lunes, 25 de abril de 2016

Del naranja al ‘colorao’ / Alberto Aguirre de Cárcer *

La revelación de que Ciudadanos cargó gastos electorales a la Asamblea, como si fueran producto de la actividad de su grupo parlamentario, acabó esta semana con la destitución del delegado territorial en Murcia, Mario Gómez, y con otro expediente disciplinario a uno de los cuatro diputados de la formación, Luis Fernández. 

Sin embargo, la crisis abierta está lejos de haberse restañado porque sigue sin ser creíble que todo obedeciera a un error administrativo, una vez demostrada la doble facturación instada por Mario Gómez a diversos proveedores contratados durante la campaña electoral. 

Veinticuatro horas después de circunscribir lo ocurrido al ámbito de las «responsabilidades administrativas», la dirección nacional del partido que hace bandera de la regeneración en la vida pública tuvo que dar marcha atrás, corregir su tibieza inicial y depurar finalmente responsabilidades políticas. 

Albert Rivera ha actuado con rapidez, pero ayer insistía en calificar de irregularidad administrativa lo que, sin embargo, tuvo tintes de financiación irregular, supuso un incumplimiento de la ley electoral y llevó aparejado una ocultación al Tribunal de Cuentas de una cantidad de dinero para gastos electorales superior a la mitad de la declarada. Por más que se insista, no es un tema menor. Perseverar en esa línea sí es un error, y muy típico de esa vieja política que tanto critica. 

El incidente ha puesto en evidencia la transversalidad de los comportamientos alejados de la ejemplaridad, lo que en sí mismo era una obviedad porque no van ligados a las siglas sino a la condición humana. En Murcia estas facturas trucadas han puesto por primera vez ‘colorao’ al partido naranja. Lo ocurrido no invalida su pulcro y académico discurso de regeneración, franquiciado por todo el país por jóvenes políticos, muchos rebotados de otros partidos, aunque los detalles del caso y la titubeante reacción han hecho mella en una credibilidad política que debía estar impoluta porque C’s no tiene responsabilidades de gobierno en ningún municipio y no gestiona dinero público. 

Ciudadanos ha reaccionado con mucha más celeridad y contundencia que otros, aunque ha sido excesivamente parco en explicaciones públicas. Ninguno de los implicados ha comparecido aún en rueda de prensa para encarar todas las preguntas que están hoy sin respuesta. Sobrepasados por las circunstancias, las escasas declaraciones públicas fueron confusas, llegando a afirmarse que todo está subsanado cuando eso no se corresponde con la realidad. 

No sería justo olvidar lo mucho realizado por Ciudadanos para desterrar la corrupción en nuestro territorio desde hace un año, pero ya se ve que no es lo mismo predicar que dar trigo. Ciudadanos sale de este episodio tocado y con mácula. No es el acabose, pero marca un punto de inflexión porque la ‘auctoritas’ no se recupera de un día para otro y menos en un joven partido en formación que está ahora semidescabezado y con las filas escasamente cohesionadas. 

Si el portavoz de C’s en la Asamblea, Miguel Sánchez, responsable último de todo lo que se firma y se entrega en la Asamblea, salió indemne de este lío es fundamentalmente porque su destitución habría dejado sin ningún liderazgo a un partido donde persiste una relación tormentosa entre los más veteranos y los que, desembarcados a última hora desde UPyD, están hoy en la cúspide del poder orgánico. 

El desacato del grupo municipal de Molina de Segura a las directrices regionales fue el último ejemplo de esa turbulenta cohabitación. No hay que ser un lince para deducir que este asunto trascendió porque alguien de C’s filtró las facturas el jueves por la mañana a través de un correo electrónico anónimo enviado a varios diputados y a la presidenta de la Asamblea. 

Si había alguna duda sobre la procedencia de la filtración ésta quedó totalmente disipada el viernes cuando se desveló un WhatsApp, enviado por Mario Gómez, instando a la emisión de esas nuevas facturas que llegaron a la Asamblea. Blanco y en botella.

Ciudadanos tendrá que recomponerse en tiempo récord. Si nada cambia en siete días habrá elecciones en junio. Tenían pendiente designar a un coordinador autonómico para completar una dirección con tres cabezas y, tras la destitución de Gómez, solo queda la de Miguel Sánchez. Sobre sus hombros descansa ahora una pesada responsabilidad.


(*) Periodista y director de La Verdad 


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