Da la impresión de que hasta aquí ha llegado el espectáculo. Pero
ojo, que la política es el reino de la piel de plátano, y entre resbalón
y resbalón caben sorpresas, y ya hemos visto algunas, o sea que
conviene estar preparados para todo. Más aún si tenemos en cuenta el
nivel acreditado por nuestros líderes políticos en los últimos meses.
Todo es posible. Nada es descartable. Aunque visto lo visto, y escuchado
el portavoz parlamentario del PSOE, parece que está vez sí, que hasta
aquí hemos llegado, y vamos a otras elecciones.
Pedro Sánchez, que de pronto ha hecho mutis por el foro, después de
tanta matraca, tanta foto y tanta sonrisa complacida, se niega a
sentarse con el PP. Curiosos principios y criterios maneja el líder
socialista, que se niega a sentarse con los dirigentes del PP por la merdé
que arrastran y por su legislatura desbocada en la mayoría absoluta,
pero no tiene empacho en negociar con representantes de un partido que,
al margen de haberle humillado varias veces, es objeto de sospechas
serias sobre una presunta financiación ilegal con dinero procedente de
países con regímenes totalitarios, con quienes su número uno dice que no
tiene problemas en recibir su ayuda porque “la política es así, tiene
estas cosas”.
Pero claro, se han juntado la crisis institucional, el Gobierno en
funciones con todos los problemas que ha generado a España, las
negociaciones imposibles, los Gobiernos inexistentes cuyas carteras se
han repartido previamente y la corrupción que no cesa. Y hasta aquí
hemos llegado. Por sus malas cabezas. Porque son idiotas (del griego
idiotes, o sea, aquellos que en vez de encargarse de los asuntos
públicos pensando en el interés general se ocupan solo del interés
propio). Porque son irresponsables. Porque los dos principales
responsables de que estemos donde estamos acumulan derrota tras derrota
sin importarles las consecuencias que para España va a tener su derrota
final.
Dije y escribí la noche del 20 de diciembre, conocido el resultado
electoral, que Rajoy, Sánchez y Garzón, a la vista del estrepitoso
fracaso cosechado, debían dimitir, recoger los papeles e irse a su casa.
Es lo que hubieran hecho en su lugar cualquiera de los líderes de
partidos similares en países desarrollados. Cuando uno se atiza un
batacazo como el suyo, se retira y deja paso al siguiente. Pero no.
Ellos a lo suyo. Enrocados. Enfrentados. Y España y los españoles
asistiendo al espectáculo.
Todo pinta a que finalmente Rajoy y Sánchez serán cabeza de lista del
PP y el PSOE. Allá ellos con su responsabilidad, y allá los dirigentes
de ambos partidos si tragan con ello. Pero sería bueno que ambos dejaran
lugar a que dos nuevos líderes encabezaran esas listas pensando en el
interés de todos los españoles. España ha de salir del agujero,
regenerarse democráticamente, abordar la salida de la crisis, generar
empleo, crecer, recuperar la ilusión, y no parece que ello sea posible
con Rajoy y Sánchez liderando los dos principales partidos españoles.
Las encuestas no parecen perjudicar al PP ni a Rajoy. Vale. Será la
lista más votada. El y sus cuates lo venderán como una muestra más de
confianza de los ciudadanos. Y hasta se lo creerán. Sánchez
probablemente se meterá el batacazo definitivo y rodará su cabeza tras
su segunda derrota en las urnas y el ridículo negociador. Y volveremos a
las andadas. Y habrá pasado el año. Y el personal, jodido. Pero ellos a
lo suyo.
Hasta aquí hemos llegado, pero ojo, que a lo peor puede ser verdad
aquello que le dijo el general Eisenhower al general Juin tras el paso
del Rin: “The worst is still to come…” (Lo peor está por llegar). Lo
veremos. La peor de las situaciones es susceptible de empeorar.
(*) Periodista
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