Que decida la gente, consultar a las bases, democracia real y
directa… forma parte de la retórica regeneradora que se esgrime como
alternativa a lo antiguo y caduco. El recurso al referéndum como camino a
la limpieza democrática aparece como camino de salvación.
Pero no es
para tanto, La recta puede no ser el camino más directo y efectivo. La
consulta a las bases de IU para pactar con Podemos, al margen de los
problemas organizativos para fijar el censo, ha tenido un resultado
abrumador, más del 80%, pero con una participación modesta, mucho menor
que la habitual en las democracias representativas. Algo semejante
ocurrió con las bases de Podemos cuando hace pocas semanas opinaron
sobre la posibilidad de asumir buena parte del pacto PSOE-Ciudadanos.
La técnica del referéndum suena bien, pero su ejercicio tiene sus
enredos. Varios países europeos probaron ese instrumento para bendecir
cuestiones que van de la fracasada Constitución Europea al reciente
acuerdo comercial con Ucrania rechazado por los ciudadanos holandeses.
El primer problema con los referenda es que los ciudadanos no
responden a lo que se les pegunta sino que dan rienda suelta a otros
sentimientos, fundamental al malestar frente a cualquier gobierno que no
resuelve problemas. El referéndum requiere reglas y buena práctica. Los
suizos lo utilizan con frecuencia y saben manejarlo bien; también en
los estados norteamericanos utilizan la democracia directa para
cuestiones prácticas con resultados desiguales. Consultan mucho, a veces
por iniciativa de lobbies habilidosos que saben obtener ventajas con
ese procedimiento.
Izquierda Unida apeló a sus militantes y simpatizantes, con un censo
difuso aunque cercano a los 75.000 (sus votantes superan el millón) para
la alianza táctica con podemos. El resultado suma 20.000 votos, hay que
suponer que bien verificados, limpios, que no alcanzan el 30% del censo
estimado. El resultado es abrumadoramente favorable, casi a la búlgara,
pero aguanta mal la prueba del algodón. Los convocantes del referéndum
están satisfechos, ha salido lo que querían lo cual les proporciona
margen para llevar adelante su proyecto.
La técnica del referéndum requiere cumplir algunos requisitos, entre
ellos, tal y como establece la Ley de claridad canadiense, cuentan:
primero que la pregunta sea clara, precisa y fácil de interpretar;
segundo que el censo sea fiable y claro; tercero que la participación
sea suficiente más de la mitad) y finalmente que el resultado aceptable
sea muy representativo respecto al censo y a la participación. Y además
que las distintas opciones tengan espacio y tiempo suficientes para ser
conocidos.
La democracia directa, que tiene buena prensa, que parece la más pura
y limpia, puede incluir averías que la hagan mucho más tramposa que la
democracia representativa. En resumen que hay presuntos remedios que
empeoran la enfermedad.
(*) Periodista
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