidente que les descuadra su habitual
campechanía y se le ven las costuras.
Rivera sobresalió más que el resto, quizá más cómodo sin corbata y
con movimientos mejor estudiados, se mostró hábil y en muchas ocasiones
serio, solvente y duro, buscó el cara a cara con Iglesias y Rajoy y se
lució al final del segundo bloque. Primero, colocándole a Rajoy frente
al espejo de sus mensajes de sms a Bárcenas y las huellas de sus
sobresueldos en el PP con dinero oscuro. Rajoy se revolvió, cabreado, y
perdió el oremus al comparar esas inmundicias con la confesión antigua y
nimia de Rivera de que alguna vez ha pagado alguna facturilla de
servicios en negro.
Un dislate propio de quien sabe que no tiene salida
en ese terreno. Y después el líder de Ciudadanos se fue a por Pablo
Iglesias, y la financiación de Podemos por parte de regímenes
totalitarios poco recomendables. Aquí Pablemos se mostró como lo que es,
uno más de la casta, de la vieja política, y se puso más que nervioso.
Rivera, templado, sereno, sabedor de que decía verdad, le llevó al
terreno que quería. No entraba a si es legal o no que Irán y Venezuela
le hayan financiado la lucha por el sorpasso, pero evidenciaba que
moralmente no tiene un pase.
Y Pedro Sánchez quedó perdido en terreno de nadie, sin perfil propio,
superado, y fue incapaz de encontrar su lugar en el debate, lo cual
supone a dos semanas de las urnas haber perdido una oportunidad de oro.
Le quedan dos semanas para superar a las encuestas que le colocan en el
tercer puesto que podría ser su final.
O sea que el primer debate lo ganó Vallés. Pero anoche hubo varios
debates dentro de debate. El debate a cuatro, Rivera. El debate de tres
contra uno (Rajoy), Rivera también. El debate entre Rajoy y Sánchez,
claramente Rajoy. El debate entre Sánchez e Iglesias, sin duda Iglesias.
El debate entre Rivera y Sánchez, Rivera. El debate entre Rajoy e
Iglesias, Iglesias. El debate entre Iglesias y Rivera, también Rivera. Y
el debate entre Rajoy y Rivera, Rivera. Y en las redes sociales, como
siempre, Iglesias con su Ejército de máquinas a plena actividad.
Lo que me encuentro esta mañana en conversaciones de urgencia es
relax en el PP, donde consideran que Rajoy ganó, como siempre, pero
donde he encontrado algunos nervios y donde cada día cobra más fuerza la
posibilidad de que al final, si la aritmética electoral obliga, Rajoy
deba dar un paso atrás y posibilitar un Gobierno del PP sin él al
frente. En Ferraz tratan de aparentar calma pero andan acojonados, y se
nota, y tienen poco tiempo para la reacción, pero una veterana del
trabajo entre bambalinas me decía que “al final las aguas volverán a su
cauce, seremos segundos por poco, y quizá haya sorpresas en la hora de
los pactos. Queda mucho partido”. Y a ellos les queda más trabajo que a
ninguno, sin duda. En Podemos e izquierda Unida venden optimismo y
éxito, y consideran que Sánchez cada día que pasa pierde posibilidades.
Y
por último en Ciudadanos, con la lección aprendida de la nefasta última
semana antes del 20-D, encantados con el papel de Rivera anoche y muy
centrados en lo que queda de campaña: “Dos semanas es mucho tiempo y
tenemos muchas cosas que hacer. No está todo el pescado vendido, y
salimos a mejorar los 40. Es complicado, pero estamos en ello”. Pues
eso, que quizá el debate no ha cambiado las expectativas, pero ha
estimulado a los cuarteles generales a seguir peleando por un voto
disputado, todos a conseguir movilizar de su lado a los indecisos, que
son muchos. Ahí está la batalla. Los españoles necesitamos un presidente
de Gobierno, y por ahora no lo hemos encontrado.
(*) Periodista
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