sábado, 7 de mayo de 2016

El relativo valor de la democracia directa / Fernando G. Urbaneja *

Que decida la gente, consultar a las bases, democracia real y directa… forma parte de la retórica regeneradora que se esgrime como alternativa a lo antiguo y caduco. El recurso al referéndum como camino a la limpieza democrática aparece como camino de salvación. 

Pero no es para tanto, La recta puede no ser el camino más directo y efectivo. La consulta a las bases de IU para pactar con Podemos, al margen de los problemas organizativos para fijar el censo, ha tenido un resultado abrumador, más del 80%, pero con una participación modesta, mucho menor que la habitual en las democracias representativas. Algo semejante ocurrió con las bases de Podemos cuando hace pocas semanas opinaron sobre la posibilidad de asumir buena parte del pacto PSOE-Ciudadanos.

La técnica del referéndum suena bien, pero su ejercicio tiene sus enredos. Varios países europeos probaron ese instrumento para bendecir cuestiones que van de la fracasada Constitución Europea al reciente acuerdo comercial con Ucrania rechazado por los ciudadanos holandeses.

El primer problema con los referenda es que los ciudadanos no responden a lo que se les pegunta sino que dan rienda suelta a otros sentimientos, fundamental al malestar frente a cualquier gobierno que no resuelve problemas. El referéndum requiere reglas y buena práctica. Los suizos lo utilizan con frecuencia y saben manejarlo bien; también en los estados norteamericanos utilizan la democracia directa para cuestiones prácticas con resultados desiguales. Consultan mucho, a veces por iniciativa de lobbies habilidosos que saben obtener ventajas con ese procedimiento.

Izquierda Unida apeló a sus militantes y simpatizantes, con un censo difuso aunque cercano a los 75.000 (sus votantes superan el millón) para la alianza táctica con podemos. El resultado suma 20.000 votos, hay que suponer que bien verificados, limpios, que no alcanzan el 30% del censo estimado. El resultado es abrumadoramente favorable, casi a la búlgara, pero aguanta mal la prueba del algodón. Los convocantes del referéndum están satisfechos, ha salido lo que querían lo cual les proporciona margen para llevar adelante su proyecto.

La técnica del referéndum requiere cumplir algunos requisitos, entre ellos, tal y como establece la Ley de claridad canadiense, cuentan: primero que la pregunta sea clara, precisa y fácil de interpretar; segundo que el censo sea fiable y claro; tercero que la participación sea suficiente más de la mitad) y finalmente que el resultado aceptable sea muy representativo respecto al censo y a la participación. Y además que las distintas opciones tengan espacio y tiempo suficientes para ser conocidos.

La democracia directa, que tiene buena prensa, que parece la más pura y limpia, puede incluir averías que la hagan mucho más tramposa que la democracia representativa. En resumen que hay presuntos remedios que empeoran la enfermedad.


(*) Periodista


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