domingo, 1 de mayo de 2016

Vaticinios a go go / Ramón Cotarelo *

Camino de las nuevas elecciones tras el fracaso de los partidos en las negociaciones, nadie sabe qué pueda pasar porque se dan demasiadas novedades, porque no hay precedentes, porque el contexto es radicalmente nuevo, porque el sistema en su conjunto ha cambiado ya profundamente. Es más, muchos sostienen que no pasará nada (entre ellos, en cierta medida El País), y que todo seguirá como hasta la fecha, lo cual, desde luego, no es una posilidad absurda en sí misma. Los seres humanos somos imprevisibles porque si fuéramos previsibles, no seríamos seres humanos.

Entrando en un terreno específico, en el concreto que nos presenta El País, lo más llamativo es la seguridad con que se afirma que va a pasar lo que el común de la gente juzga que va a pasar, esto es que aumentará la abstención. Y lo subsiguiente: que ello beneficia más a la derecha, otra píldora de saber convencional. Igualmente se afirma que el PP mantendrá su liderazgo y que la suma aritmética de los votos de IU y Podemos producirán el ansiado sorpasso. Todo muy razonable, sosegado, tranquilo... y tan probable como lo contrario. Lo único que este posible contrario tiene en su desfavor es precisamente que las empresas demoscópicas estén vaticinando un resultado, no con el fin de describir una realidad que se encuentren, sino de crearla. 

¿Por qué va a votar cerca del 30% del electorado por la banda de malhechores que gobierna? Por nada, obviamente, y es probable que no lo haga. El partido responsable de este desastre en todos los órdenes de la vida, presenta como candidato al presidente en funciones. Como si se hubiera bañado en las aguas del Jordán y no fuera ahora el mismo personaje inenarrable, mezcla de estupidez, arrogancia y corrupción y responsable último de esta catástrofe en que se encuentra la gran nación.

Pero lo más llamativo es el pronóstico de que los votos sumados de IU y Podemos superarán a los del PSOE, lo cual preanuncia el ansiado sorpasso anguitiano, alfa y omega de la existencia de este cómico personaje. Este logro, de darse, dejaría al PSOE a un paso de la extinción, motivo por el cual, el partido del primer y verdadero Pablo Iglesias, necesita revalidar y, a ser posible, mejorar sus resultados del 20 de diciembre si el aspirante Sánchez quiere seguir en su puesto.

Estos anticipos son tan razonables y de sentido común que hieden a falsos a la legua. Y ¿en qué reside su falsedad? En que no han contado ni una vez con el cambio de actitud del electorado. Se dice con frecuencia que la irrupción de los partidos emergentes y el cambio en el sistema de partidos alterará mucho el la forma y el fondo de la interacción política. IU, maltratada en su día por Iglesias, se toma ahora la revancha y, sabiéndose cada día más fuerte, se atreve a poner condiciones al amado jefe de Podemos. 
 
Frente a esta recuperacion del espíritu crítico el propio Podemos toca con sordina porque sabe que tiene ante sí un descenso considerable de votos por su actitud arrogante y necia.  De ahí que vaya en coalición con los comunistas del más oscuro pasado, bajo la advocación del septuagenario líder a quien otorga la condición de intelectual orgánico. Trata de conseguir el triunfo de una causa ambigua cuyo principal defecto consiste en que lleva la derrota en el comienzo mismo de la victoria.

Por último, tampoco el destino del PSOE está escrito y, como el de los otros dos, será lo que sus dirigentes quieren que sea. Los dirigentes, a su vez, aparte de pelearse entre sí para garantizar la continuidad de los restos del PSOE solo tienen una posibilidad de mantenerse haciendo frente a la mala fe de Podemos. El juego sucio de este consiste en asegurar que su lucha es contra el PP contando con el PSOE como aliado, lo cual es falso. Su verdadero adversario es el PSOE. El PP, en cambio, lo que los estalinistas llamaban un aliado  "objetivo".

En términos genéricos y periodísticos, hasta puede volver el bipartidismo.
 
 
La República catalana
 
Cuando quieras saber cómo van las cosas, qué fuerza tienen los programas, los partidos, que apoyos las opciones, no vayas a las ciudades con cientos de miles o millones de habitantes porque no son buenos indicadores. En las grandes urbes, en las megalópolis hay siempre infinidad de gente aburrida, ejércitos de ociosos que no tienen nada que hacer y a quienes basta a veces una convocatoria en un día de sol para que te llenen una plaza, un parque o una gran avenida. Pero su asistencia no querrá decir casi nada. Hubieran ido de mejor grado a un partido de fútbol o un concierto. No es difícil dirigirse a una muchedumbre en las ciudades. 
 
Una mínima organización, una convocatoria atractiva, algún interés añadido como una banda de música, y tendrás una asistencia numerosa, nutrida. Si verdaderamente quieres saber cómo están las cosas, qué posibilidades tienen las distintas propuestas, ve a las ciudades pequeñas, a los pueblos, averigua cuánta gente acude a las convocatorias. Si no va nadie o lo hace muy poca gente, si la asistencia es mínima, no auguro buen futuro a la causa que defiendas. Es la movilización en las pequeñas poblaciones, en los pueblos, la que nos da la medida del apoyo a una causa. 
 
La independencia de Cataluña moviliza a la gente en los pueblos de una forma constante. He celebrado actos, reuniones, conferencias en muchos pueblos catalanes, del interior y de la costa, más industriales, más agrícolas, más comerciantes y siempre me he dirigido a auditorios muy numerosos. La gente, la sociedad en su conjunto, está muy movilizada. Supongo que muchos de los asistentes podrían estar en otros lugares, quizá paseando por la sierra o por el monte o montando en bicicleta, pero el hecho es que acuden a las convocatorias de la Assemblea Nacional Catalana, llenan los locales a rebosar, atienden a conferencias y escriben en twitter sobre el acontecimiento. Y luego, otras viralizan.

Los dos últimos actos a que he asistido han sido en localidades medianas o empequeñecidas con población media o muy escasa. Sin embargo, en los dos lugares la asistencia muy concurrida. No hay otro tema en Cataluña que suscite tanto interés. Nada parecido es posible en España. El apoyo al independentismo es masivo en el Principado. Esto no es una ventolera ni una moda pasajera. Responde a una voluntad generalizada y claramente expresada. Es imparable.

Pero para verlo hay que salir de los grandes centros urbanos e ir al interior, al corazón del país. El viernes estuve en Sabadell, hablando sobre el derecho a decidir. Dialogué con Pere Cardús y la presentación fue de Quim Dausa. Ayer, en Matadepera, hablando sobre el impacto de la República catalana en España, en Europa y en el mundo. La presentación, de Pere Mas. 

Gracias a lo presentadores, gracias al público. Han sido grandes experiencias.

Donec Perficiam.
 
 
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED 

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