El mundo es un carro de heno y cada uno coge lo que puede. En ese
antiguo proverbio flamenco se inspiró ‘El Bosco’ para pintar hace 500
años una de sus obras más celebradas, ‘El carro de heno’. Es una de las
joyas del Museo del Prado, que brilla ahora especialmente con motivo de
la primera muestra monográfica dedicada en España a uno de los pintores
más enigmáticos de la historia.
El tríptico, dedicado al pecado, no
puede estar más vigente. Si hubiera que trasladar a una pintura el
sumario judicial de la trama ‘Púnica’ no habría mejor inspiración que la
tabla de ‘El Bosco’, en cuya parte central, entre el cielo y el
infierno, se ve a múltiples personas de toda condición que no dudan en
cometer todo tipo de tropelías para coger una brizna de heno o el summum
de alcanzar la cima del carro. Dinero, influencia, poder, privilegios…
según los casos, porque en el fresco de la operación ‘Púnica’ hay de
todo.
Y es que fueron muchos los que entraron en contacto con el joven
experto en nuevas tecnologías de la información, Alejandro de Pedro; el
exalcalde cartagenero José Antonio Alonso; el exvicepresidente del PP de
Madrid, Francisco Granados, y el constructor David Marjaliza. Una
banda de presuntos que habría hecho del tráfico de influencias una forma
de vida, repartiendo heno por aquí y por allí para lucrarse con dinero
público, obtenido de muchos políticos que sucumbían a la tentación de
encaramarse a lo más alto del carro. Hoy tienen la reputación por los
suelos y un horizonte penal incierto. Otros respiran tranquilos.
De
haberse pinchado por orden judicial un teléfono más, el de José Antonio
Alonso, el guiso habría sido monumental. Las ofertas de Alonso y De
Pedro, Álex para los conocidos, han arruinado la carrera política de
Juan Carlos Ruiz y amenazan la de Pilar Barreiro y Pedro Antonio
Sánchez, que niega rotundamente haber firmado ningún contrato con la
trama, aunque esté señalado por la Guardia Civil. Mi deseo es que
Sánchez no aparezca en el escabroso cuadro que pronto pintará el juez.
De lo contrario, el efecto sería devastador para la confianza de la
sociedad murciana en sus políticos.
(*) Periodista y director de La Verdad
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