La cuesta abajo de los beneficios de los bancos españoles es una
realidad que camina deforma más acelerada de lo esperado. Se ha visto
este jueves con los resultados del número dos de la banca española,
BBVA, que se ha despachado con un recorte del beneficio trimestral del
53,8%. Las cuentas del Santander han sido también malas, aunque el
recorte del beneficio ha sido del 4,9%. El beneficio de esta entidad ha
duplicado con creces al de BBVA, 1.633 millones en el Santander frente a
unos menguados 709 millones de euros de BBVA.
En la Bolsa, las cifras y las perspectivas de BBVA han gustado poco,
lo que se ha traducido en un descenso de la cotización del 6,78%, una de
las mayores caídas de los últimos años. El castigo bursátil al banco de
origen vasco tiene su explicación en las previsiones que se estaban
manejando en medios financieros, muy por encima de lo que en realidad ha
presentado la entidad ayer jueves. Al cierre de ayer, el banco valía en
Bolsa 40.600 millones de euros, lo que está a punto de apearle de la
quinta plaza del Ibex por capitalización, en beneficio de Iberdrola, que
le pisa los talones.
El líder del Ibex sigue siendo Inditex, con unos 89.000 millones de
euros, es decir, más del doble que BBVA. Santander ocupa la segunda
plaza, con 66.200 millones y Telefónica es el tercero en liza, con un
valor de mercado de 49.300 millones de euros. Hacía mucho tiempo que los
dos grandes bancos no ocupaban posiciones tan retrasadas
comparativamente con las grandes empresas españolas no financieras, lo
que refleja el importante cambio que se ha estado produciendo en los
años de crisis en el tejido empresarial español, con una empresa textil
como líder absoluto, más una “teleco” (Telefónica) y una eléctrica con
amplia presencia internacional como quinta pieza del club de los cinco
grandes.
Lo que puede resultar más preocupante de esta caída de los resultados
de BBVA es el hecho de que solamente una pieza, México, parece en
condiciones de aportar en estos momentos valor al grupo. El problema no
es tanto que México vaya bien, sino que las demás piezas del puzzle
están reflejando una escasa rentabilidad. En los últimos años, el valor
de BBVA no ha dejado de caer. Las últimas adquisiciones, en Turquía y en
Estados Unidos, han sido menos rentables de lo que se esperaba, sobre
todo en Estados Unidos, en donde la compra de una entidad, el Compass,
ha metido de lleno al banco en el mundo petrolero, justo en un momento
en el que las cosas pintan bastante mal en esta actividad, como es
público y notorio.
La filial americana del banco español tiene un cierto
volumen de crédito (no se conoce con exactitud, pero debe ser elevado)
concedido a empresas petroleras de nueva implantación, las que han
protagonizado el espectacular aumento de la producción de crudo en el
país. Lo malo es que bastantes de ellas han tenido que cerrar
explotaciones porque por debajo de los 60 dólares el barril no hay
negocio. Y estas empresas habían crecido en base a generosos créditos de
los bancos, que ahora son de difícil recuperación. Estas decisiones de
crecimiento hacia bancos de otras latitudes han deparado pocas alegrías,
desde luego nada que ver con la rentabilidad de la inversión en México,
acometida en etapas anteriores del banco, bajo la presidencia de
Ybarra.
Fruto de estos desaciertos estratégicos ha sido la evolución del
banco. Si en el año 2007 llegó a máximos históricos en valor bursátil,
por encima de los 55.000 millones de euros, ahora apenas supera los
40.000 millones. Santander, en el mismo periodo de tiempo (desde 2005)
ha perdido 3.000 millones de euros de capitalización bursátil frente a
la pérdida de unos 15.000 millones en el caso de BBVA.
Las cifras tienen a veces un valor relativo, pero lo que muestran los
grandes bancos es que el negocio financiero va a menos y que hay que
tener algo más que ideas brillantes y efectistas, aunque poco rentables,
para adaptarse a las nuevas exigencias del negocio. En el caso de BBVA,
México representa nada menos que el 69% de los beneficios netos de la
entidad con las cifras del primer trimestre, un dato que no presupone
desde luego lo que pueda pasar en el conjunto del ejercicio pero que
está más o menos en línea con lo sucedido en los últimos años, es decir,
la presencia creciente de México como fuente de actividad y beneficios
del grupo. Sin México, BBVA sería hoy en España un banco de segunda
categoría.
(*) Periodista y economista
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