domingo, 5 de junio de 2016

El carro púnico / Alberto Aguirre de Cárcer *

El mundo es un carro de heno y cada uno coge lo que puede. En ese antiguo proverbio flamenco se inspiró ‘El Bosco’ para pintar hace 500 años una de sus obras más celebradas, ‘El carro de heno’. Es una de las joyas del Museo del Prado, que brilla ahora especialmente con motivo de la primera muestra monográfica dedicada en España a uno de los pintores más enigmáticos de la historia. 

El tríptico, dedicado al pecado, no puede estar más vigente. Si hubiera que trasladar a una pintura el sumario judicial de la trama ‘Púnica’ no habría mejor inspiración que la tabla de ‘El Bosco’, en cuya parte central, entre el cielo y el infierno, se ve a múltiples personas de toda condición que no dudan en cometer todo tipo de tropelías para coger una brizna de heno o el summum de alcanzar la cima del carro. Dinero, influencia, poder, privilegios… según los casos, porque en el fresco de la operación ‘Púnica’ hay de todo. 

Y es que fueron muchos los que entraron en contacto con el joven experto en nuevas tecnologías de la información, Alejandro de Pedro; el exalcalde cartagenero José Antonio Alonso; el exvicepresidente del PP de Madrid, Francisco Granados, y el constructor David Marjaliza. Una banda de presuntos que habría hecho del tráfico de influencias una forma de vida, repartiendo heno por aquí y por allí para lucrarse con dinero público, obtenido de muchos políticos que sucumbían a la tentación de encaramarse a lo más alto del carro. Hoy tienen la reputación por los suelos y un horizonte penal incierto. Otros respiran tranquilos. 

De haberse pinchado por orden judicial un teléfono más, el de José Antonio Alonso, el guiso habría sido monumental. Las ofertas de Alonso y De Pedro, Álex para los conocidos, han arruinado la carrera política de Juan Carlos Ruiz y amenazan la de Pilar Barreiro y Pedro Antonio Sánchez, que niega rotundamente haber firmado ningún contrato con la trama, aunque esté señalado por la Guardia Civil. Mi deseo es que Sánchez no aparezca en el escabroso cuadro que pronto pintará el juez. De lo contrario, el efecto sería devastador para la confianza de la sociedad murciana en sus políticos.


(*) Periodista y director de La Verdad 


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