MURCIA.- El Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Alimentario (IMIDA) ya puede obtener gusanos de seda en
cualquier época del año mediante una dieta artificial, con lo cual
rompe la limitación estacional que impone la cría tradicional, que se
reduce a un mes, en la primavera.
Esta dieta artificial consiste en un
polvo de hoja de morera deshidratada, suplementado con germen de trigo,
harina de soja y microelementos. Los gusanos se mantienen en una cámara
climática con las condiciones de temperatura y humedad adecuadas.
El grupo de Biotecnología del IMIDA, liderado por el doctor José Luis
Cenís, desarrolla diversos proyectos de investigación desde 2007 que
hacen posible la utilización de la seda en múltiples aplicaciones
biomédicas.
La explicación de que un centro de tecnología agraria y alimentaria
como el IMIDA pueda liderar en un campo como el de los biomateriales,
hay que buscarla en sus antecedentes: el actual IMIDA es la continuación
administrativa de la Estación Sericícola de Murcia, fundada en 1892 por
el Ministerio de Fomento. Fue en 1914 cuando se inauguraron las
instalaciones que actualmente ocupa el IMIDA, en La Alberca, que
llegaron a ser el único referente tecnológico de la seda en España.
En aquella época, el 90 por ciento de la seda de España se producía
en Murcia. El cultivo de las moreras, cuyas hojas alimentaban a los
gusanos, fue una actividad agrícola muy importante. La producción de
seda llegó a generar una gran actividad económica.
La Estación Sericícola desplegó su actividad desde 1892 hasta 1976.
Cuando el cultivo y la producción de seda dejaron de ser rentables, la
investigación en dicho centro derivó hacia las modernas tecnologías de
producción agraria (materiales plásticos, invernaderos, riego por goteo,
producción de nuevas variedades).
No obstante, el IMIDA no abandonó el
compromiso con la investigación sericícola, razón por la que, en la
actualidad, lidera este nuevo enfoque de la producción de seda para
aplicaciones biomédicas.
La avivación de la simiente de los gusanos de la seda coincidía tradicionalmente con la
aparición de las hojas de las moreras, hacia mediados de marzo, que eran
su alimento. La cría tradicional proseguía durante el mes de abril.
Mayo y junio no eran adecuados para la cría porque el aumento de la
temperatura perjudicaba el proceso. A veces se hacía una cría en
septiembre, pero era de menor calidad porque las hojas de las moreras ya
estaban muy duras y no tenían el mismo poder nutritivo.
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