¿Cómo que no pueden reunirse por
cuestión de agendas? ¿Cómo que aplazan las conversaciones a la vuelta de
la semana de Pascua? ¿Cómo que van a hablar por teléfono para concertar
una cita?
Estos
tipos ¿de qué van? ¿En dónde creen que están? ¿Cómo entienden su
trabajo? ¿En qué concepto tienen a la gente que los ha votado?
El
país esquilmado durante cuatro años por una banda de ladrones; el
Parlamento burlado durante toda la legislatura por un gobierno de
prepotentes y escarnecido ahora por ese mismo gobierno convertido en un
manojo de tiranos fuera de la ley; los abusos de esta partida de
mangantes a pleno trapo; todos los problemas pendientes de solución; la
gente pasándolo mal; las leyes inicuas en funcionamiento, negando
derechos, reprimiendo, tratando a los ciudadanos como súbditos. Y estos
dos no encuentran un momento para sentarse a hablar y acordar un modus operandi
absolutamente urgente e imprescindible para poner fin a esta denigrante
situación de un país gobernado por un personaje sin categoría
intelectual ni altura moral para hacerlo.
¿Qué
se han creído? ¿Quién los asesora? ¿Cómo no se les cae la cara de
vergüenza de irse de vacaciones dejando el país empantanado?
Antes
de seguir con mis consideraciones, una propuesta que no prosperará
(aunque debiera) porque tendrían que aprobarla los mismos contra quienes
va dirigida: si hay que hacer elecciones nuevas, propongo que ninguno
de los inútiles elegidos en las anteriores pueda presentarse: que se les
prive del derecho de sufragio pasivo por su manifiesta falta de sentido
de la responsabilidad, por su estúpida frivolidad, su egotismo y su
incapacidad.
Como
todos los tontos, estos dos piensan que los demás somos como ellos y no
nos damos cuenta de sus triquiñuelas y pretextos. Creen que nos
engañan, que no adivinamos los motivos de sus actos, de sus jugarretas
de escasos vuelos. Piensan que mintiendo sobre sus intenciones nos
quedaremos sin saber quién fue responsable último del desastre que puede
vivirse en cualquier momento.
Sánchez
se escuda en Rivera y C's para no aliarse con Podemos, como si fuera un
impedimento objetivo, insalvable, intocable y no algo que puede
replantearse como todo en la vida. Igualmente se niega a admitir ni la
sombra de un referéndum en Cataluña que hasta él, en sus muy escasas
luces, debe saber que habrá de realizarse, le guste o no. Y con esas dos
líneas rojas quiere arrancar el voto favorable de Podemos o, cuando
menos, su abstención. De ser lo último, necesitaría más votos favorables
y/o abstenciones . Su juego es tan elemental que da vergüenza: si
Podemos se abstiene, él será presidente del gobierno, que es lo que
quiere. Si Podemos no se abstiene, habrá elecciones nuevas y él
aparecerá como quien ha intentado evitarlas a toda costa, lo cual es
falso.
Iglesias
no sale mejor parado. Dice querer sentarse a negociar después de
haberse levantado airada y, sin gran duda, justamente, pero no está
dispuesto a admitir la compañía de Ciudadanos. Y eso antes de averiguar a
qué acuerdos concretos pueda llegarse incluso estando Ciudadanos. Otro
que piensa que los demás somos estúpidos y nos dejamos engañar con una
mera excusa. ¿Por qué no sentarse a negociar y explorar hasta dónde
puede llegar un pacto con el PSOE? Para no verse obligado a cerrarlo,
con lo cual no serían necesarias elecciones nuevas que, en el fondo, es
lo que realmente pretende pues el viejo sueño comunista y de IU alienta
en su propósito: lo primero, según ordena micer Anguita, destruir al
PSOE. Luego ya se verá.
A
ninguno de los dos le importa un higo la gente. Si le importara, se
sentarían a hablar ya, sin mentir más sobre las agendas, o lo harían el
jueves, o el viernes o el sábado llamado "santo" (cuando se legalizó al
Partido Comunista en 1977) o el domingo también llamado "de
Resurrección".
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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