No es cierto, como afirma Pedro Sánchez, que el PSOE esté en mejores
condiciones para abordar las elecciones del 26-J que cuando lo hizo en
los pasados comicios el 20-D. No en vano esta vez se enfrentará a un
Podemos consolidado en coalición con IU a su izquierda y mientras que a
su derecha el PSOE está por un pacto de gobierno con Ciudadanos. Y eso
quiere decir que el PP volverá a ganar las elecciones y que el PSOE
corre el riesgo de ser superado en votos por Podemos y sus aliados, lo
que sería un gran desastre para el Partido Socialista.
Un negro horizonte que no descartan los barones regionales del PSOE
que, liderados por la andaluza Susana Díaz, ya están urdiendo un plan
para el día después de la segunda derrota de Sánchez que consiste en:
colocar a Eduardo Madina como portavoz del PSOE en el Congreso de los
Diputados –y en su caso como líder de la Oposición-; y nombrar a Susana
Díaz, Secretaria General del Partido en el congreso que seguirá a las
elecciones.
Precisamente el convencimiento que en el PSOE tienen de que Sánchez
volverá a perder las elecciones el 26-J es el motivo por el que Susana
Díaz –ni nadie- no quiere presentarse ahora a las primarias socialistas.
Ella espera el fracaso de Sánchez para asaltar la Secretaría General en
el congreso de los socialistas y mientras tanto dejar a Madina al
frente del Grupo parlamentario del Congreso de los Diputados.
El optimismo de Sánchez en el Comité Federal de este sábado recuerda a
su pública convicción de que llegaría a la Moncloa durante el proceso
de investidura, tal y como se lo anunció a su partido, al Rey Felipe VI y
a toda España, llegando incluso a someterse a la votación del Congreso
de los Diputados que naturalmente perdió. Y todo ello después que una y
otra vez Pablo Iglesias le tomara el pelo con ofrecimientos falsos que
escondían su deseo claro de volver a las elecciones en compañía de IU.
De manera que la estrategia de Sánchez no ha podido ser peor: impedir
que gobierne el PP para volver a unas elecciones en las que volverá a
perder y donde el PSOE se enfrentará a un Podemos aumentado por IU. Y
eso en tan solo seis meses, mientras que si hubiera favorecido un
gobierno tripartito con PP, PSOE y C’s, Sánchez habría ganado cuatro
años y Podemos tendría que esperar otros cuatro para poder asaltar el
liderazgo de la izquierda que ahora tiene al alcance de su mano con
grave riesgo para el PSOE.
(*) Periodista
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