martes, 10 de mayo de 2016

Sánchez en tierra de nadie / José Miguel Larraya *

(No man's land, tierra de nadie, es un terreno situado entre dos fuerzas armadas en combate, que ninguna de las dos ocupa permanentemente. Generalmente asociado a la guerra de trincheras. (Wikipedia)

Nadie duda que Pedro Sánchez es un político ambicioso, un tío tirao palante en castizo, que el pasado mes de diciembre quiso convertir las calabazas electorales –el peor resultado del PSOE en las últimas décadas- en una pértiga para asaltar la Moncloa.

Pero no lle­ga­ron, y la arit­mé­tica elec­toral co­locó a Sánchez en el cen­tro, el pi­vote, de cual­quier com­bi­na­ción de Gobierno. Y se pidió la pre­si­den­cia. Con dos ar­gu­men­tos. El PP tiene que irse y la iz­quierda me tiene que votar a mí porque si no go­bierna el PP. En el fondo era el dis­curso de los pactos mu­ni­ci­pales y au­to­nó­mi­cos: des­alojar al PP de los go­biernos en la creencia in­genua que en España sólo puede go­bernar el PP o Psoe, na­cio­na­li­dades aparte.

Sánchez, cuyo li­de­razgo en el PSOE tan re­ciente como frá­gil, salió re­gular de su fa­llida in­ves­ti­dura. Afianzó su imagen como líder so­cia­lista ante el elec­to­rado pero quedó en evi­dencia que su es­pe­ranza de arras­trar a Podemos a un pacto era in­via­ble. No le echaron un saco de cal viva, pero casi. Para su soñada tra­vesía hacia el oasis de la Moncloa sólo le que­daba Ciudadanos y al­guna con­fluencia –en este caso va­len­ciana- de Podemos.

Primero pactó so­lem­ne­mente con Ciudadanos y luego volvió a buscar en na­cio­na­listas ga­lle­gos, ca­ta­lanes y va­len­cianos (sólo le fal­taron los ba­lea­res) la com­pre­sión y el apoyo para arras­trar a Podemos e IU. Pero és­tos, los her­manos se­pa­ra­dos, es­taban en otra. Y así lle­gamos al des­fi­la­dero del 26 de ju­nio.

Sánchez vuelve a estar donde es­taba, sólo que esta vez no sabe el re­sul­tado y ve como a su al­re­dedor se toman po­si­ciones que ame­nazan su in­te­gridad po­lí­tica. Por la de­re­cha, el PP sigue ve­tado, pero se aprecia que los con­ser­va­dores es­tarán dis­puestos a hacer las con­ce­siones que sean ne­ce­sa­rias para formar la gran coa­li­ción. No lo dirán en cam­paña, pero Rajoy no será obs­táculo para el pacto. Ciudadanos no oculta que esa gran co­la­ción, bajo múl­ti­ples for­matos -de a dos, de a tres- con apoyos ex­ter­nos, etc… es la mejor so­lu­ción. Por la iz­quierda, la for­ma­ción de una alianza elec­toral Podemos-IU ame­naza la iden­tidad más que­rida del so­cia­lismo es­pañol: ser la pri­mera fuerza de la iz­quierda. Si a ello se añade que el frente de la iz­quierda ra­dical cuenta en sus alas a los na­cio­na­lista se­ce­sio­nis­tas, el PSOE, que sigue lle­vando la E de España en sus si­glas, ve muy li­mi­tado su cim­breo a iz­quierda.

Su po­si­ción, en esa tierra de na­die, entre los dos bloque in­com­pa­ti­bles que forman PP-Ciudadanos frente a Podemos-IU+secesionistas, es muy com­pro­me­tida. Todo de­pen­derá, ob­via­mente, de los re­sul­tados del mes de ju­nio, pero una po­si­ción es­tá­tica como la suya sólo as­pira a re­petir –incluso per­diendo es­caños y la pri­mo­ge­ni­tura de la iz­quierda- su con­di­ción de fuerza in­dis­pen­sable para cual­quier ma­yoría par­la­men­ta­ria. Y a Sánchez, dicen las len­guas de doble filo, ya le han lle­gado re­cados de ese bloque tan es­pañol que forman en el PSOE las an­ti­guas fe­de­ra­ciones de Asturias, Castilla-León, Castilla-la Mancha, Extremadura y Andalucía, que si no gana las elec­ciones tendrá que dejar paso en el pró­ximo con­greso, apla­zado opor­tu­na­mente para des­pués de las elec­cio­nes.

¿Qué hará Sánchez en las pró­ximas ocho se­ma­nas? ¿Repetir las con­signas de la cam­paña an­te­rior?. Porque con sus pre­ten­sio­nes, Sánchez sólo tiene una sa­lida y es ga­nar, ser la fuerza más vo­tada en las pró­ximas elec­cio­nes. Y eso pa­rece di­fí­cil.


(*) Periodista


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