El pasado 2 de Mayo, día de la Comunidad de Madrid, el presidente del
Gobierno en funciones Mariano Rajoy Brey, en el edificio de la Puerta
del Sol, parecía que acababa de ser designado candidato a la investidura
a la Presidencia del Gobierno por el Jefe del Estado. Él, que había
decidido en su momento, declinar el ofrecimiento de que fuese a la
investidura como representante del partido más votado, algo que había
dejado al Rey tan sorprendido, como al resto de los españoles, estaba
tan convencido de que su situación había cambiado radicalmente, que
confesaba a un grupo de periodistas que antes del 31 de Julio,
tendríamos nuevo Gobierno.
El pronóstico, indudablemente, estaba asociado, aunque no lo dijo en
ningún momento, a su persona y al futuro del Partido Popular. Lo
anuncian incluso las encuestas: hay una recuperación del voto popular y,
tal como le venía insistiendo su sociólogo de cabecera, el
incombustible Pedro Arriola, el que más le había insistido en que no
intentara una investidura sin tener amarrado todos los apoyos, porque
hay datos para pensar que, parte de ese millón largo de votantes que
siempre votaron popular y que el 20 de Diciembre se refugiaron en la
abstención, volverán al redil de Génova, aunque lo hagan murmurando y
cabreados.
Por eso, y por otros datos, ese lunes 2 de Mayo, el optimismo de
Rajoy era tal que no quedó un solo invitado a la recepción de la
Comunidad, que no recibiese un apretón de manos, un abrazo, una foto o
un saludo con la mejor de sus sonrisas. Parecía transformado, mientras
daba las gracias a todos los que le decían que había acertado no yendo a
la investidura, esperando, y aguantando, hasta que llegase su
oportunidad. Y su oportunidad, pronóstico de Arriola, le había llegado
con lo que él decía que era una “segunda vuelta”. Y, ese día 2 de Mayo,
había empezado esa segunda vuelta, en la que se centraría, sobre todo,
en los pueblos algo que había empezado a descubrir.
Está seguro de ganar y fue lo que transmitió a todos, en la reunión
del día 3 en Génova en la que empezaron a hacerse los preparativos para
la campaña electoral que comenzará oficialmente el 5 de Junio, aunque de
hecho, ya ha empezado. Este miércoles y respondiendo a Ciudadanos, que
insiste en que Rajoy tendrá que echarse a un lado para iniciar cualquier
proyecto de “regeneración política”, el Presidente con casi las mismas
palabras que decía a los periodistas el 2 de Mayo, repetía que no está
dispuesto a tirar la toalla ni a renunciar a la candidatura del PP para
las elecciones del 26-J. “Estoy en un buen momento. Mi voluntad es que
mientras me encuentre bien y fresco quiero continuar”. Lo malo es que
tendrá que contar con Ciudadanos para un Gobierno con mayoría absoluta.
Es curioso que, cuatro meses después y tras una segunda convocatoria
electoral, todo permanezca igual. Los mismos vetos, las mismas
propuestas, los mismos candidatos y, los mismos odios y desconfianzas.
La otra noche, en el programa de Onda Cero “La Brújula” que dirige y
presenta David del Cura, la totalidad de los representantes de los
partidos políticos, que recibían las críticas sobre su falta de
capacidad para haber encontrado una solución a un bloqueo, político de
133 días, volvían a repetir el mismo argumentario que han venido
desgranando estos meses, sin el menor propósito de la enmienda y sin
mucho interés en olvidar los enfrentamientos que han venido manteniendo
desde el mismo 21 de Diciembre del pasado año. En realidad solo los
socialistas y Ciudadanos intentaron, sin mucha fortuna el acuerdo,
frente al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que no se esforzó lo
más mínimo por forjar una alianza o una Gran Coalición.
De esta forma, ese hombre que le gusta estar sentado, obligó a todos
a repetir los comicios. Y ahora, reconocen unánimemente que, “su
táctica – escribe el semanario alemán Der Spiegel” – podría
funcionar, puesto que tampoco el socialista Pedro Sánchez fue capaz de
apuntalar un ejecutivo. El motivo de su fracaso fue Pablo Iglesias, el
jefe de Podemos, quien también saboteó las negociaciones”.
Los españoles se enfrentan pues, a una segunda vuelta de modo
sumamente reacio y disgustado con sus políticos. Es probable que, al
final, muchos desistan y simplemente no acudan a las urnas. Eso
repercutiría posiblemente en beneficio del PP, cuyos seguidores son de
edad avanzada pero fieles. “Visto así, -concluye el semanario alemán-
Rajoy, que apuesta por esperar sentado, puede hacerse esperanzas de
lograr esta vez los votos suficientes como para gobernar, posiblemente
con los liberales. Su jefe, Albert Rivera, el luchador contra la
corrupción, ha exigido hasta ahora que Rajoy, lastrado por este mal, se
marche. ¿Pero mantendrá esa condición? “… Rajoy sigue esperando
sentado.
(*) Periodista
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